lunes, 13 de septiembre de 2010

CRISIS Y CONSUMO. EL IMPACTO DE LA CRISIS EN LOS CONSUMIDORES

CRISIS Y CONSUMO: CONCLUSIONES DEL ENCUENTRO DE EXPERTOS SOBRE EL IMPACTO DE LA CRISIS EN LOS CONSUMIDORES.

Por Javier Garcés Prieto. Presidente de la Asociación de Estudios Psicológicos y Sociales . Profesor e Investigador de Psicología del Consumidor

El 10 de mayo pasado se celebró en Zaragoza un encuentro para analizar las repercusiones de la crisis en los consumidores, con la participación de expertos de universidades , instituciones y asociaciones de consumidores.

En la ponencia que presentamos en el Encuentro, junto con los profesores Francisco Palací y Marta Ruiz de la UNED, Blanca López-Araujo de la Universidad Carlos III y Alejandro Salcedo del Instituto de Consumo de Castilla-La Mancha, se puso de manifiesto que la crisis estaba teniendo un efecto “traumático” en los consumidores, produciendo importantes cambios en sus comportamientos.

Tras un intenso trabajo de recopilación de datos económicos y la realización de un amplio estudio de campo, se concluyó que la crisis ha propiciado -además de cambios coyunturales que desaparecerán si la situación mejora- otros cambios más decisivos y profundos en las actitudes de los consumidores y la reconsideración de muchas de las ideas y hábitos que hasta ahora tenían asumidos. Entre estos efectos, consideramos más significativos los siguientes:


1º. Recuperación de niveles más aceptables de prudencia económica y aversión al riesgo.

La crisis ha hecho comprender a los consumidores los riesgos de dejarse llevar por la inconsciencia y el optimismo excesivo en la administración de su economía.

En años anteriores, la publicidad y las facilidades ofrecidas por las entidades bancarias, les habían hecho pensar que, si les hiciera falta, no tendrían ninguna dificultad en renegociar o aplazar los pagos. Por ello, en el año 2008, a pesar de que en España el nivel de endeudamiento familiar se había multiplicado por tres en poco más de una década, continuaban viendo el futuro económico de una forma despreocupada. Actualmente el 95,9% de los consumidores afectados por la crisis afirma que se lo pensará más antes de endeudarse y el 89,4% que intentará tener más dinero ahorrado.

Una de las consecuencias de la crisis será la disminución de la “frivolización del crédito”, hasta ahora imperante.


2º. Pérdida de la confianza “reverencial” en las instituciones y responsables financieros.

Desde hace años ha existido una relación de sumisión de los ciudadanos hacia los “expertos financieros”. En lo que respecta a los bancos y cajas, los consumidores tenían una actitud “reverencial” basada en la confianza de la objetividad y certeza de sus asesoramientos y consejos.

Parecían ser profesionales expertos y prudentes en los que se podía confiar y que dominaban claves económicas que a los demás les estaban vedadas.

Es evidente que esta actitud ha cambiado totalmente por efecto de la crisis económica, en la que ha quedado claro lo imprudentes e irresponsables que eran muchos de estos “expertos”, algunos de ellos situados en los niveles más altos de la estructura financiera mundial.

El 75,2 % de los consumidores afirman que después de la crisis desconfiaran más de lo que digan o aconsejen las entidades financieras (bancos y cajas) y los expertos económicos.


3º. Corrección de excesos consumistas.

En los años anteriores una gran parte de consumidores se habían entregado a muchos excesos consumistas. Uno de los efectos del cambio de clima socioeconómico que ha traído la crisis, es que se han frenado algunos de estos excesos y se ha recuperado, al menos en parte, la sensatez y la prudencia. Aunque el traumatismo social de la crisis desaparezca, las circunstancias y las actitudes de los consumidores no serán ya las mismas.

El 91,1% de los consumidores afectados por la crisis manifiesta que, aunque pase ésta, procurará gastar menos que antes.


4º. La vuelta de la “economía domestica”.

La crisis ha mostrado que el derroche y el descontrol no es el camino adecuado para manejar la economía personal o pública, y que es necesario volver a los sanos hábitos de contabilidad domestica, previendo razonablemente ingresos y gastos, prestando atención a las compras domésticas y a las estrategias de ahorro “minimalistas”.

Una de las reacciones de los consumidores ante la crisis ha sido la compra de artículos de marca blanca y el reemplazo de los productos más caros por sucedáneos u otras alternativas de más bajo precio. Son cambios favorecidos por la crisis pero no desaparecerán cuando acabe, puesto que los consumidores los van a ir incorporando, de forma permanente, a su estilo de vida.

El 97,6 de los consumidores afectados por la crisis dicen que en el futuro procurarán llevar un mejor control de su economía, prestando más atención a ingresos y gastos.


5º. Un nuevo modelo de consumidor más racional y menos emotivo.

La crisis está propiciando comportamientos más racionales y selectivos en las compras. El 66,9% de los consumidores afirma que ahora es más racional en la compra, prestando más atención al precio y al valor de uso de los productos, que a sus componentes “emotivos”.

El consumidor ha redescubierto su capacidad para controlar o reducir su consumo y los beneficios que conlleva este control.


6º. Un nuevo modelo de movimiento de los consumidores.

La actual crisis ha mostrado también a los consumidores la necesidad de organizarse frente a los otros agentes económicos y de su participación activa como tales agentes.

El 89,2% de los consumidores afirman que, tras la crisis “estarán más concienciados respecto a la necesidad de que los consumidores nos unamos para defender nuestros intereses”.


7º. Desarrollo del “consumidor-productor”. 

El término “prosumidor”, se utiliza para referirse al individuo que simultanea la actividad de productor y consumidor. Con la crisis se ha potenciado el “prosumo” por necesidad, es decir, para ahorrar el coste de las tareas que desarrollan los profesionales correspondientes: montar muebles, realizar arreglos domésticos de electricidad o albañilería, etc.

Ante la creciente participación en las cadenas de comercialización de agentes que lo encarecen, sin añadir valor al bien en cuestión, cada vez más consumidores asumen el rol de “prosumidores” con la vuelta al autoconsumo de productos cultivados, cocinar en lugar de comprar platos preparados, el regreso de la “tartera” o los circuitos urbanos como gimnasio.


8º. Potenciación de la economía no monetaria y desarrollo de canales de comunicación e intercambio entre los consumidores.

La crisis y las nuevas tecnologías, están propiciando el nacimiento de un nuevo mercado basado en el intercambio directo de productos o servicios entre los consumidores.

En Internet los consumidores pueden vender, cambiar, prestar o regalar productos o servicios sin intermediarios.

El 82,9% de los consumidores afectados por la crisis manifiesta que, a partir de ahora estarán más atentos a estas posibilidades.

Además, se están extendiendo otras iniciativas fuera de la red, como los mercadillos de intercambio, los grupos de autoconsumo, etc.

Esta economía real, basada en el intercambio de bienes y servicios, es el contrapunto a la llamada “economía financiera”, que ha desencadenado la crisis.




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