jueves, 12 de diciembre de 2013

“Tengas el cuerpo libre”, artículo de Javier Morán sobre las Leyes de Seguridad Privada y de Seguridad Ciudadana




Tengas el cuerpo libre


La necesidad de un nuevo hábeas corpus ante un Gobierno desbocado


Javier Morán

Estábamos acostumbrados a que un Gobierno comenzara a delirar en su segundo mandato, es decir, cuando los ciudadanos izaban una segunda vez al poder a un partido político. Sin embargo, para el PP gobernante sólo han tenido que pasar dos años, y ya está suministrando leyes que ponen los pelos de punta. La de Educación fue la primera, pero ante su controversia ya estábamos galvanizados, a saber, ya nos sonaba que legislar o recibir leyes sobre educación en este país es llorar. Pero hay otras dos leyes más que nos alarman: la de seguridad ciudadana -en anteproyecto- y la de seguridad privada, que acaba de ser aprobada en el Congreso. Sobre la primera basta con citar lo que ha declarado un portavoz dela Asociación de Jueces Francisco de Vitoria (tenida por centrista, o centroderechista): la futura norma parece más bien "una ley de estado de excepción", o también algo semejante a la "ley de vagos y maleantes del franquismo". A base de multas desorbitadas, de hasta 600.000 euros por manifestación no autorizada -para pagarla habría que vivir varias vidas, y todas ellas protestando, como es lógico-, la ley de autos dictamina que las sanciones económicas las impondrá la Administración, de modo inmediato y sin concurso de un juez. ¿Para qué queremos entonces el Código Penal?

Ítem más: la nueva ley parece redactada con el ánimo de amedrentar a los ciudadanos, y aunque a eso lo llaman fascismo en algunas redes sociales, aquí no nos atrevemos a decir tanto. Pero sólo por ahora.

En cuanto a la ley de seguridad privada, lo que espeluzna de ella es que permitirá a vigilantes privados identificar, cachear y detener a ciudadanos. Desde la Carta Magna de Juan Sin Tierra existe el hábeas corpus, que viene a significar "tengas el cuerpo" libre, es decir, expuesto ante un juez si una autoridad te priva de libertad irregularmente.

Hace siglos que se le entregó al Estado el monopolio del orden público y de la violencia justa y suficiente para mantenerlo. Ahora, a causa de multas delirantes o de que el Estado ceda autoridad, habrá que inventar otro hábeas corpus contra este Gobierno desbocado.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Propinas y clasismo. “Propinas, ascensor social y lucha de clases”, de Isaac Rosa







Isaac Rosa – Comité de Apoyo de ATTAC España

¿Puede un camarero llegar a viceprimer ministro? John Prescott lo hizo en el Reino Unido, convirtiéndose en el número dos de Tony Blair; pero arrastró toda su carrera política el peso de aquella bandeja en la que tantos cafés sirvió durante años. En la Cámara de los Comunes, cuando Prescott se levantaba para intervenir, un diputado de la bancada tory solía hacer la broma de pedir en voz alta algo para beber. Las burlas clasistas se multiplicaron cuando Prescott ingresó en la Cámara de los Lores. Los columnistas graciosillos de la prensa conservadora que especulaban sobre cómo le sentaría la noble capa de armiño a un camarero eran aplaudidos por los lectores en las ediciones digitales, que en los comentarios ofrecían una propina al nuevo Barón Prescott.

Todo lo anterior lo cuenta Owen Jones en un libro recientemente traducido en España, y que todos deben leer en estos tiempos en que la mayoría regresamos a empujones a la clase trabajadora de la que creíamos haber salido: Chavs, la demonización de la clase obrera. Y viene a cuenta a la hora de abrir una reflexión sobre la propina, como me piden los amigos de Diario Kafka. La propina, esa parte del dinero insertada en la costumbre y que algunos nunca hemos sabido bien cómo considerar. ¿Es la propina una cortesía que reconoce el trabajo y beneficia al que la recibe? ¿O por el contrario es un residuo clasista que denigra a quien merecería un sueldo digno en vez de calderilla caritativa?

