Deporte escolar o el respeto al prójimo
25 de Abril del 2016 - José Luis Peira (Oviedo)
Oviedo un sábado. Camino por lugar céntrico y entro en un colegio
porque en el patio se juega un partido de baloncesto. Son niños de unos
cinco años, muy pequeñines, que con ilusión y no mucha destreza intentan
tirar a una canasta de mini básquet a la que apenas rozan.
A pocos metros de mí un par de padres, supongo, suponen de niños
jugadores, prácticamente pisando la línea de banda. Son una suerte de
treintañeros en zapatillas de aspecto corriente, muy, muy corriente, y
vomitan instrucciones sin parar a sus respectivos rapacines. Me aseguro
de que no son entrenadores pues estos se hallan al otro lado de la
pista. Me pasma su comportamiento, ellos creen que animan o aleccionan y
lo único que hacen es confundir a los críos, estresarlos y para mi
asombro faltar al respeto a jugadores del equipo contrario: ¡hablo de
nenes de cinco o seis añitos!
Me consta que estos comportamientos son el pan nuestro de cada finde en todas las canchas deportivas del panorama patrio.
Conclusión. ¿No se puede hacer nada con estos mentecatos? Las
asociaciones escolares, las federaciones, o el FBI deberían tomar
medidas para que estos pobres diablos no hicieran alarde de su
frustración emocional nublando lo que debería ser una linda mañana de
sábado y deporte escolar.
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