Deportistas
y paseantes bajo sospecha
En el BOE del pasado sábado se publicó la orden ministerial que reguló los detalles sobre
la fase 1 de la denominada desescalada permitiendo, entre otras actividades,
la libre circulación dentro de la provincia -en nuestro caso, Comunidad
Autónoma- y acudir a comercios y terrazas de hostelería en horario de apertura.
Esto es, a partir de hoy los ciudadanos podrán circular libremente por el territorio para
utilizar los servicios autorizados, pudiendo reunirse en las terrazas de los locales
de hostelería grupos de hasta 10 personas, sin que les afecte límite horario
específico, ni franja de edad. Nada habría que objetar a ello si esta decisión
se basase en criterios estrictamente sanitarios.
Sin embargo,
ello no resiste un mínimo análisis basado en el sentido común al mantener los
límites horarios y de franja de edad para los paseos y actividades deportivas.
Es,
sencillamente, absurdo.
Dejando al
lado la surrealista distinción entre "paseos" (limitados a un
kilómetro de distancia desde el domicilio y una hora de duración) y práctica
deportiva individual (como si un paseo para muchas personas no fuesen práctica
deportiva, y viveversa) no sujeta al limite de hora ni de distancia, ¿qué
sentido, desde el punto de vista sanitario, posee mantener franjas horarias
para el paseo y el deporte, y no para acudir a terrazas de bares y cafeterías?
¿No era más importante la salud que la economía? ¿Es coherente limitar el paseo
a 1 kilómetro desde el domicilio y no limitar la circulación por cualquier
medio -a pie, en bicicleta, en automóvil- para acudir a una terraza o a un
comercio? ¿Es, sanitariamente aceptable y coherente que en un episodio
pandémico se puedan reunir 10 personas en la terraza de un bar y no puedan
correr juntas dos personas en una zona aislada?
La permisión
de la libre circulación y apertura de comercios y terrazas de hostelería va a
suponer"de facto", la supresión de las intensísimas limitaciones
hasta ahora impuestas a la población; esto es, la supresión del confinamiento
domiciliario. Ello, tal
como está legislado, es una realidad reconocida con la boca pequeña cuando, reconociendo a su vez estas contradicciones, se apela por parte de los gestores
políticos a la "responsabilidad social e individual".
Sin embargo,
algo falla. No se compagina bien esta apelación a la "responsabilidad
social e individual", con la desconfianza absoluta que se ha mantenido con
la ciudadanía hasta el momento, presentándonos a portavoces uniformados
recordándonos las llamas del infierno sancionador que nos aguardaban en caso de
incumplir el estricto encierro domiciliario impuesto ¿Por qué no se invocó
antes esa "responsabilidad social e individual" para aliviar por
ejemplo el estricto confinamiento padecido por los niños? ¿Por qué se confía de
esta forma tan pintoresca en la ciudadanía ahora?
Y hablando
de responsabilidad social e individual ¿Por qué los paseantes y deportistas
son, cara a la norma, ciudadanos de segunda, sospechosos y a los que se tiene
que limitar su libertad y, sin embargo los clientes de las terrazas y
comercios, no, presumiendo en ellos el ejercicio de la responsabilidad
individual y social reclamada? ¿Los deportistas y paseantes tienen menos
responsabilidad social e individual que el resto de la ciudananía o será que el
correr y pasear son, a diferencia del comercio y de la hostelería, actividades no lucrativas? ¿Qué formas son estas de anteponer la salud a la economía? La conclusión que se extrae es que los paseantes y deportistas son administrativamente sospechosos, pese a que las prohibiciones se establezcan siendo eficaces no para quienes cumplen las leyes -a éstos no les hará falta- sino, precisamente, para quienes las incumplan...Y si hay algún principio que -salvo excepciones- se respete en el deporte es el juego limpio...¡Tan difícil de entender para algunos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario