Escena 1:
Paca y Tola son algo más que dos osas. Iconos de la supervivencia de la
especie (y de Asturias como paraíso natural) vivían en semicautividad
en la Senda del Oso, una de las paradas turísticas más atractivas de
Asturias. Hace diez años, llegó al cercado de Paca y Tola un oso
cántabro, Furaco, con gran despliegue de medios de comunicación.
Objetivo de Furaco: preñar a Paca y Tola. El primer intento salió mal:
las osas salieron corriendo. El segundo, peor: las osas atizaron a
Furaco. Fueron pasando los años. El publicitado experimento acabó en
fracaso (desafortunado accidente incluido con una cría). Furaco regresó a casa en 2017. Tola murió el pasado mes de enero, momento elegido por el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, para reivindicar la hombría de Furaco,
una auténtica máquina sexual, según él, un oso alfa, que si no triunfó
en Asturias fue solo porque Paca y Tola no estuvieron a la altura: "Furaco, desde que ha vuelto, no para", espetó el campechano estadista con su habitual sutileza.
He
aquí una metáfora perfecta de la baja natalidad asturiana, de su
fatalismo, de que todos los experimentos para reinventarse como región
parecen condenados al fracaso.
Escena 2:
La Camocha (1935-2008) es una mina gijonesa histórica para bien y para
mal. Dicen que allí se cocinó Comisiones Obreras durante una huelga en
1957. En 2017, directivos de la mina fueron condenados
a varios años de cárcel por fraude de subvenciones: compraban carbón en
el extranjero a escondidas, lo introducían en Asturias y lo hacían
pasar por carbón propio para cobrar subvenciones de decenas de millones
de euros. Sí, era más barato comprar el carbón en el extranjero y
traerlo a Asturias clandestinamente que producirlo en La Camocha.
Indicadores
económicos recientes sitúan Asturias a la cola autonómica de la
recuperación poscrisis: problemas para volver a los niveles de empleo y
PIB previos a 2008. Asturias es la comunidad con la natalidad más baja
(1,03 hijos por cada mujer en edad fértil) y la más envejecida (47,5
años de media, cinco más que el resto de España). Según nuevas cifras de
la base de datos del investigador Ángel de la Fuente (Fedea),
la evolución de Asturias de la Transición a nuestros días es
inquietante: es la autonomía que menos ha crecido (PIB) en democracia
(menos de la mitad que el Estado). Ha perdido un 6% de su población
desde entonces (España ha crecido un 30%). Tiene un 5% menos de puestos
de trabajo que hace cuarenta años.
Datos del último número de la revista Atlántica XXII:
el 29% de los asturianos cobra una pensión estatal. El 24% de los
jóvenes ha dejado la región desde 2008. Es la segunda autonomía de
España con mayor proporción de empleados públicos: el 24,4% de los
asturianos con trabajo vive de la Administración. Un modelo difícil de
sostener a medio plazo. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Bienvenidos a la
muerte dulce y a cámara lenta de Asturias.
Reconversión industrial
El
mayor símbolo económico asturiano morirá en menos de seis semanas: las
últimas cinco minas de carbón abiertas —tres privadas y dos públicas
(Hunosa)— echarán el cierre el 31 de diciembre. También cerrarán, por
ejemplo, las minas alemanas. La UE cortó las ayudas a la minería a
partir de 2019; cierre por asfixia. "Sin ayudas no va a quedar mina de carbón abierta. Ni las públicas ni las privadas, controladas por empresarios cazasubvenciones y un tanto mafiosos". Habla el historiador Rubén Vega,
uno de los mayores especialistas en la reconversión industrial y sus
derivas sindicales, con el que nos sentamos en un café del centro de
Gijón para revisar la trastienda de la crisis asturiana.
PREGUNTA. A finales de año cierran las minas. ¿El modelo es totalmente inviable sin ayudas europeas?
RESPUESTA.
Las minas asturianas no fueron rentables ni en el siglo XIX… más que
con protección, así que imagínate ahora, el carbón asturiano nunca
compitió en un libre mercado. Es el fin. Y es un entierro bastante
indigno, también desde el punto de vista sindical.
P. ¿Qué tiene de indigno?
La
muerte de la minería asturiana es lenta, diferida y subsidiada. No
tiene nada que ver con la reconversión 'thatcherista', la tierra quemada
y el arrasar con todo, y tampoco es una derrota aplastante
R.
La crisis asturiana es muy peculiar, y la crisis del carbón más. Pese a
tener minas bastante más deficitarias que las de otros países, la
reconversión minera asturiana es la última de Europa occidental. Cuando la batalla entre Thatcher y los mineros británicos
(1984-1985) ya se había reconvertido la minería belga, la francesa o la
luxemburguesa. Pero el momento asturiano no llega hasta 1992, que es
cuando empiezan a cerrar pozos, y aún no ha terminado. Es decir, que es
una muerte muy lenta, muy diferida y muy subsidiada. No tiene nada que
ver con la reconversión 'thatcherista', con la tierra quemada y el
arrasar con todo, y tampoco es una derrota aplastante. No es una
reconversión sin fondos sociales y sin cobertura.