Antes de que me gane un escupitajo en la próxima cerveza, debo aclarar que yo sí doy propina. No tengo muy clara la respuesta a la pregunta anterior, pero aplico lo de in dubio pro operario, así que acabo dejando ese pellizco que en algunos países está institucionalizado y fijado en porcentaje, incluso exigido o hasta cobrado en la factura sin elección posible, y que entre nosotros queda a voluntad del consumidor.

He discutido varias veces con amigos —incluso con amigos que en su trabajo reciben propinas— sobre la conveniencia o no de dar propina, y siempre hay dos palabras que aparecen en toda discusión: clasismo y dignidad. Veamos.

Que la propina es una costumbre clasista parece obvio. Solo la reciben los trabajadores, y entre ellos aquellos de profesiones que más claramente implican una relación de poder no solo entre patrón y trabajador, sino también entre trabajador y cliente: camareros, peluqueros, taxistas, botones o repartidores. La propina en esos casos parece una forma vertical de subrayar la condición servicial de una parte y la posición exigente de la otra. De hecho, puede servir para reforzar un mal muy de nuestro tiempo, devastador para la solidaridad entre trabajadores: la tiranía del cliente, el sometimiento de todos a la ley suprema de “el cliente siempre tiene la razón”, que suele ser la forma en que la empresa desliza su propia responsabilidad: “Ah, lo siento, no soy yo quien te exige llevar una pizza en moto bajo un aguacero a las doce de la noche; es el cliente, que siempre tiene razón, y para eso paga”. Y deja propina.

Siguiendo el argumento clasista, vemos cómo por arriba los directivos, los altos ejecutivos, los oficiales no reciben propinas. También para ellos hay recompensas, pero el suyo es territorio de bonusstock options, beneficios, aportaciones al plan de pensiones. Y bajo la mesa, las comisiones, el corrupto que se lleva ese famoso 3% (fijado en porcentaje como en algunos países la propina). En cambio la propina del trabajador parece una forma de transparentar, aunque sea muy levemente, algo que nunca vemos pero que está en la base del sistema capitalista: la plusvalía, esa parte del trabajo de la que se apropia el capital y que está en el origen de su acumulación.

En cuanto al otro argumento, la dignidad, es verdad que no conozco ningún camarero o peluquera que considere indigno recibir una propina. Ninguno la rechaza. Pero sí sé de trabajadores que en momentos revolucionarios tomaron la propina como una afrenta. En la Revolución Rusa, por ejemplo, cuenta John Reed en su Diez días que estremecieron el mundo cómo en 1917, en los meses previos a la toma del poder por los bolcheviques, «los criados y camareros se organizaron y renunciaron a las propinas. En todos los restaurantes pendían carteles que decían: “Aquí no se admiten propinas” o “Si un trabajador tiene que servir la mesa para ganarse el pan, eso no es motivo para que se le ofenda con la limosna de una propina”.

Más próximos a nosotros, en los primeros meses de la Segunda República hubo varias huelgas de camareros, algunas muy prolongadas en el tiempo. En todos los casos exigían una jornada laboral de ocho horas, un jornal de cinco pesetas… y la prohibición de las propinas.

El rechazo a las propinas ha sido siempre el reverso de la exigencia de un sueldo suficiente. Y ahí está el problema con la propina: que permite al empresario mantener un nivel salarial inferior, amortiguando el descontento del trabajador con la compensación de la propina. En algunos países, de hecho, la propina es todo el ingreso que recibe el empleado, carente de nómina. Entre nosotros el bote es el complemento sin el que muchos camareros o peluqueras no podrían sobrevivir con un sueldo tan magro, y cada vez lo será más.

Y ahí es donde estamos pillados los dadores de propina, en un endiablado razonamiento que iguala la propina a la limosna: no des limosna, que fomentas la mendicidad; no des propina, que mantienes los sueldos bajos. Pero sabemos que tanto el mendicante como el sirviente la necesitan.

La propina se equipara también a la limosna en otro aspecto: cuando la damos, en realidad nos la damos a nosotros. En el caso de la limosna, se la damos a nuestra mala conciencia. En el caso de la propina, nos la damos a nosotros mismos, bien sea porque también la necesitamos en nuestro trabajo y esperamos seguir recibiéndola; bien como una forma de subrayar que no la necesitamos, que estamos un escalón por encima, que somos de los que dan y no de los que reciben.

