El comercio electrónico está llamado a ser una eficaz herramienta tanto para los consumidores como para los propios empresarios; facilita la adquisición de los productos evitando desplazamientos y aglomeraciones; a su vez, también resulta una ventaja el abaratamiento de los productos ofrecidos a través de Internet, como consecuencia de la reducción de costes empresariales.
Las empresas se ven beneficiadas del comercio on-line ya que a la reducción de costes anteriormente aludida (personal, inmuebles, stocks de productos en almacenaje u otros), se suma la ampliación de la potencial clientela ahora convertida en la totalidad de la población con acceso a Internet.
También existen barreras al desarrollo del comercio electrónico tales como la impresión de inseguridad que genera los pagos a través de la Red y el temor a los fraudes.
Dejando al lado estos problemas, que adoptando diversas medidas de seguridad se reducen drásticamente, al consumidor se le ofrecen en Internet diversos instrumentos para adquirir los productos más baratos, pudiendo conseguir un ahorro que puede llegar al 30 por 100, con respecto a las compras tradicionales.
Son los “comparadores de precios”, básicamente páginas web que utilizan un motor de búsqueda similar al utilizado por Google, pero con la peculiaridad de que exclusivamente localizan productos o servicios, ordenando los resultados en función de su precio.
Una vez determinado el producto o servicio del que se solicita información, aparece una ficha con el precio, una descripción del mismo y, frecuentemente, una lista de opiniones de usuarios con las puntuaciones de éstos.
Entre estos “comparadores de precios” se encuentran los siguientes:
Existen incluso algunos “comparadores de precios” en productos o servicios concretos; por ejemplo:
Tarifasmóviles, especializado en telefonía móvil.
Hipolisto, dedicado a la búsqueda de créditos hipotecarios.
Atrápalo, para viajes (alojamiento, transporte, restaurante y ocio).
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