Los acuerdos de
cierre fueron ideales desde el punto de vista individual y sindical: la
gente se fue con el 100% para casa. Los mineros se quedan en sus casas,
sin bajar a la mina, ganando exactamente lo mismo y asegurando el 100%
de su pensión. Y se van a sus casas con cuarenta y pico años. Ojo, si
eres trabajador de interior de mina, cada año cotizado cuenta como año y
medio, dadas las condiciones de penalidad, y si trabajaste veinte años,
te cuenta como treinta años; los mineros también cotizaban más en sus
nóminas, no fue todo un regalo. Muchos mineros, que llevaban trabajando
desde jóvenes, se fueron a casa tras veinte años cotizando, un ejército
de pensionistas de cuarenta años, primero prejubilados y luego
jubilados. [El 16% de los mineros se prejubiló con 40 o 41 años, un 33%
entre los 42 y los 44 y un 29% entre los 44 y los 49 años. Las pagas del
Estado bascularon entre los 2.100 y los 2.500 euros al mes, según datos
del Ministerio de Industria de 2014].
P. Los planes del
carbón se llevaron 25.000 millones de fondos públicos desde 1990, según
cifras de Industria de 2014, prejubilaciones al margen. ¿Qué supusieron
estos acuerdos para los sindicatos?
Los mineros se quedaron en sus casas, sin bajar a la mina, ganando exactamente lo mismo y asegurando el 100% de su pensión
R.
Dieron mucho poder a los sindicatos, incluso en el ocaso de la minería.
Se dio la siguiente paradoja: según se reducía el número de mineros,
aumentaba el poder de los sindicatos. Porque en un contexto de recursos
muy escasos —y las cuencas mineras eran un lugar donde no había trabajo,
con una generación entera que no tenía de qué vivir— los sindicatos
gestionaban mucho dinero público, muchas redes clientelares y mucha
influencia, especialmente el socialista, el SOMA, que se fue haciendo
cada vez más mayoritario y sacándole más ventaja a CCOO [El Sindicato de
Mineros Asturianos (SOMA) es la rama minera de la UGT. El PSOE ha
gobernado en el Principado 32 de los 35 años de la Autonomía].
P. Decir SOMA es decir José Ángel Fernández Villa, el hombre que más mandaba en Asturias, según casi todo el mundo, ahora caído en desgracia.
R.
Sí, es un sujeto que ahora está en los tribunales, al aflorar 1,3
millones de euros tras la amnistía fiscal de Montoro... de procedencia
inexplicable. No puede tener origen legal porque todo lo que Villa ganó
en su vida fueron salarios públicos de Hunosa, de parlamentario
autonómico o de senador del PSOE; es decir, salarios perfectamente
controlados por Hacienda. Pues por ahí iba Villa con 1,3 millones de
euros metidos en una bolsa.
P. ¿De dónde salió el dinero?
Según se reducía el número de mineros, aumentaba el poder de los sindicatos
R. SOMA gestionó la construcción de un asilo para los mineros —el Montepío— cuyo presidente —puesto por Villa—
afloró también cerca de 400.000 euros. La obra del Montepío costó
oficialmente 31 millones de euros, pero se calcula que el coste real fue
de entre 18 y 20 millones. De ahí podría haber salido parte del dinero,
pero no es el único lugar. Se sabe también que Villa, cuando era
secretario general del sindicato minero, cobraba las dietas de sus
delegados sindicales en las reuniones del comité intercentros de Hunosa.
Se las quedaba. Todas. Durante años y años. Villa acaba de perder un
juicio contra el SOMA, su sindicato, que le demandó y ganó.
P. ¿Cómo se está viviendo el cierre final de las minas a nivel de conflictividad? ¿Qué fue de la épica minera?
R.
En este punto terminal los sindicatos administran bastante poder dentro
de las empresas en contexto de poca conflictividad. Ahora hay una
situación de desafección, que ya se reflejó en la última gran huelga, la de 2012, siendo una huelga muy a tener en cuenta: ¿qué otro colectivo afectado por los recortes se mantuvo más de sesenta días en huelga a pelo?
Y todo pese a la mala imagen de los sindicatos y de los prejubilados;
así y todo, lo hicieron y generaron una ola de solidaridad. Pero esa
huelga fue la primera sin asambleas (más allá de las informativas). El
método SOMA de siempre contagiado ahora a CCOO. En otras huelgas
mineras, cuando venían mal dadas, la gente votaba. Fue revelador de cómo
se había ido viciando la cosa. Ahora está en fase terminal y poco
agradable de ver.
P. Asturias está a la cola autonómica de
la recuperación poscrisis. También a la cola de población envejecida y
exilio juvenil. ¿Qué relación hay entre estos datos y la solución social
—cierres y subvenciones— dada para apagar la conflictividad? ¿Pan para
hoy y hambre para mañana?
Las
tasas de pobreza y criminalidad son muy bajas. Esto no es Detroit
gracias a las subvenciones arrancadas por las luchas obreras
R.
Estos indicadores económicos son reales y pintan un cuadro muy
negativo, pero sigue siendo una crisis peculiar. La tasa de pobreza en
Asturias es bastante inferior a la media española. La pobreza infantil,
la pobreza en general y las personas en riesgo de exclusión. Hoy han
dicho que tenemos la tasa de criminalidad más baja de España. Esto no es
la desarticulación social, no son bolsas de miseria, no es una
generación devastada por la droga y entregada a los pandilleros. Es una
generación de migrantes con títulos universitarios: más de un 50% de los
asturianos entre 25 y 30 años tienen título. Esto es fruto de los
subsidios de la reconversión, estamos quemando los últimos cartuchos de
aquello, la fortaleza del movimiento obrero logró que la paz social en
Asturias saliera muy cara. La aureola de la revolución del 34
y la lucha antifranquista, la potencia organizativa de los sindicatos y
la capacidad de movilización de los trabajadores dio una prórroga de
una generación por lo menos. A medida que se vayan muriendo los
pensionistas… esto peta.
Si te paseas por Gijón, verás que
seguimos viviendo en los bares, bebemos y comemos fuera constantemente,
la gente de fuera nos pregunta: "¿Pero no estabais en crisis?". Hay un
desfase entre la producción y la renta disponible, porque llegan muchas
transferencias del Estado, vía jubilaciones y otras subvenciones (que
van menguando), tenemos un nivel de vida muy por encima de lo que dice
la economía. En cualquier balanza fiscal salimos ganando de largo. A
Asturias no le interesa nada que se publiquen las balanzas fiscales como
pide Cataluña: quedaría claro que no aportamos lo que recibimos ni en
broma. Además es una realidad incómoda porque llevamos mucho tiempo
quejándonos de lo mal que va todo y del poco caso que nos hace el
Estado.
De todos modos, insisto en el contraste con el modelo anglosajón: allí quedó tierra quemada. Los 'Chavs' de Owen Jones en medio de una ruina industrial. Los jóvenes de la cuenca minera asturiana aún no son 'Chavs'.
P.
Todas las historias de la reconversión se parecen un poco, en efecto,
pero todavía hay clases: en 'Roger and Me', el documental de Michael
Moore sobre el cierre de las plantas de General Motors en su pueblo
(Flint, Michigan), hay una escena berlanguiana: las autoridades deciden
que la fórmula magistral para que Flint renazca de sus cenizas es
construir un parque temático. La apuesta, claro, no funciona, y al poco
hay una ola brutal de desahucios que convierten Flint en un suburbio
fantasma de pobres. Todo ello en un espacio de tiempo relativamente
corto. En Asturias, como dice usted, se sigue otro ritmo y no se ha
llegado a ese punto.
La
capacidad de movilización de los trabajadores dio una prórroga de una
generación por lo menos. A medida que se vayan muriendo los
pensionistas… esto peta
R. Asturias no es Detroit, tampoco
es el modelo 'thatcherista', en la cuenca minera el declive es evidente
porque hay muchas tiendas cerradas y los jóvenes se están marchando,
pero no hay esos niveles de deterioro social y urbanístico, no ves casi
gente durmiendo en la calle. Los jóvenes están en paro, en unas cifras
altísimas, pero los padres o los abuelos les pagan los estudios con el
dinero de las pensiones. España es uno de los países con la tasa de
natalidad más baja del mundo; pues bien, Asturias tiene la tasa de
natalidad más baja de España. La correlación entre trabajadores activos y
jubilados es la más desfavorable de España. Un porcentaje alto de
jóvenes ya está fuera, en Madrid como muy cerca, en Bruselas, en
Londres, con cierta cualificación y posibilidades de empleos más o menos
precarios, pero desarraigados. Y no se van a gusto, la mayoría se va de
Asturias a desgana, pero con la conciencia de que aquí no hay trabajo.
Es una sociedad de viejos.
P. ¿Debe resolver el Estado esta situación?
Hay
un desfase entre la producción y la renta disponible, porque llegan
muchas transferencias del Estado, que hacen que tengamos un nivel de
vida muy por encima de lo que dice la economía
R. Esa es
una reivindicación histórica. La crisis de la minería empieza en los
sesenta, tras el plan de estabilización, y se resuelve nacionalizando
las minas. La frase típica de empresarios y mineros desde entonces es:
el Estado tiene que resolver esto. Pero luego vino el desmantelamiento
de las empresas públicas, la destrucción del empleo industrial (subsiste
la siderurgia, con un nivel de empleo que no es el que fue). Y siempre
con la reivindicación permanente al Estado, que intervino, por ejemplo,
invirtiendo en infraestructuras, a veces sin ningún criterio y
estrategia, o directamente de un modo absurdo, como la disparatada
ampliación del puerto de Gijón [El Musel]. No había demanda de tráfico
para este superpuerto. Se construyó también una regasificadora junto al
puerto, que nos cuesta un dineral solo en mantenimiento, y ya veremos si
abrirá algún día.
El superpuerto es ahora mismo un enorme
descampando asfaltado. Literalmente. Un puerto gigantesco sin tráfico.
Con los barcos entrando y saliendo del puerto viejo. Es la obra por la
obra. El negocio es la obra, si es útil o no, ya veremos, pero mientras
dura la obra, generamos empleo para todos los precarios que andan por
ahí. Pan para hoy otra vez [24 responsables de la ampliación de El
Musel, varios de ellos cargos públicos, están a la espera de juicio.
La Audiencia Nacional les acusa de prevaricación y fraude. La acusación
particular denuncia un agujero de 250 millones de euros].
P.
El de las nuevas infraestructuras es un escenario típico
posreconversión: obras para mitigar el impacto de los cierres. Más allá
del superpuerto, el nivel de improvisación se ve incluso mejor a pequeña
escala, en los museos construidos en las cuencas mineras que nunca
llegaron a abrirse.
R. Los fondos mineros trajeron mucho
dinero a las cuencas. Los sindicatos mineros tuvieron mucho poder, pero
no tenían por qué saber de reindustrializar ni de estrategias
territoriales, debería haber sido tarea de los gobiernos, no te digo de
la patronal, porque empresarios apenas tenemos. Pero no había ni
estrategia ni proyecto, y los sindicatos, cuyos mineros habían logrado
esas ayudas, decidieron sobre infraestructuras absurdas, como la Y de Bimenes,
una autovía de salida de la cuenca minera muy poco transitada, quizá
porque no lleva casi a ninguna parte. Había dinero, había que gastarlo y
lo gastamos en cualquier cosa. Mucho hormigón, porque la patronal de la
construcción en Asturias es casi la única patronal digna de tal nombre,
y porque al no haber proyectos alternativos, se gastó en
infraestructuras: siempre tuvimos la obsesión de que ese era nuestro
talón de Aquiles.