Vuelvo al principio, a Owen Jones y su Chavs. Ataca Jones la apuesta de los laboristas por la “movilidad social”, que en el fondo no supone la mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora, sino permitir que sus miembros más afortunados o más capacitados escapen de ella y asciendan a la clase media (convirtiéndose en propietarios, cambiando de profesión, mejorando su cualificación, marchando de su barrio), lo que “refuerza la idea de que ser de clase trabajadora es algo de lo que hay que escapar”.

Entre nosotros, los sucesivos gobiernos, tanto del PP como del PSOE, compraron ese mismo discurso de la movilidad social: escapad de la desgraciada clase trabajadora, venid con nosotros a la clase media. Durante muchos años creímos ver el ascensor social abierto en el descansillo de nuestra planta, y llegamos a creer que ya no éramos clase trabajadora, que habíamos subido un par de pisos y repetíamos orgullosos eso de“todos somos clase media”. En aquella época las propinas eran generosas, porque eran también parte del combustible del ascensor social, eran otra forma de sentirnos clase media. Soltar esas monedas en el platillo de la cuenta era como aligerar lastre para subir más fácilmente.

Pero ay, el espejismo se acabó, y hoy “el ascensor social está averiado”, frase muy repetida desde el comienzo de la crisis. No sabemos si nos hemos caído por el hueco del elevador, o es que nunca llegó a funcionar de verdad, pero hoy muchos nos redescubrimos como lo que nunca dejamos de ser: clase trabajadora, gente que para vivir no tiene más que su fuerza de trabajo.

Entonces cambia el sentido de la propina. No porque se reduzca, que por supuesto mengua en la misma medida que lo hacen nuestros sueldos, propinas devaluadas para un país brutalmente devaluado. Sino porque la propina se convierte en una forma de solidaridad espontánea, natural, una forma de ayudar a trabajadores que necesitan esas monedas de más tanto como nosotros vamos precisando cada vez más de ingresos extraordinarios porque los ordinarios se contraen, en un tiempo en que la vieja nómina parece condenada a la extinción y cada vez más trabajadores dependen del variable, la comisión por ventas, la parte de salario vinculada a la productividad, o el bote.

Entonces, ¿qué hacemos? ¿Seguimos dando propina, o la rechazamos para exigir un salario suficiente? ¿Damos propina en solidaridad como una forma de regresar a la clase trabajadora, del mismo modo que antes la dábamos para huir de ella? Que cada cual decida.

Por cierto: la frase “Todos somos clase media” tiene autor, al menos en el Reino Unido: la dijo en 1997 John Prescott, hablando de clases sociales, ascensor y movilidad, sentenciando el fin de la lucha de clases y marcando para toda una década la política desclasadora del laborismo de Tony Blair. Prescott, el camarero que recibía propinas y que llegó a Lord con capa de armiño y que, imaginamos, hoy da generosas propinas. Pues eso.

Fuente: ATTAC España
www.attac.es

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Sobre la ética empresarial. Diez corporaciones del mundo real que parecen salidas de la mente de un supervillano


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Ya lo avisó en su día el documental ‘The Corporation’: Las empresas se comportan como psicópatas y, lo que es peor, no les queda otra opción para sobrevivir en este frenopático poblado por otros psicópatas que es la economía global. Pero dentro del manicomio hay muchos niveles de locura: están los locos de toda la vida, esos que quieren ganar más dinero cada año, y están los verdaderamente tarados, aquellos que son capaces de pasar por encima de cualquier comunidad o ecosistema para lograr su sacrosanto objetivo: amasar pasta.

A continuación las diez empresas más malvadas del planeta (con su token español incluido):


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10 Wal Mart

Negocio: Gran distribución
Tropelías: Atila del pequeño comercio, negrero de sus “asociados”

¿Pero qué tripa se os ha roto para incluir en una lista de empresas malvadas al mayor empleador de EEUU, con sus 2,2 millones de trabajadores en todo el mundo? Pues porque buena parte de esos trabajadores sobreviven en el umbral de la pobreza, con sueldos de unos 8 dólares por hora (menos de 6 euros). El presidente de Wal-Mart gana más en una hora que un “asociado” (así llaman a los curritos) a tiempo completo en un año.

