Los bancos son los grandes beneficiados por la existencia de los planes privados de pensiones. No sólo tienen la exclusiva de custodiar todo el dinero colocado en ellos, sino que también están detrás de las principales gestoras. Ambas circunstancias reportan a la banca más de mil millones anuales de ingresos.

A 31 de diciembre de 2016, el patrimonio de los fondos privados de pensiones ascendía a 106.839 millones de euros, según datos de la patronal del sector, Inverco. Se incluyen ahí los planes individuales (dirigidos al público en general), los de empleo (promovidos por las empresas para sus trabajadores) y los asociados (promovidos por organizaciones como los sindicatos para sus afiliados).
Ese patrimonio, que ronda el 10% del PIB, debe permanecer depositado en las entidades financieras, que reciben una comisión a cambio. La Dirección General de Seguros, en su último informe, señalaba que la media de 2015 fue del 0,14%. Si el porcentaje se hubiera mantenido en 2016, la banca se habría embolsado casi 150 millones de euros sólo por dicho concepto.

La custodia del patrimonio de los planes de pensiones no es, sin embargo, el negocio más cuantioso de la banca en relación con ellos. La mayor parte de sus ingresos obedecen al hecho de que los bancos controlan las principales gestoras del país. El año pasado, esas gestoras superaron los 80.000 millones de euros de patrimonio y facturaron por comisiones unos 950 millones, suponiendo también que la media hubiera sido la misma que en 2015: el 1,18%.

La suma de lo percibido por los grupos bancarios gracias al depósito y la gestión del dinero de los planes de pensiones (más de mil millones) supone el 0,9% del total del patrimonio de este instrumento de ahorro, cuyo rendimiento ha caído en picado debido a los bajos tipos de interés de la renta fija y a la errática evolución de la Bolsa, que concentran el grueso de sus inversiones. En 2016, la rentabilidad a 15 años fue del 2,45%.