Las telecomunicaciones se han convertido en uno de los sectores estratégicos a la hora de generar crecimiento y progreso en un país. El desarrollo de una infraestructura de telecomunicaciones sólida interviene poderosamente en el modelo económico, a través de factores como la creación de empresas, la reducción de fricción, la eficiencia de los mercados y la difusión de información. Tras el éxito económico de algunos países está la creación de infraestructuras de telecomunicaciones eficientes, capaces de soportar la creciente demanda de usos cada vez más sofisticados.
Las empresas de telecomunicaciones por su parte, están sentadas en una mina de oro. Afrontan una demanda astronómicamente creciente, y sus ingresos y beneficios crecen de forma consistente. Las cifras están a un clic de distancia. Pero lo que nos dicen es que su negocio, en realidad, se dirige hacia la quiebra. Nos hablan de "quiebra del sistema", nos intentan convencer de que es completamente imposible acomodar una demanda tan creciente de ancho de banda con la actual estructura de tarifas. Y lo dicen así, sin descomponer el gesto, cuando en realidad es una mentira con mayúsculas.
¿Qué se esconde detrás de la enorme mentira de las operadoras de telecomunicaciones? Algo que se pone manifiestamente en evidencia con solo dirigir nuestra mirada hacia países como Japón, Corea del Sur, Finlandia, Suecia u otros en los que las tarifas son planas, muchísimo más baratas que en España, y con anchos de banda nunca vistos por aquí. Lo que la mentira esconde es que, en su inmensa codicia, las operadoras llevan años facturando ingentes cantidades de dinero, pero negándose a asumir la principal obligación de un operador de telecomunicaciones: la de invertir en infraestructura. En el negocio de las telecomunicaciones, invertir en la mejora y ampliación de las infraestructuras es absolutamente fundamental para mantenerse: si no lo haces, tus clientes, lógicamente, lo demandan elevando progresivamente su número y sus necesidades de ancho de banda, a medida que la tecnología va proponiendo más usos, más atractivos y más populares. Es una ley natural y fundamental del negocio de las telecomunicaciones. ¿Que las redes se saturan? No me hagas reír: pasea por el centro de Tokio o de Seúl, y verás cómo están de saturadas. Ah, y no dejes de consultar los precios.
¿Qué pretenden las empresas de telecomunicaciones con su enorme mentira?. Lo que pretenden es esconder que España es un país con infraestructuras del siglo pasado, donde sigue predominando el cobre y falta comparativamente muchísimo desarrollo de tendido de fibra óptica. Donde la competencia es un chiste, donde los precios son los más elevados de todo su entorno a cambio de velocidades y calidad más bajas. Lo que pretenden las empresas de telecomunicaciones, tras años faltando a su obligación de invertir en el desarrollo y mejora de las infraestructuras, es conseguir que ahora el gobierno, o sea, todos nosotros, les apoyemos económicamente en esa inversión. Como nos hemos pasado años retrasando el desarrollo de la sociedad de la información en España y lastrándolo con unas tarifas que disuadían a una parte significativa de la sociedad para su entrada en la red, ahora además os vamos a subir los precios, a crear una red no neutral, y a conseguir más apoyo y subvenciones. O eso, o las infraestructuras seguirán cayéndose de viejas, las empresas seguirán sin invertir, y el desarrollo de la nueva economía en este país seguirá ralentizado por los siglos de los siglos amén.
La respuesta ante este chantaje debe ser no, un no rotundo. La respuesta debe incluir un control férreo del mercado que evite la colusión de precios, que lo obligue a funcionar como un mercado real, a pesar de ser un mercado en el que todos son clientes de todos y todos se acuestan con todos. La respuesta debe ser un regulador eficiente y la garantía por ley de la neutralidad de la red, porque solo una red neutral garantiza que siga funcionando como vehículo de progreso. Y la respuesta debe ser que cada palo aguante su vela: si te dedicas a este negocio, cumple las premisas básicas del mismo, o deja sitio a otros. El crecimiento económico se asienta sobre buenas infraestructuras y sobre empresas de telecomunicaciones responsables. No sobre mentiras.
