lunes, 11 de mayo de 2020

Deportistas y paseantes bajo sospecha


Deportistas y paseantes bajo sospecha

En el BOE del pasado sábado se publicó la orden ministerial que reguló los detalles sobre la fase 1 de la denominada desescalada permitiendo, entre otras actividades, la libre circulación dentro de la provincia -en nuestro caso, Comunidad Autónoma- y acudir a comercios y terrazas de hostelería en horario de apertura. Esto es, a partir de hoy los ciudadanos podrán circular libremente por el territorio para utilizar los servicios autorizados, pudiendo reunirse en las terrazas de los locales de hostelería grupos de hasta 10 personas, sin que les afecte límite horario específico, ni franja de edad. Nada habría que objetar a ello si esta decisión se basase en criterios estrictamente sanitarios.

Sin embargo, ello no resiste un mínimo análisis basado en el sentido común al mantener los límites horarios y de franja de edad para los paseos y actividades deportivas.

Es, sencillamente, absurdo.

Dejando al lado la surrealista distinción entre "paseos" (limitados a un kilómetro de distancia desde el domicilio y una hora de duración) y práctica deportiva individual (como si un paseo para muchas personas no fuesen práctica deportiva, y viveversa) no sujeta al limite de hora ni de distancia, ¿qué sentido, desde el punto de vista sanitario, posee mantener franjas horarias para el paseo y el deporte, y no para acudir a terrazas de bares y cafeterías? ¿No era más importante la salud que la economía? ¿Es coherente limitar el paseo a 1 kilómetro desde el domicilio y no limitar la circulación por cualquier medio -a pie, en bicicleta, en automóvil- para acudir a una terraza o a un comercio? ¿Es, sanitariamente aceptable y coherente que en un episodio pandémico se puedan reunir 10 personas en la terraza de un bar y no puedan correr juntas dos personas en una zona aislada? 

La permisión de la libre circulación y apertura de comercios y terrazas de hostelería va a suponer"de facto", la supresión de las intensísimas limitaciones hasta ahora impuestas a la población; esto es, la supresión del confinamiento domiciliario. Ello, tal como está legislado, es una realidad reconocida con la boca pequeña cuando, reconociendo a su vez estas contradicciones, se apela por parte de los gestores políticos a la "responsabilidad social e individual". 

Sin embargo, algo falla. No se compagina bien esta apelación a la "responsabilidad social e individual", con la desconfianza absoluta que se ha mantenido con la ciudadanía hasta el momento, presentándonos a portavoces uniformados recordándonos las llamas del infierno sancionador que nos aguardaban en caso de incumplir el estricto encierro domiciliario impuesto ¿Por qué no se invocó antes esa "responsabilidad social e individual" para aliviar por ejemplo el estricto confinamiento padecido por los niños? ¿Por qué se confía de esta forma tan pintoresca en la ciudadanía ahora?

Y hablando de responsabilidad social e individual ¿Por qué los paseantes y deportistas son, cara a la norma, ciudadanos de segunda, sospechosos y a los que se tiene que limitar su libertad y, sin embargo los clientes de las terrazas y comercios, no, presumiendo en ellos el ejercicio de la responsabilidad individual y social reclamada? ¿Los deportistas y paseantes tienen menos responsabilidad social e individual que el resto de la ciudananía o será que el correr y pasear son, a diferencia del comercio y de la hostelería,  actividades no lucrativas? ¿Qué formas son estas de anteponer la salud a la economía? La conclusión que se extrae es que los paseantes y deportistas son administrativamente sospechosos, pese a que las prohibiciones se establezcan siendo eficaces no para quienes cumplen las leyes -a éstos no les hará falta- sino, precisamente, para quienes las incumplan...Y si hay algún principio que -salvo excepciones- se respete en el deporte es el juego limpio...¡Tan difícil de entender para algunos!

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