En un mercado libre el trabajador de Wal-Mart tal vez podría buscar trabajo en otro lugar pero no es el caso: la cadena de supermercados ha arrasado con la competencia y con la industria estadounidense: el 85% de los productos que vende se importan de China.

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9 Office Cherifien des Phosphates

Negocio: Minería
Tropelía: Expoliar las riquezas de territorios invadidos

Ni tú ni casi nadie ha oído el nombre de esta empresa, pero puedes estar seguro que en tu nevera hay más de una fruta crecida gracias a los fosfatos que extrae del subsuelo del Sáhara. ¡Ah, en ese caso es una benefactora de la Humanidad! Bien, podría serlo, si no fuera por dos pequeños detalles:

1. Buena parte del mineral que vende esta empresa marroquí procede del territorio del Sáhara Occidental, más concretamente de la gigantesca mina de Bou Craa, la mayor del mundo. En otras palabras, Office Cherifien se está lucrando con las riquezas naturales de los saharauis.

2. La empresa pertenece a la familia real marroquí, así que la inmensa riqueza generada (Marruecos es el primer exportador de fostafos del mundo) no revierte tampoco en la población marroquí sino en su monarca, Mohammed VI, “el rey de las rocas”, según Forbes, el séptimo rey más rico del  mundo, con una fortuna de 2.500 millones de dólares.

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8 Nestlé

Sector: Alimentación, cosmética y demás
Tropelía: Acaparar el agua a las comunidades de medio mundo

El evocador logo de Nestlé –mamá pájaro alimentando a sus polluelos en el nido- es probablemente uno de los más hipócritas de la historia de la comunicación corporativa. La multinacional suiza es por derecho propio la empresa más boicoteada de la historia, por escándalos como la leche en polvo que hacía que los lactantes renunciaran a la leche materna a la más reciente acaparamiento de los recursos hídricos en países como Etiopía, Sudáfrica o Pakistán.

Es ley de mercado: a medida que el agua empieza a escasear, su venta se convierte en un enorme negocio. Ejemplo práctico: Nestlé se apropia cada día de 1,1 millones de litros de agua de un acuífero canadiense (incluso durante las sequías) por los que abona la bonita cifra de 3,71 dólares, y los revende –una vez embotellada y etiquetada- por 2 millones de dólares, obteniendo un espectacular margen del 53 millones por ciento, según el cálculo de Hang the Bankers.

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7 Pescanova

Negocio: Pesca
Tropelías: Destrozos en el medio ambiente, abusos a sus trabajadores

Para hacer tortilla hay que romper huevos, decía Alex en ‘La Naranja Mecánica’. Y para que Rodolfo Langostino llegue a tu mesa hay que expoliar muchos manglares en Nicaragua, denuncia la ONG Intermón Oxfan en un informe distribuido el pasado verano sobre las prácticas laborales y medioambientales de la pesquera española, propietaria de la mayor flota mundial al menos hasta que a sus dueños les cegó la codicia y hundieron el barco.

Entre las muchas denuncias acumuladas –y no sólo contables- están “causar daños medioambientales irreparables” en los manglares de Nicaragua para la cría del langostino o en los bancos de Chile, con redes de arrastre. Además, los trabajadores de los criaderos de langostinos cumplen jornadas maratonianas. Para añadir sal a la herida, Pescanova recibió en 2012 créditos por valor de 10 millones de euros del Ministerio de Economía (Cofides), años después de que se hubieran presentado las denuncias.

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6 Academi

Negocio: Guerras
Tropelías: Subcontratistas de batallas ajenas

Seguramente el nombre de Academi no te diga nada, y puede que te suene a una academia de catalán para extranjeros, pero si decimos Blackwater tal vez vuelvan a tu memoria las imágenes de un ejército mercenario que desembarcó en Irak tras la invasión y, poco a poco, fue reemplazando al ejército norteamericano en las tareas de zapa y hostigamiento de los insurgentes.
Academi es, efectivamente, un lavado de cara de Black Water, la mayor empresa de mercenarios del mundo: 40.000. Su página web no deja lugar a equívocos: “Entrenamientos de elite. Protección de confianza”, y es que este ejército privado hace la guerra por su lado… a sueldo del Pentágono, de donde provienen el 90% de sus ingresos.

