domingo, 23 de mayo de 2010

INCINERACIÓN DE RESIDUOS. LA BASURA EN NUESTROS PULMONES. ARTÍCULO DE ANTONIO MUÑOZ ÁLVAREZ PUBLICADO EN EL DIARIO "EL COMERCIO".

Cogersa fue una iniciativa pública brillante que solucionó la recogida de residuos sólidos urbanos. Empezó acumulando basura en el vertedero y poco a poco se ampliaron los procesos de aprovechamiento de los gases combustibles y la depuración de los líquidos que expulsan las basuras (lixiviados). El aprovechamiento energético de los gases emitidos por la fracción orgánica ha llegado a proporcionar la energía necesaria para el funcionamiento de la propia Cogersa y unos ingresos considerables para, por una parte, abaratar los costes del servicio y, por otra, vender electricidad a la red. El compostaje de restos vegetales y de estiércoles de ganado también son ahora producciones estables de Cogersa para el mercado agrícola y ornamental.
El éxito deCogersa es indudable. Se lograron eliminar la totalidad de los vertederos municipales. Se consiguió unir a todos los ayuntamientos en una empresa común que funciona. ¿Porqué cambiar? La empresa consorcio dispone de unas instalaciones en las que se ha invertido mucho dinero y que van respondiendo paulatinamente a las necesidades de un complejo de gestión integral de residuos de todo tipo. Sorprenden sin embargo, los escasos resultados conseguidos en uno de los objetivos más importantes que se había planteado Cogersa: la reducción del volumen de basuras recibido de los asturianos y su selección sistemática en origen, separando diferentes tipos de basuras para facilitar de forma efectiva la reutilización y su reciclado. Su principal objetivo: «Contribuir a la mejora global del medio ambiente asturiano a través de una correcta gestión de residuos, cumpliendo la jerarquía establecida por la normativa (fomentando, por este orden, su reducción, reutilización, reciclado y otras formas de valorización) e impulsando o desarrollando proyectos, soluciones y servicios adaptados a las nuevas necesidades, normativas y técnicas disponibles en cada momento para minimizar el impacto ambiental y maximizar la recuperación de los recursos». Y sigue. «Prevenir la contaminación ambiental, asegurando el control de nuestras emisiones, fomentando la utilización de tecnologías y procesos que minimicen el consumo de recursos naturales y la cantidad de emisiones perjudiciales, en cuanto sea posible técnica y económicamente». Para decidir con tanta rotundidad la necesidad de la incineradora, ¿han cambiado los estatutos? ¿Los han tirado al vertedero o, mejor, los están incinerando? ¿Qué impide ser competitivo y, agudizando el ingenio, lograr el aprovechamiento y la comercialización eficiente del papel-cartón (20,6% bolsa negra), maderas, textiles (10,9% b. n.), plásticos (10,8% b. n.), materia orgánica (38,2% b. n.), entre otros productos? Con el tiempo y los deberes a medio hacer, llegamos a la colmatación del vertedero central motivado por el continuo aumento de los residuos producidos por habitante y año, y por una escasa reutilización y reciclaje de las basuras.
Por otra parte, en Asturias llevamos un siglo de emanaciones gaseosas industriales sin control. En enfermedades pulmonares somos líderes y, en aras del progreso y del desarrollo insostenible todo, se ha perdonado por el mantenimiento de los puestos de trabajo. Al aire se vertió y se vierte de todo y siempre ha sido muy difícil cuantificar los efectos perversos sobre la salud de los asturianos y sobre todo en lo que se refiere a la contaminación de acuíferos, suelos, praderas, frutales y animales. Se han emitido millones de metros cúbicos de gases problemáticos que se han esparcido por miles de hectáreas, debilitando la salud de las plantas y la salud de nuestros animales, acidificando la tierra, contaminando las fuentes. ¿Por qué no se obliga a instalar esos maravillosos filtros, que dicen tan eficaces, a los hornos crematorios que nos rodean por doquier? Ahora quieren añadir a la enorme concentración de térmicas de la zona central, plantas de cogeneración (cada vez más) y grandes empresas industriales (Arcelor, Fertilizantes, etcétera), un negocio más a cuenta de todos nosotros, los ciudadanos. ¿Han realizado los pertinentes estudios sobre diferentes ubicaciones y alternativas para la puesta en servicio de un nuevo vertedero? ¿Dieron como resultado un impacto ambiental superior a la incineradora?.
Considerar a toda Asturias como vertedero, gasificando las basuras y expulsando al aire que todos respiramos todo tipo de tóxicos, es muy grave. Hay días sin viento. El cielo aparece cargado de nubes y se ven perfectamente concentraciones importantes de smog en ciudades y valles, marrones, oscuros, nocivos. Una realidad hoy. Y quieren añadir al cóctel gaseoso las emanaciones de una macro-incineradora. Todos esos gases pueden acabar arrastrados por un denso orbayu en las hojas de hortalizas y árboles frutales y forrajes para, finalmente, acabar en la tierra y de ahí a las aguas. Cogersa debe cumplir los objetivos de su constitución y evitar cualquier tipo de contaminación de nuestra atmósfera. El ciclo del agua en Asturias, que hay que preservar por encima de todo para asegurar la calidad de las aguas que llegan a nuestros manantiales y captaciones, se vería seguro afectado. La lluvia y la nieve lavan constantemente la atmósfera y se impregnan de sus componentes transportándolos hasta todos los rincones del Principado. La incineración no elimina la basura, sino que la extiende transformada por el aire, el agua y la tierra, produciendo cenizas de difícil reutilización. La incineración genera menos energía que la que se necesita para producir parte de las materias primas que quema, como papel, madera, etcétera.
El desarrollo sostenible no admite esta solución, que resulta incompatible con la conservación integral de los recursos naturales. Siempre ha habido leyes y normas legislativas que prohíben la emisión de gases tóxicos y el vertido de sustancias contaminantes y los asturianos pueden juzgar su cumplimiento y eficacia hasta ahora. La eliminación de los todos los riesgos es tan cara, que hace poco atractivo el negocio. No debemos consentir la destrucción de recursos que podrían aprovecharse con más eficiencia energética. Podemos cambiar de actitud, dejar de adorar al fuego como los cavernícolas y aplicar tecnologías limpias. Quemar la fracción orgánica de las basuras, por ejemplo, es una barbaridad y, además, carísima. Las incineradoras emiten al medio ambiente cientos de sustancias tóxicas. Provocan malformaciones, alteraciones en el sistema nervioso central y en los sistemas inmunológico y hormonal, problemas en pulmones y riñones y cáncer, entre otros. Enfermedades asociadas a la exposición de tóxicos, sobre todo en ancianos y niños.
Si nos fijamos en el tamaño elegido, con una capacidad para incinerar entre 400.000 y 500.000 toneladas al año, se supone que para optimizar el rendimiento de la instalación se tendría que quemar prácticamente la totalidad de los residuos sólidos urbanos y asimilables (466.362 toneladas en 2008).
La construcción de la incineradora es una equivocación muy grave que se puede evitar. Estamos a tiempo. Nos ahorraríamos mucho dinero y daños seguros a nuestras producciones agrarias y ganaderas muy afectadas por las emanaciones actuales. Simultáneamente, evitaríamos su negativo impacto sobre la salud de una población cada vez más envejecida y, por lo tanto, muy sensible. Algunos asturianos no queremos que la basura, de una forma u otra, acabe en nuestros pulmones.
Artículo de Antonio Muñoz Álvarez, Ingeniero Agrónomo, publicado el 23.05.10 en el diario  "El Comercio"
  

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