viernes, 23 de septiembre de 2011

Morosidad y Comunidades de Propietarios. ¡Socorro, tengo un vecino moroso en mi comunidad!



Manuel del Pozo
Fuente: Expansión

 
Y encima se trata de un moroso del tipo zorro, que son los peores, porque no sólo no pagan, sino que son tan hipócritas, falsos, aduladores e imaginativos que encima intentan ganarse la confianza de sus acreedores.

Juan –que es como se llama la criaturita– lleva 6 meses sin pagar la comunidad y dudo mucho que algún día lleguemos a atraparle.

Empezó siendo un moroso tipo búfalo, que son los que se ponen chulos, violentos y agresivos. Resulta que sin consultar con nadie puso en su terraza un toldo verde. En una reunión de la comunidad se decidió por mayoría poner toldos color crema.

Y aquello fue la hecatombe. Juan sacó primero el búfalo que lleva dentro defendiendo su toldo verde, y en los meses siguientes pasó por todos los tipos de morosos que existen. Después del búfalo se convirtió en un león (autoritario, prepotente y arrogante), luego en escorpión (resentido, hostil, suspicaz y muy desconfiado), más tarde en avestruz (el moroso escurridizo que ignora la realidad), luego le dio por el tipo mono (se hacía el divertido y se tomaba a broma sus deudas), y ahora se ha transformado en el erizo, que se hace el sumiso y el remolón esperando tranquilamente a que el acreedor (mi comunidad de vecino) se canse y abandone. No parece importarle que le hayamos negado el saludo, ni que le pongamos mala cara cuando nos cruzamos con él por la calle.

Juan forma parte de la creciente tribu de morosos que se escaquean de pagar los gastos de la comunidad, lo que está poniendo al borde de la quiebra a muchas fincas y, lo que es más injusto, obliga a los propietarios cumplidores a aumentar sus aportaciones (las temidas derramas) para poder mantener los servicios que ofrece la comunidad o para poder acometer determinadas reformas en los edificios.

El número de morosos vecinales ha crecido un 46% en dos años, y los impagos ya afectan a una de cada cinco comunidades de propietarios. En total, los morosos deben 375 millones de euros sólo en Madrid. Es verdad que algunos son realmente insolventes a causa de la crisis, pero son sólo un 26% del total, y en este caso los vecinos suelen ser muy comprensivos.

Aunque parezca un contrasentido, los principales morosos son Emilio Botín, Francisco González, Isidro Fainé y Rodrigo Rato. Bancos y cajas se están adjudicando inmuebles por ejecuciones hipotecarias o por daciones en pago o de promotores que no consiguen venderlos. Estas entidades suponen un 12% de los morosos y un 30% del importe adeudado, ya que tardan entre seis y nueve meses en ponerse al día de las cuotas, tras tomar posesión de las viviendas.

A pesar de que supone un problema serio, las comunidades de vecinos suelen ser reacias a sentar en el banquillo a los morosos, por una cuestión de tiempo y dinero. Las comunidades están acostumbradas a amenazar a los morosos con emprender acciones legales, pero no a hacerlo por desconocimiento o por pensar que el procedimiento les va a costar más de lo que van a obtener.

Esto puede empezar a cambiar con el nuevo Programa de Lucha contra la Morosidad en las Comunidades de Propietarios (PLCNM) que han puesto en marcha los Administradores de Fincas y las compañías aseguradoras Acción Legal, Logalty, Arbitralia, El Derecho Editores, Mapfre y Arag. Se trata de una herramienta legal que no tendrá coste para los vecinos –las empresas sólo cobran de las costas judiciales en caso de ganarse– y que será la encargada de todo el proceso de reclamación de las cantidades adeudadas.

Mi querido vecinito Juan ya no va a recibir una carta de apremio del administrador como hasta ahora, a la que no hace ni caso. Esta vez la misiva será de un bufete de abogados, que eso atemoriza más. Y si en 72 horas no ha pagado, se inicia un procedimiento judicial que se prolongará cinco meses de media.

Hay comunidades en las que la mora supera los 60.000 euros, sobre todo cuando la entidad financiera o el promotor tienen varios inmuebles en un edificio y no pagan, lo que obliga al resto de vecinos a hacer frente a enormes gastos para poder pagar siquiera la luz y el seguro de la finca. La experiencia demuestra que a los promotores, o les llevas a juicio, o no pagan, mientras que los bancos pagan tarde –hasta un año–, pero al final terminan retratándose.

Pagaría por ver la cara de mi vecino cuando le llegue la carta de apremio. A ver si le quitan el BMW ése del que tanto alardea. Eso sí, como este año me rehuye no ha podido jorobarme las vacaciones. Es que además de moroso es el típico vecinito que intenta jorobarte las vacaciones. Porque aunque hagas el superviaje del siglo, el vecinito te va a preguntar por algo que seguro que no has visto y te dirá aquello de “¡Qué lástima que no lo hayas visto, porque es algo inolvidable que nadie se debería perder!”. Encima de moroso, tocapelotas.

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