Desde un punto de vista conspiranoico, sería bonito que la empresa más malvada del planeta, Monsanto, comprara Academi/Blackwater para formar Evil Corp, como se ha dicho por ahí, pero desdichadamente es mentira.

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5 Mitsubishi

Negocio: Electrónica, pesca, pastis
Tropelía: Congelar atunes para revenderlos tras su extinción

A los japos les gusta más un lomo de bonito que a los gaditanos la tortita de camarones. Tanto les gusta que ya se han comido prácticamente todos los atunes del Pacífico norte, estén (estemos) haciendo lo propio con los del Mediterráneo y los bonitos del Atlántico. El pez desaparecerá en algún momento de las próximas décadas, pero la avidez por su carne roja permanecerá alguna generación más.

Consciente de esta “demanda latente”, la multinacional Mitsubishi está pescando miles de toneladas de atún azul en aguas europeas y ultracongelándolas a -60ºC para revenderlas dentro de varios años, como si fueran recién pescadas, una vez la escasez haya disparado el precio por las nubes, según denuncia el documental ‘The End of the Line’. Además de fabricar excelentes troskis, Mitsubishi acapara el 40% de las capturas de atún mediterráneo que se vende en Japón. WWF calcula que la especie podría estar esquilmada en 2048. Hagan cuentas.

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4 Armajaro Holdings

Negocio: Inversiones
Tropelía: ¡Quedarse con el chocolate!

En el cuento de Roald Dahl y en la película de Tim Burton, “Charlie y la fábrica de chocolate” Willy Wonka era un excéntrico ermitaño que controlaba la producción del mejor chocolate del mundo. Con mucho menos gracia y glamour, el especulador Anthony Ward trata de acaparar la producción de cacao en el mundo, conocedor de un pequeño secreto: dentro de 20 años el chocolate se habrá convertido en un producto de lujo.

Ward, dueño de la firma de inversión Armajaro Holdingscompró en 2010 241.000 toneladas de cacao, suficientes para fabricar 5.300 millones de barritas de chocolate, una por cada habitante del planeta sin contar diabéticos y señoras en régimen. ¿El motivo? Dentro de un par de décadas, las barritas de chocolate Kit-kat, Mars o los entrañables Huesitos que hoy podemos comprar por 1 euro costarán 10 euros (o estarán compuestos de sucedáneos grasos), según el  documental Panorama de la BBC sobre la problemática producción de cacao en África.

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3 Correction Corporation of America

Negocio: Prisiones
Tropelía: Conseguir clientes para llenar sus cárceles

Imagina por un momento el Gobierno privatiza Instituciones Penitenciarias, lo renombran Trullo S.A. y empieza a cotizar en Bolsa. Impensable, ¿verdad? Pues en EEUU hace tiempo que sucede. El campeón nacional del sector allí  -el Hilton de las prisiones, para entendernos- se llama Corrections Corporation of America (CCA), cotiza en bolsa y su negocio no es obviamente la rehabilitación de los reclusos sino su reincidencia, lo que puede que explique que Estados Unidos sea el país con mayor población reclusa del mundo.

Si la misma existencia de una empresa que vive de la privación de libertad de las personas es un escándalo, aún lo son más los métodos de operación de CCA. Según un informe del grupo In The Public Interest, la empresa exige a los estados un contrato que garantice un 90% de ocupación de las celdas, de modo que si se reduce el índice de delitos, el gobierno debe pagar una compensación. ¿Y qué hace un gobernador con el agua de los presupuestos al cuello? Pues sacar a la policía a buscar más negros delincuentes. Como reza el famoso dicho policial, “no hay nadie inocente, sino insuficientemente investigado”.

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2 Rio Tinto

Negocio: Minería
Tropelía: Trabajo esclavo, guerras por el territorio

Quién nos iba a decir que un humilde río ferroso de Huelva iba a dar nombre a uno de los  supervillanos corporativos más malvados del planeta. Pues sí: Rio Tinto fue fundada a finales del XIX por un grupo inglés para explotar las minas de cobre en Andalucía y posteriormente se expandió hasta el infinito y más allá… concretamente, hasta Papúa Nueva Guinea.