P. Cuando a finales de los setenta
arrancó la reconversión industrial, el panorama pintaba tan negro en
Asturias como en Euskadi, pero en algún momento desviaron sus destinos
económicos. ¿Por qué la economía vasca salió mejor parada?
La fortaleza del movimiento obrero logró que la paz social en Asturias saliera muy cara
R.
La reconversión en el País Vasco fue tan dura como en Asturias, la
industria integral despareció, pero consiguieron reponerse mejor
apoyados en su tejido empresarial. Asturias no tuvo mucho tejido
empresarial autóctono, lo que teníamos era carbón, la industrialización
del siglo XIX se hizo con capital (protegido) de fuera. Dos o tres
generaciones después, estos empresarios pioneros se convierten en
burguesía asturiana, pero en los sesenta dimiten definitivamente en
favor del Estado, se deshacen de las minas y de la siderurgia y
desaparecen casi como clase social. En Asturias no hay tejido
empresarial salvo casos esporádicos, al contrario que en el País Vasco,
cuya economía estaba más diversificada de origen. Si a esto le sumamos
la soberanía fiscal vasca y su autogobierno —la autonomía asturiana es
muy sucursalista— nos hacemos una idea de las dos velocidades.
Una
señora de mediana edad sale a dar un paseo por Gijón y aparece de
pronto junto a la fábrica desaparecida donde una vez trabajó. No sabe
cómo ha llegado hasta ahí, los pies y la cabeza la dirigían hacia otro
lado, pero fue arrastrada por una fuerza desconocida. En trance… Parece
el arranque de una película fantástica, pero tiene más de realismo
social (asturiano) que de ciencia ficción. Se trata de una antigua
empleada de la fabrica de camisas IKE, cuyo cierre, en 1990, generó una las luchas más épicas y olvidadas de la reconversión industrial: el 15 de junio de 1990, las trabajadoras ocuparon la fábrica y se pasaron… cuatro años dentro.
Nuestra
protagonista aparecía por los alrededores de la fábrica en estado
parecido a la hipnosis. Extraviada. Desconcertada. Pocas metáforas
ilustran mejor el desconcierto y la crisis de identidad que atraviesa
Asturias. La historia se la contó la mujer a su psiquiatra, Guillermo Rendueles,
que trabajó en un Centro de Salud Mental hasta su jubilación y ahora
pasa consulta por su cuenta, y que ha tratado a toda una generación de
gijoneses de diversa clase y condición: obreros, burgueses, jóvenes y
mayores, todos buscando alivio psicológico.
Rendueles, antiguo profesor de filosofía de la UNED, lleva años reflexionando
sobre cómo la descomposición de las redes de solidaridad obrera
llenaron las consultas psiquiátricas. De la lucha colectiva a la terapia
individual, lo que antes te resolvía el comité de empresa y el
sindicato ahora te lo resuelve el terapeuta, del Estado del bienestar al
Estado del malestar (mental). La psiquiatrización de la derrota. De la
revolución a las pastillas.
Visitamos al doctor Rendueles en su casa y para empezar… nos habla de Malthus. El economista británico Thomas Malthus escribió en 1789 que la sobrepoblación acabaría con la raza humana en un siglo.
Sí, se equivocó, pero sus teorías demográficas, elaboradas al calor de
la revolución industrial, aún colean: o cómo ajustar la población a los
recursos existentes. ¿Qué tiene que ver esto con Asturias? Explicado en
toda su brutalidad: Y si el exilio juvenil asturiano no fuera un
problema, sino una solución perversa... Ningún político diría eso en
alto, pero…
"Yo creo que la historia actual de Asturias ya estaba en la cabeza de algunos en los años ochenta. El malthusianismo.
Malthus venía a decir que había que comerse a los niños, pero ahora,
con que la gente se marche por la crisis, basta, que Asturias quede con
una población inferior al millón de habitantes [ahora tiene 1.028.135],
quizá no más de 900.000 habitantes, como una gran barriada de Madrid.
Una población reducida, anciana, más fácilmente gestionable. Con un
tipo de sociedad que odiaría Thatcher: estabulada, pedigüeña, lo que los
anglosajones conocen como 'free riders'", explica Rendueles.
Pese
a la lluvia de subvenciones, la salida a la crisis de la minería y el
metal "no fue una salida sindical solidaria", según Rendueles: "Villa
quería sacar todo lo posible... solo para los suyos. El sálvese quien
pueda. El modelo económico asturiano es de piel de leopardo:
zonas sueltas que sobreviven con subvenciones, eternamente agradecidas a
sus sindicalistas: ahora sabemos que los principales líderes sindicales
mineros eran unos chorizos, pero la UGT sigue sacando mayoría en estos
lugares. No importa que pillaran a Villa llevando un dineral en bolsas
al banco".
En efecto, el modo en que Villa afloró el dinero fue tan cutre
que cuesta creer que hubiera sido el hombre más poderoso de Asturias.
"Estaba seguro de que no le iba a ocurrir nada. Era el Padrino. Se dice
que los domingos aparcaba su Audi en la plaza, se ponía a leer la prensa
y la gente iba subiendo al coche a pedirle favores: 'Oye, búscame un
empleo para la residencia'. Uno detrás de otro. Estaba tan metido en su
papel de Vito Corleone de las cuencas que le pareció
normal presentarse en el banco con bolsas llenas de dinero. Pero el del
banco se acojonó; debió pensar: 'Aquí vamos todos para el trullo', y
alertó a sus superiores. Pero vamos, fue una casualidad, Villa podía
haberse ido de rositas y nadie se hubiera enterado nunca de nada",
asegura el doctor.
Los
museos en las cuencas serían, según Rendueles, otra metáfora de lo que
ocurre en Asturias: la museificación de la realidad. "En el Museo de la
Minería te meten en un ascensor para bajar hasta el fondo del pozo, el
ascensor va muy lento, para que tengas la sensación de que bajas mucho,
pero solo bajas un piso, no tiene nada de real". De la mina al simulacro.
Dice Rendueles que "vivimos en una falsa solidaridad sindical"
y pone un ejemplo: en los altos hornos, los contratados comen en un
comedor al que no pueden acceder los precarios de las contratas. "Es una
región hecha puré en ese sentido, no hay solidaridad intergeneracional,
y a cambio todo está envuelto en una retórica muy progre. Es una región
desmantelada a nivel económico, pero también a nivel psicológico y
moral", asegura.
Los efectos de la crisis a nivel sanitario son diversos, según Rendueles:
1) "Hay una sobrecarga sanitaria importante.
Con una pirámide de población tan anciana es difícil planificar: los
pediatras y las matronas ven muy pocos críos, pero los de medicina
interna y vascular están hasta arriba".
En barrios como Pumarín (Gijón) más del 50% de las mujeres mayores de 60 reciben tratamiento con ansiolíticos
2)
"La tasas de suicidio están altas, también las demandas psiquiátricas.
En barrios como Pumarín (Gijón) más del 50% de las mujeres mayores de 60
años reciben tratamiento con ansiolíticos. Es una población demandante
de servicios sociales: Imserso, viajes, clubs de lectura, etc. Estos
planes, por cierto, han funcionado bien para algunas mujeres de las
cuencas que nunca habían salido de casa, y ahora viajan. Una mejora de
vida importante —falsa, porque está basada en la pura superestructura—,
pero efectiva. Por contra, para los hombres, que son más burros, las
jubilaciones prematuras fueron catastróficas, aumentaron las patologías de alcoholismo,
los accidentes, el no saber qué hacer con el tiempo libre, les dio en
la línea de flotación. Aumentaron mucho las rupturas matrimoniales a
partir de los 55 años".
3) "Hay un malestar profundo que conduce a la psiquiatría.
Todo a base de salidas individuales. A veces viven tres generaciones
diferentes de las pensiones de los jubilados. Ocurre que los jubilados
se están muriendo o van camino de cumplir los 65, cuando las pensiones
bajan".
Antes había
verdadera fe en que el turismo lo solucionaría todo, pero ahora es una
fe retórica: el último PSOE es estoico, sufriente, resignado con la
situación que les ha tocado gestionar
La pregunta del
millón es: ¿Qué ocurrirá cuando se acaben las subvenciones? Que podrían
ser sustituidas por otras más precarias para ir tirando. "El truco —y
aquí volvemos a Malthus— es reducir población. Cuantos menos seamos más fácil será vivir de los subsidios,
aunque sean de supervivencia: un salario universal de 500 o 600 euros
no es descartable en Asturias. Si vamos a 800.000 habitantes, no sería
difícil de subsidiar. Seríamos una especie de población de esquimales,
esperando a los turistas", sostiene Rendueles.
En efecto, Asturias fía ahora parte de su destino al turismo, nueva obsesión regional, psicodramas folclóricos incluidos. "Fiarlo todo al turismo es arriesgado.
Aquí hay grandes broncas cada vez que la televisión nacional anuncia
que va a llover en Asturias… y luego no llueve, como si hubiera una
conspiración contra Asturias para que no vengan los turistas, o como si
el flujo económico asturiano dependiera del hombre del tiempo. Antes
había verdadera fe en que el turismo lo solucionaría todo, pero ahora es
una fe retórica: el último PSOE —el de Javier Fernández— es estoico, sufriente, resignado con la situación que les ha tocado gestionar", zanja Rendueles.
Los periodistas
Una
foto de ocho amigos de una pandilla asturiana en la que seis de ellos
aparecen difuminados. ¿Qué les pasa? Que se han tenido que ir de
Asturias. He aquí un reportaje reciente de 'El Comercio' del que todo el
mundo habló: "El éxodo juvenil: de ocho amigos de una pandilla solo dos quedan en Asturias". Su autor: Ramón Muñiz.
Juntamos a Muñiz y Remartínez en el café-librería La revoltosa de Gijón para repasar el estado de las cosas.
PREGUNTA. Habláis mucho sobre el grandonismo ¿Qué es eso del grandonismo?
El
grandonismo es: somos la cuna de España, todos nuestros mitos
fundacionales —la Batalla de Covadonga, Pelayo— van por ahí, pero al
mismo tiempo somos la cuna de la izquierda española
D.R: Es
uno de los elementos que paralizan Asturias El grandonismo es: somos la
cuna de España, la cuna espiritual, todos nuestros mitos fundacionales
—la Batalla de Covadonga, Pelayo— van por ahí, pero al mismo tiempo
somos la cuna de la izquierda española.
