¿Son fiables los ensayos clínicos que se realizan para autorizar la comercialización de medicamentos?. ¿Son neutrales todos los investigadores que avalan con sus publicaciones la eficacia de los medicamentos?. ¿La industria farmacéutica facilita toda la información disponible sobre un nuevo producto que le interesa colocar en el mercado?.
Este reportaje responde a estas preguntas poniendo como ejemplos de malas prácticas tres medicamentos muy significativos, puesto que se utilizan como antidepresivos y antipsicóticos siendo esta clase de medicamentos -íntimamente asociados a la “medicamentalización” de nuestro estilo de vida- los que han experimentado en los últimos años un mayor incremento de ventas.
Medicina basada en el 'marketing'
AINHOA IRIBERRI
Diario Público http://www.publico.es/
Un estudio sugiere que en muchos casos es la promoción la que motiva la aprobación de medicamentos
La mala imagen de la industria farmacéutica no es una novedad y los propios laboratorios llevan años intentando quitarse de encima el estigma de sector desalmado. Sin embargo, cada cierto tiempo salen a la luz nuevos documentos que demuestran prácticas cuestionables dirigidas únicamente a la promoción de la venta de un medicamento.
El investigador del departamento de Psicología de la Universidad Estatal Metropolitana de Minnesota (EEUU) Glen Spielmans ha recopilado una serie de documentos internos de distintos laboratorios utilizados en juicios para lanzar su particular teoría: que la medicina basada en la evidencia, lo que parece guiar la aprobación de fármacos, ha quedado anticuada en favor de una nueva tendencia, la medicina basada en el marketing.
La publicación de un ensayo en una revista no siempre es una garantía
Spielmans sostiene que el ensayo controlado aleatoriamente, el tipo de estudio clínico que compara un fármaco con un placebo, ha sido corrompido por prácticas oscuras que ayudan a mejorar las ventas de productos. En la práctica, esto significa que el método tradicional para evaluar un fármaco, su publicación en una revista de prestigio, ya no es válido. La razón: los laboratorios han desarrollado herramientas para saltarse los sistemas de control de estas revistas y para hacer que sea la propia sociedad la que demande fármacos que, en condiciones normales, no serían desarrollados ni aprobados por las autoridades reguladoras.
La más conocida de estas estratagemas es la denominada escritura fantasma (de ghostwriting, en su forma inglesa). Así se denomina a la práctica de los laboratorios de diseñar y escribir ensayos clínicos para su posterior publicación en revistas y utilización en la evaluación de fármacos y conseguir que los firmen figuras de elevado prestigio, normalmente investigadores de prestigiosas instituciones académicas.
Para su tesis, que ha publicado recientemente en la revista Bioethical Inquiry, el autor utiliza trabajos previos. El primero es del investigador del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Salud y Ciencias de Oregón (EEUU) Erick Turner, que acuñó el término "pequeño secreto sucio" para definir la supresión de datos negativos de las investigaciones que finalmente ven la luz. Este especialista publicó en The New England Journal of Medicine, una de las revistas más prestigiosas, un estudio en el que revisaba los datos clínicos sobre antidepresivos enviados a la agencia que regula la aprobación de nuevos fármacos en EEUU, la FDA. Este organismo requiere de los laboratorios todos los datos sobre el fármaco que se evalúa, con independencia de si han sido o no publicados en revistas de referencia.
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