Las empresas de telecomunicaciones por su parte, están sentadas en una mina de oro. Afrontan una demanda astronómicamente creciente, y sus ingresos y beneficios crecen de forma consistente. Las cifras están a un clic de distancia. Pero lo que nos dicen es que su negocio, en realidad, se dirige hacia la quiebra. Nos hablan de "quiebra del sistema", nos intentan convencer de que es completamente imposible acomodar una demanda tan creciente de ancho de banda con la actual estructura de tarifas. Y lo dicen así, sin descomponer el gesto, cuando en realidad es una mentira con mayúsculas.
¿Qué se esconde detrás de la enorme mentira de las operadoras de telecomunicaciones? Algo que se pone manifiestamente en evidencia con solo dirigir nuestra mirada hacia países como Japón, Corea del Sur, Finlandia, Suecia u otros en los que las tarifas son planas, muchísimo más baratas que en España, y con anchos de banda nunca vistos por aquí. Lo que la mentira esconde es que, en su inmensa codicia, las operadoras llevan años facturando ingentes cantidades de dinero, pero negándose a asumir la principal obligación de un operador de telecomunicaciones: la de invertir en infraestructura. En el negocio de las telecomunicaciones, invertir en la mejora y ampliación de las infraestructuras es absolutamente fundamental para mantenerse: si no lo haces, tus clientes, lógicamente, lo demandan elevando progresivamente su número y sus necesidades de ancho de banda, a medida que la tecnología va proponiendo más usos, más atractivos y más populares. Es una ley natural y fundamental del negocio de las telecomunicaciones. ¿Que las redes se saturan? No me hagas reír: pasea por el centro de Tokio o de Seúl, y verás cómo están de saturadas. Ah, y no dejes de consultar los precios.
¿Qué pretenden las empresas de telecomunicaciones con su enorme mentira?. Lo que pretenden es esconder que España es un país con infraestructuras del siglo pasado, donde sigue predominando el cobre y falta comparativamente muchísimo desarrollo de tendido de fibra óptica. Donde la competencia es un chiste, donde los precios son los más elevados de todo su entorno a cambio de velocidades y calidad más bajas. Lo que pretenden las empresas de telecomunicaciones, tras años faltando a su obligación de invertir en el desarrollo y mejora de las infraestructuras, es conseguir que ahora el gobierno, o sea, todos nosotros, les apoyemos económicamente en esa inversión. Como nos hemos pasado años retrasando el desarrollo de la sociedad de la información en España y lastrándolo con unas tarifas que disuadían a una parte significativa de la sociedad para su entrada en la red, ahora además os vamos a subir los precios, a crear una red no neutral, y a conseguir más apoyo y subvenciones. O eso, o las infraestructuras seguirán cayéndose de viejas, las empresas seguirán sin invertir, y el desarrollo de la nueva economía en este país seguirá ralentizado por los siglos de los siglos amén.
La respuesta ante este chantaje debe ser no, un no rotundo. La respuesta debe incluir un control férreo del mercado que evite la colusión de precios, que lo obligue a funcionar como un mercado real, a pesar de ser un mercado en el que todos son clientes de todos y todos se acuestan con todos. La respuesta debe ser un regulador eficiente y la garantía por ley de la neutralidad de la red, porque solo una red neutral garantiza que siga funcionando como vehículo de progreso. Y la respuesta debe ser que cada palo aguante su vela: si te dedicas a este negocio, cumple las premisas básicas del mismo, o deja sitio a otros. El crecimiento económico se asienta sobre buenas infraestructuras y sobre empresas de telecomunicaciones responsables. No sobre mentiras.
Fuente: Expansión
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