P. Tremenda paradoja.
D.R: Sí.
R.M. No ya la cuna de España: la cuna de la civilización europea, según Rouco Varela,
que hace unos meses estuvo dando una charla en Asturias por el
aniversario de Covadonga y dijo que Asturias había salvado a la
cristiandad, luego aquí nació Europa.
D.R. El grandonismo es
sumarle a ese hito fundacional folclórico el mito del nacimiento de la
izquierda: de la revolución de octubre de 1934 a las huelgas mineras de
la reconversión. Todo eso junto ha generado un sentimiento de lo grandes
que fuimos, de melancolía, de lo que nos debe España por todo ello.
Esto paraliza porque extrapola todos los problemas al exterior.
R.M.
Es curioso porque ahí están todos los ingredientes —deuda histórica, no
nos están tratando como merecemos— para un gran movimiento
nacionalista… que no hay en Asturias. El grandonismo funciona mejor a
nivel psicológico que político, mira cómo se llaman las cosas en Gijón:
el campo de fútbol, El Molinón, la escalera principal de la playa, La
Escalerona [la calle con la acera más grande: La Acerona]. Nuestras
cosas son grandes de por sí, hablan por sí mismas, no necesitamos
articular un movimiento político para defenderlas.
P. Territorio 100% folclórico.
R.M. Sí.
D.R.
El punto de partida es igual al de cualquier nacionalismo: nuestra
identidad tiene algo excepcional. Y no solo eso, también tiene algo
fundacional: España se fundó aquí, la izquierda se fundó aquí. Pero no
deriva en un nacionalismo como el catalán, el vasco o el gallego porque
somos el germen de España. Pero si tú reescribes mal tu Historia, no
puedes encarar tu futuro, por hortera que suene esto. Si lo que quieres
es volver a ser lo que fuiste —o como cantaban Los Nikis: volver a ser un Imperio—
toda tu construcción de futuro se estrellará contra ese imposible, pero
si tienes una visión de ti mismo, no te digo ya más humilde, sino un
proyecto de autonomía más contemporáneo y no apoyado en mitos pasados,
puedes reinventar lo que quieres ser. No hay más que ver lo que está
pasando con la descarbonización, con lo poco que quedaba del pasado
industrial, toda la Asturias institucional ha reclamado que el carbón
siga siendo importante…
P. ¿Cómo de tocado queda este mito izquierdista con la caída en desgracia de Villa y los trapicheos de los fondos mineros?
D.R.
Villa ha desmantelado a la izquierda. No ya porque robara, eso es un
simple apéndice, sino porque empesebró a esa izquierda dinamitera, que
ya solo pedía prejubilaciones y un polideportivo en cada pueblo, en
lugar de plantear una alternativa real a la reconversión, esa izquierda
se fue paniaguando.
R.M. En realidad sí había dinero —los fondos
mineros— para construir algo parecido a una alternativa, pero lo
gestionó directamente el sindicato, y al final lo que se generó en las
cuencas fue un PRI.
Villa
apesebró a la izquierda dinamitera, que ya solo pedía prejubilaciones y
un polideportivo en cada pueblo, en lugar de plantear una alternativa
real a la reconversión, esa izquierda se fue paniaguando
D.R.
La izquierda, especialmente la sindical, no ha hecho aún revisión
crítica de esos años, balance de en qué se gastaron los fondos mineros,
es tremendo. A día de hoy sigue sin saberse cuánto dinero se gastó.
R.M. Lo que sí ha generado el escándalo Villa es un desplome moral.
D.R. ¿Tú crees que lo hay?
R.M. Sí, sin duda. Es la puntilla de todo el sistema de fondos mineros.
D.R. Yo creo que hay un desplome moral, pero ciudadano.
R.M. Cuando se supo lo de Villa
fue como cuando Pujol confesó su fortuna familiar en el extranjero.
Eran dos referentes morales, aunque estuvieran de retirada, lo habían
sido todo.
Villa explica Asturias. Es el fontanero absoluto. Deja a Jimmy Hoffa a la altura del barro
D.R. Villa explica Asturias. Es el fontanero absoluto. Deja a Jimmy Hoffa a la altura del barro.
R.M.
Con él cae todo un sistema y de pronto no tienes casi nada a la
izquierda. Está Podemos atizando a todo lo que huela a PSOE. Pero más
allá de eso, la izquierda tradicional está desnortada.
D.R. Casi
te diría que desmantelada, aunque siga gobernando la autonomía. Que en
estas circunstancias de hundimiento Podemos, IU, PSOE y los sindicatos
no sean capaces de pactar unos mínimos parlamentarios [el PSOE gobierna
en minoría y con presupuestos prorrogados en 2018] refleja un poco eso.
No hay capacidad alguna de liderazgo en ningún lado.
R.M. No son capaces, por ejemplo, de pactar temas tan urgentes como un plan para impulsar la natalidad, crear una red de guarderías gratuitas de 0 a 3 años.
Pues no se ponen de acuerdo en eso. Es la vieja guardia atrincherada
del PSOE contra un Podemos que la quiere desalojar, así que nadie hace
mayor esfuerzo. Una legislatura estéril en contexto de desplome
industrial.
P. ¿Es la hora del fatalismo?
D.R. Al grandonismo se le suma el fatalismo: no se puede hacer nada contra nuestra mala suerte.
R.M. En Asturias la indignación muere junto al culín de sidra y solo genera debate de chigre, lo cual es también muy español.
Toda la indignación muere junto al culín de sidra y solo genera debate de chigre, lo cual es también muy español
D.R.
España es muy fatalista, y ahí está la España negra, pero Asturias
especialmente. Asturias está esperando a que abra la variante de Pajares
para que llegue la prosperidad.
P. El Principado negó durante años que los jóvenes se estuvieran marchando de Asturias...
R.M.
Al principio emigraban mayormente universitarios, y aún había esperanza
de que volvieran, pero tras el estallido de la crisis, el fenómeno se
aceleró: ya no solo se marchaban los universitarios, sino los camareros,
los obreros de la construcción, sectores para los que sí había trabajo
en Asturias. Los asturianos trabajaban fuera porque cobraban más. Ahora
hay un tercer movimiento, el de los veinteañeros, aún más duro, como la
historia que sacamos en el periódico: una pandilla de ocho amigos de los
que solo dos siguen aquí. A los que se han ido les gustaría volver,
pero con las condiciones que tienen en Madrid, en Italia o en Alemania,
no se lo plantean; sería un paso atrás inasumible. 'Quiero mucho a esta
región, pero no puedo volver', piensan.
El otro drama era el de
los dos que se habían quedado en Asturias: el drama de los grupos que se
están rompiendo. Tengo ahora un compañero que en verano, cuando vuelven
los amigos, es feliz; pero cuando se acaba el verano, es el hombre más
triste del mundo. ¡Todos sus amigos están fuera! La gente con la que
creció se ha ido. Y arrastra el sentimiento de fracaso de: ¿Qué coño
hago yo aquí si todos están fuera? Esta es mi ciudad… pero mi gente ya
no está.
P.
La tentación de arreglarlo todo a golpe de obra también es algo muy
español, aunque Asturias ha entrado en una deriva especialmente
errática: de los museos vacíos de las cuencas a las obras gigantescas
fallidas: el superpuerto de Gijón —que ha resultado ser un superfiasco—,
la variante de Pajares —que no acaba de abrirse nunca— y mi favorita:
el Metrotren de Gijón, iluminación personal de Francisco Álvarez Cascos
cuando era ministro de Fomento, cuyo túnel está hecho y atraviesa la
ciudad, pero sigue sin abrirse y ha dejado un paisaje subterráneo
distópico: un conducto gigantesco, abandonado e inundado bajo los pies
de los gijoneses.
R.M. Que desde hace diez años haya un túnel vacío de 3,5 kilómetros atravesando la ciudad...
que ha consumido entre 80 y 100 millones de euros… Solo en estudios
para saber qué hacemos con el túnel nos hemos gastado 9 millones de
euros. En los momentos de expansión previos a la crisis de 2008, cuando
había dinero y nos debían todavía más dinero, la élite asturiana se
dedicaba a picotear, a mirar mucho al País Vasco, si ellos tenían un
Guggenheim nosotros podíamos tener un Niemeyer.
Por su peculiaridad orográfica, Asturias siempre se ha sentido aislada,
es el desarrollismo por la infraestructura, la infraestructura por la
infraestructura, el necesitamos más infraestructuras como mantra
permanente. Es cierto que se partía de una situación de déficit, de
menos autovías y comunicaciones. La variante de Pajares, por ejemplo, es
una obra carísima, en parte porque se hizo como se hizo, sin muchos
estudios previos, pero bueno, se está haciendo.
Desde hace diez años hay un túnel vacío de 3,5 kilómetros atravesando Gijón... Ha consumido entre 80 y 100 millones de euros
D.M.
Pajares condensa todo el grandonismo asturiano: todo lo que nos deben
se resume en los 3.500 millones de euros de esa obra. Nos deben la
conexión principal, nos deben sacarnos de este aislamiento geográfico.
Todos los políticos asturianos quieren ser los que lograron que nos
devolvieran todo lo que nos deben y los que lograron cambiar el modelo
productivo. Todas las ideas han sido iluminaciones: voy a construir un
superpuerto, voy a construir una regasificadora.
R.M. Todo eso tenía cierto sentido…
D.R. No lo tiene si no es dentro de un proyecto…
R.M.
Pero si se está muriendo la minería lo lógico es impulsar las centrales
de ciclo combinado que son el nuevo futuro. Lo que pasa es que todo eso
se impulsó sin análisis crítico y estratégico.
D.R. ¡Claro! Se redujo a generar obra pública.
R.M.
Ahora resulta que tenemos una de las ratios más altas de vías
ferroviarias, nuestra demanda permanente de infraestructuras ha
propiciado una hiperdotación en algunas cosas. Carreteras: tenemos la Y,
la S2 y la autovía minera en paralelo, y todavía se estaba proyectando
una cuarta —la S3— que se abandonó por la crisis. Pero, eso sí, luego
tienes abandonado parte del occidente de Asturias. Ha habido errores que
han costado muchísimo dinero. La variante de Pajares condensa todos
esos males: se lanzó sin tener claro el terreno, los túneles están
perforados desde hace diez años, pero cada nuevo ministro de Fomento ha
cambiado el proyecto de vías, ahora mismo tenemos un debate liliputiense
sobre si la vía debe ser o no de ancho ibérico, y mientras el túnel
sigue abierto y solo pasa el aire. Un túnel que sale a 3.500 euros por
asturiano.