El historial de abusos contra el medio ambiente y los derechos humanos de Rio Tinto está documentado en medio mundo (Filipinas, Namibia, Madagascar y Australia, entre otros territorios), pero alcanza su paroxismo en Papúa Nueva Guinea, donde una filial de la compañía, Bougainville Copper, bloqueó la isla en 1990 en represalia a un movimiento secesionista que amenazaba su negocio. Durante el bloqueo, que duró siete años la Cruz Roja calcula que murieron 10.000 personas por falta de asistencia médica. El objetivo del director de la empresa era “matar de hambre a esos bastardos”.

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1 Monsanto

Negocio: Alimentación
Tropelía: Prohibir a los agricultores que replanten las semillas 

Si un guionista tratara de plasmar maldad más abyecta en una empresa, probablemente le faltara imaginación para llegar a los niveles de perversión de Monsanto, la empresa de supervillanos que no tiene empacho en reconocer que quiere controlar la alimentación mundial. It’s only business.

Recientemente, Monsanto ha sido nombrada la empresa más malvada del mundo (por delante de McDonald’s y la Reserva Federal), pero lleva décadas acumulando méritos: durante la guerra de Vietnam suministró al Ejército de EEUU una fórmula refinada del “agente naranja”, mucho más letal con los “malditos limones” que la de sus competidores. Luego llegaron el DDT, las aspartano y la hormona de crecimiento de las vacas, todas ellas con graves consecuencias para la salud de los consumidores.

Su línea más rentable es el herbicida Roundup, que, según denuncian los ecologistas, queda en los alimentos y puede causar una amplia gama de enfermedades en los consumidores: de la diabetes, al cáncer, pasando por Parkinson o depresión. Y mejor no hablamos de los transgénicos, porque nos acusarán de involucionistas y magufos…


Autor:  Iñaki Berazaluce

domingo, 1 de diciembre de 2013

La frágil y desigual salida de la recesión en 7 claves, de Jorge Otero en Público.




El PIB creció un 0,1% en el tercer trimestre gracias al leve repunte del consumo y de la inversión. Sin embargo, los datos de la contabilidad nacional muestran que las rentas de los asalariados siguen bajando mientras los beneficios empresariales aumentan


El pasado jueves el INE certificó de forma fehaciente y oficial —a través de los datos de contabilidad nacional — lo que ya se sabía desde hace semanas: en el tercer trimestre de 2013 España salió de la recesión. El PIB creció un 0,1% entre julio y septiembre después de nueve trimestres sin crecimiento. Ese dato, sin embargo, no puede esconder que en el último año la economía española ha bajado un 1,1%.

Pese a todo, Luis De Guindos y Cristóbal Montoro, los ministros económicos, no se cansan de recurrir a la manida expresión de que la luz ya se ve al final del túnel. Pero el crecimiento es aún endeble, mucho más de lo que el Gobierno del PP está dispuesto a admitir. Y tiene otra característica: es desigual, está mal repartido y es, por tanto, injusto. Un análisis de la evolución PIB permite llegar a esa conclusión.



Sector exterior

En los últimos dos años el sector exterior ha tirado de la economía. En este tercer trimestre de 2013 las ventas al exterior han seguido creciendo pero con mucha menos intensidad. Su contribución a la economía se ha frenado y es dos tercios menor que en el segundo trimestre, cuando las exportaciones de bienes y servicios crecieron un 6,4% con respecto al anterior. En este tercer trimestre su crecimiento se ha reducido al 2,2%. Si adoptamos una perspectiva interanual, las exportaciones de bienes y servicios también han moderado notablemente su crecimiento: pasan del 9,1% -ritmo al que crecían en el segundo trimestre de 2013 con respecto a un año antes- al 4,7%.

Al tiempo que las exportaciones se moderan, las importaciones crecen, en concreto un 2,8%, con respecto al segundo trimestre de 2013. Mejoran por primera vez en tres años su comportamiento respecto a las ventas al exterior. Con respecto a hace un año crecen sólo un 0,7%. 

Que las importaciones de bienes y servicios crezcan implica básicamente dos cosas, ambas positivas: que crece el consumo de las familias -aunque sea mínimamente- y que crece la inversión de las empresas. 

Consumo de los hogares

El consumo de las familias, que representa grosso modo entre el 55% y 58% del volumen del PIB, ha crecido por primera vez desde el primer de 2012. En este tercer trimestre de 2013 el consumo final de los hogares ha aumentado un 0,3% respecto al anterior, aunque con respecto a un año antes aún baja el 2,2%, si bien este dato interanual es el mejor también desde el primer trimestre de 2012. También ha crecido aunque sea muy poco, un 0,1%, el consumo de las administraciones públicas, algo que no ha sido muy habitual desde que el PP llegó al poder.

Las cifras son modestas. A este ritmo de crecimiento del consumo, la economía tardará en arrancar. Pero en parte también dan la razón al Gobierno, que no cesa de de decir que estamos en el punto de inflexión de la crisis. Ahora el reto es ver si el consumo de las familias se acelera. Los próximos meses serán claves. 

Inversión

La formación bruta de capital fijo o, dicho de forma más simple, la inversión de las empresas es otra de las patas en las que se apoya el tímido crecimiento de las importaciones. Desde el inicio de la crisis —allá en los albores de 2008— este indicador ha caído un 42%. En el tercer trimestre, sin embargo, ha crecido un 0,2% —de nuevo un crecimiento apenas perceptible—, lo que supone al menos un cambio de tendencia. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) este mejor comportamiento "se debe por un lado a que la inversión de los bienes de equipo tiene una trayectoria positiva y, por otro, a que la construcción sigue presentando tasas de variación negativas". 

Construcción

En sus datos de Contabilidad Nacional, el INE certifica que la inversión en activos de construcción sigue su desplome particular. Entre julio y septiembre cayó un 1,5% con respecto a los tres meses anteriores. Es uno de los indicadores con peor comportamiento. Con respecto al año anterior, la caída es del 10,3%, un nivel similar al que viene ofreciendo desde el verano de 2012. Se puede concluir que el sector de la construcción ahora mismo está estancado. 

Gasto público

Se ha apuntado antes: el gasto de las Administraciones Públicas creció un 0,1% con respecto al segundo trimestre de 2013. Y por primera vez desde que el PP llegó al poder, ese gasto público ha crecido con respecto al año anterior: un exiguo 0,3%. Es poco, pero es mejor que nada. Según el INE en esta trayectoria positiva "el menor descenso de los sueldos de los asalariados públicos".

Empleo

La recesión que el país acaba de dejar atrás -al menos desde el punto de vista técnico- se ha llevado por delante 3,7 millones de empleos. El año 2013 acabará con más paro del que empezó. En el verano de este año el empleo bajó un 3,2% respecto al verano de 2012. Son 522.000 empleos netos menos. El ritmo de destrucción de empleo se ha aminorado, pero tan sólo siete décimas. A principios de 2012 se destruía empleo a un ritmo del 5% anual, ahora estamos en el 3%. No es mucho consuelo. Pero parece que en 2014, por fin, se creará trabajo, poco, pero se creará. 

Rentas de los asalariados

La leve mejoría de algunos indicadores, en especial del consumo, no puede esconder que las rentas de los asalariados siguen cayendo con fuerza: nada menos que un 3,6% respecto al segundo trimestre de este año. Desde el verano de 2011 este proceso se ha consolidado. Y es que los salarios tampoco crecen (la remuneración por asalariado en el sector privado creció apenas un 0,15). Lo que sí aumenta es la productividad por trabajador: un 2,1% este trimestre. Los trabajadores cobran menos por el mismo trabajo. 

También crecen los beneficios empresariales: un 1,8% con respeto al trimestre anterior. De hecho, los beneficios empresariales no han dejado de crecer desde el segundo trimestre de 2012. Estos datos demuestran cuál es la salida de la crisis que propugna el Gobierno: un empobrecimiento general de la clase media -lo que el Gobierno llama "devaluación interna- y un crecimiento económico a costa de los salarios, que están perdiendo peso en la tarta del PIB, es decir de la riqueza que somos capaces de crear como país y sociedad.

Fuente: