Ataque masivo a la privacidad
La violación sistemática de nuestros más íntimos refugios por parte de los poderosos
Xavier Domènech |
En el camino de la civilización, cada era alumbra sus nuevos principios, hijos de la reacción a nuevas realidades. En estos días, el principio que está exigiendo a gritos una movilización en su defensa es el de la privacidad. Tal vez haya llegado el momento de que sea añadido al Gran Lema, tras la libertad, la igualdad y la fraternidad. Los poderosos se comportan como diablos cojuelos que levantan los tejados para violar nuestros más íntimos refugios. Lo hacen los gobiernos (los propios y los extranjeros), "monitorizando" mediante grandes ordenadores nuestras llamadas telefónicas y conexiones a internet. Lo hacen las multinacionales de las tecnologías de la información, tanto las operadoras como los proveedores de servicios y contenidos. Y lo hacen sin permiso gentes como el grupo Murdoch, cuyos excesos han provocado un terremoto en Gran Bretaña.
Todos ellos están violando algo ya establecido en el núcleo duro del imperio de la ley. Así, la Declaración Universal de los Derechos Humanos afirma en su artículo 12: "Nadie será objeto de intromisiones arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia (...). Todo el mundo tiene derecho a la protección de la ley contra tales intromisiones o ataques". La Convención Europea de los Derechos Humanos, a la que se someten la mayoría de estados europeos, afirma en su artículo 8: "Todo el mundo tiene derecho que le sean respetados su vida privada y familiar, su domicilio y su correspondencia". Finalmente, la Constitución española establece en su artículo 18: "Se garantiza el secreto de las comunicaciones y, especialmente, de las postales, telegráficas y telefónicas".
He aquí tres documentos fundamentales que constituyen el mandato para nuestros poderes públicos, para todos ellos: legislativo, judicial, ejecutivo, y las administraciones que cuelgan. Y he aquí unos derechos que, por las informaciones que no dejan de aparecer, están siendo masiva y sistemáticamente violados por agentes públicos y privados, foráneos y locales, por motivos económicos, por supuestas razones de seguridad no explicadas, o por simple afán de acumular poder. Si un ataque semejante al que amenaza la privacidad amenazara la libertad y la seguridad clásicas, ¿como reaccionaríamos? La conciencia del atentado emerge a medida que se suman revelaciones, pero la reacción de la política es por ahora decepcionante, y más bien hace pensar en un acuerdo de encubrimiento entre los que han gobernado, los que gobiernan y los que esperan gobernar.
Fuente: La Nueva España
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