El alemán
Durante su segunda legislatura como presidente del Principado de Asturias (1999-2011), Vicente Álvarez Areces
(PSOE), popularmente conocido como Tini, dijo una de esas cosas que
pueden perseguirte hasta la tumba: calificó el exilio juvenil asturiano
de "leyenda urbana". Con los años, y según fue aumentando la cifra de
jóvenes asturianos por el mundo, la "leyenda urbana" de Tini se
convirtió (a su pesar) en hito folclórico, con varias canciones
refiriéndose de un modo crítico o satírico al episodio.
Aunque
casi todo el mundo se toma ahora a cachondeo esta "leyenda urbana", el
comentario de Areces generó "rabia" al principio, como explica el
cantautor gijonés Nacho Vegas.
"Recuerdo la rabia de ver a Areces mintiéndonos a la cara cuando yo
estaba viendo cómo familiares y amigos se piraban forzosamente de
Asturias. Entonces pensé que Tini era un miserable. Recuerdo sentir una
rabia parecida cuando Rajoy dijo en 'Salvados' que los desahucios eran
cosa del pasado y yo acababa de ver a gente de la PAHD de Asturies
llorando por no conseguir parar uno. Aunque parece obvio, fue en esos momentos cuando pensé que Areces y Rajoy eran unas ratas".
Pues
bien: el causante de que a Areces se le calentara la boca fue un hombre
conocido en Gijón como "el Alemán de Cimadevilla" [antiguo barrio de
pescadores de la ciudad], el sociólogo Holm-Detlev Köhler, que si bien es alemán, lleva veinte años afincado en Asturias.
Holm-Detlev Köhler vino a Asturias temporalmente en los años noventa a coordinar el ensayo 'Asturias: el declive de una región industrial'
(Trea, 1996) y se acabó quedando tras sacarse plaza en la Universidad
de Oviedo. Gran especialista en los agujeros de la reconversión, Köhler
fue uno de los primeros en airear cifras del exilio juvenil (que
molestaron a Areces) y en denunciar el despilfarro de los fondos mineros
y las ayudas europeas (que no le hicieron muchos amigos en las
cuencas).
El despilfarro de los fondos mineros es espectacular
El
profesor Köhler tiene su despacho en un bajo de Cimadevilla. Puedes
verle desde la calle tecleando su ordenador, rodeado de pilas y
estanterías de papeles y libros. "¡Mis estudiantes se estaban marchando! Salí
en prensa hablando del exilio juvenil. A Tini le molestó. Me respondió
(sin citarme) calificándolo de leyenda urbana", recuerda Köhler, que nos
hace un resumen acelerado del ciclo largo de la crisis industrial
asturiana.
1) "No es que Asturias sea la región que menos ha
crecido desde la democracia, es que es la que menos ha crecido desde los
años sesenta, con la llegada del desarrollismo y el abandono de la
autarquía. El carbón asturiano nunca fue competitivo,
pero como España no importaba durante la autarquía, se sacaba carbón
asturiano a punta pala, materia prima mimada por el primer franquismo.
Una burbuja financiada por el Estado. Hay un año —creo que hacia finales
de los cincuenta— en el que Asturias fue la región más próspera de
España, la más rica en PIB por habitante".
2) "El despilfarro de los fondos mineros es espectacular. Asturias es una de las regiones que más dinero ha recibido por habitante de los fondos europeos.
Había varias ayudas: fondos regionales, sociales, para regiones de
carbón, de naval, de siderurgia. Y luego los fondos mineros nacionales
que consiguieron los sindicatos. En relación a la población, aquí ha
llegado más dinero que a ninguna otra región de España. Y este dinero se
ha gestionado malamente. Se ha repartido, pero no se ha gestionado.
Pero en los noventa era imposible criticar esto. Me convertí en uno de
los supuestos enemigos de Villa, pero no me gusta personalizar, prefiero
hablar de tendencias estructurales. Y no me gusta porque Villa, Tini y Cascos pecaban de esa actitud personalista, paternalista y jerárquica:
nosotros vamos a Madrid y os conseguimos las subvenciones y las
carreteras, decían a los asturianos, una personalización peligrosa y
contagiosa. Por eso no me gusta hablar en términos personales, aunque
Villa sea el mejor ejemplo de cómo se ha contaminado la cultura sindical
y socialista asturiana".
Asturias se ha convertido en un geriátrico que hay que mantener. Los jóvenes ya no pueden vivir aquí. ¿De qué van a vivir?
3) "Las condiciones de jubilación han sido inéditas a nivel europeo. Estos jubilados de oro
se mantienen a sí mismos, a sus hijos y a sus nietos. Con ese dinero se
estudia, se vive, no ha llegado aún la exclusión social y la pobreza de
otras regiones mineras europeas. Como Asturias es relativamente
pequeña, al Gobierno central le resultó relativamente barato pacificar
con dinero. Me quito este problema, aunque no lo soluciono. Esa ha sido
la estrategia hasta hoy".
4) "Asturias es la región española que más población ha perdido. Desde hace décadas. Y la más envejecida.
Y la tendencia no se frena. Se está convirtiendo en un geriátrico que
hay que mantener. Los jóvenes ya no pueden vivir aquí. ¿De qué van a
vivir?".
5) "Asturias ha sufrido más que otras regiones la falta
de interés de los Gobiernos centrales por la política industrial.
Reducir, cerrar, subvencionar o privatizar para deshacernos de la
industria, esto fue la reconversión industrial. Los gobiernos centrales
pensaban que la industria era parte del pasado, algo obsoleto, que España era un país de turismo y servicios, de construcción, finanzas y bancos, todo esto ha acabado con Asturias".
Moraleja: hace falta algo más que Tini, Villa y Cascos a lomos de Furaco para arreglar esto.