jueves, 19 de agosto de 2010

TOP MANTA: SOBRE MANTEROS, AYUNTAMIENTOS, COMERCIANTES Y CONSUMIDORES


¿Debe tener mala conciencia el comprador de productos “Top Manta” al perjudicar a comerciantes que pagan religiosamente sus licencias e impuestos?. ¿Debería perseguirse al mantero, que no hace otra cosa que ganarse la vida no teniendo otra alternativa de empleo?. ¿Hay que recriminar a los Ayuntamientos que acotan zonas para esta clase de ventas su actitud permisiva con esta actividad ilegal?. ¿Debe intervenir más contundentemente la Administración Estatal, vía Ministerio del Interior, para solucionar policialmente este asunto en el que posiblemente estén involucradas redes que obtienen pingues beneficios?.

El asunto es complicado.

Para empezar, resulta socialmente inadmisible descargar todo el peso de la ley sobre el pobre mantero, en muchas ocasiones inmigrantes ilegales cuya alternativa de ocupación sería una actividad ilícita ya dentro de la esfera delictiva pura y dura (a nadie se le puede exigir morir de hambre).

Podríamos exigir que estos inmigrantes ilegales fueran expulsados.

También, ¡seamos ambiciosos!, que se cumpla el derecho de acceso a la vivienda, a un trabajo digno o el respeto de todos los derechos fundamentales, por pedir que no quede….

Ocurre, sin embargo, que el Reino de Utopía no existe y que la solución policial -hoy por hoy- es inviable ante el hecho consumado de que las personas somos animales semovientes que nos gusta ir donde se pueda vivir mejor. Y si podemos comer caliente, en vez de pasar hambre,  ¡mucho mejor!.

¿Los ayuntamientos?. Bastante tienen ahora con capear el temporal financiero que les cayó encima. Si persiguen -en el hipotético caso de que pudiesen perseguir- el “Top Manta”, ¿estarían en disposición de ofrecer atenciones -léase servicios- sociales a las personas que se dedicaban a este menester?.

Sin dejar de ser cierto que acotar zonas para la venta resulta una chapuza, también no deja de comprenderse una postura que busca el mal menor haciendo la “vista gorda” (actitud arriesgada de quien debe acatar el cumplimiento de la Ley) y separando el Top Manta de los espacios en los que operan pequeños comercios cuyos titulares, por otra parte,  también “trinan” con esta decisión por dos motivos: uno, ya que corren el riesgo que su clientela se desplace a la zona acotada del “Top Manta”, vendiendo así todavía menos que cuando compartían espacios con los manteros; y dos: la actividad “ilegal”, sigue siendo una competencia completamente desleal al no declarar impuestos, pagar seguros sociales, licencias, etc.

También cabe hablar los principales protagonistas, los que sin su actuación carecería de sentido la actividad de venta Top Manta.

Son los consumidores. Éstos son los causantes de la existencia de la actividad, ya que sin compra, no hay venta.

Sin embargo, creo que resulta injusto calificarles como seres egoístas que se rigen por la ley del mercado adquiriendo los productos de similar calidad por un menor precio. Tampoco cabe hablar de gente ignorante que no distingue lo bueno de lo malo. A las pruebas me remito a la vista de una noticia, publicada hoy en El País, que recoge los resultados de un estudio efectuado por la Policía Local del Ayuntamiento de Cambrills en el que a la vez de afirmarse que “el abordaje policial es insuficiente”, se expone que existen “dos procesos paralelos: la enorme disponibilidad de mercancía -que llega desde Asia a través del puerto de Barcelona- y la mejora en la calidad de los productos que se ofertan, lo que supone un perjuicio aún mayor para el pequeño comercio. Uno puede comprar películas en formato de alta calidad, que no están ni en Internet. Y los bolsos, que son el producto estrella, cada año se superan en calidad. En algunos polos de marcas exclusivas solo hemos visto diferencias en los botones.

Los resultados del estudio, extrapolables a otras ciudades, indican que la mayoría de manteros subsaharianos que llegaban al litoral de Cambrils antaño pertenecían a etnias senegalesas acostumbradas al comercio y con tradición de respeto a la autoridad”.

Hacen muy bien los comerciantes en quejarse y posiblemente tengan la legalidad de su parte, pero desde una posición económica estricta el asunto es claro.

Ante similar calidad los consumidores comprarán a quienes vendan los productos más baratos, se encuentren éstos ofrecidos al público en un local, o en la acera de la calle.

Además, se puede afirmar sin ninguna duda que esta postura se incrementa exponencialmente en relación directa a la diferencia del precio de la mercancía. Cuanto menor sea el precio de un producto similar, mayor cantidad de consumidores preferirán comprarlo frente a otro mucho más caro.

Descartada la persecución policial, la lucha comercial frente al Top Manta, creo yo, debe centrarse en otro argumento económico que no gire en torno al precio del producto.

Si no se puede competir en el precio, debería competirse en calidad y no sólo de los productos vendidos sino también en la calidad comercial en un sentido amplio (presentación correcta de los productos, recepción adecuada al cliente, cumplimiento de garantías, atención comercial, servicio postventa, información detallada y completa sobre precios y características de las mercancías, etc). Ese es el campo en el que el Top Manta no tiene nada que hacer frente a los comercios tradicionales y en que éstos deberían hacer un esfuerzo para ganarse la confianza del consumidor.



1 comentario:

  1. Le felicito por su análisis sereno, contemplando los variados puntos de vista que puede tener el mismo hecho, y estoy totalmente de acuerdo en su conclusión final, el conjunto de servicios de atención al cliente también tiene un valor que muchas veces el consumidor pagamos con gusto, y nos fideliza como clientes.

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