Golpe al fraude alimentario
España e Italia destapan una red que vendía pescado
congelado como fresco
La colaboración internacional confiscó 1.200 toneladas
de comida ilegal en 2013
Parecían calamares, sepias y pulpos recién
capturados. Y se exhibían en supermercados italianos con precio de pescado
fresco. Pero en realidad habían sido congelados, descongelados y sometidos
después a un tratamiento estético. Y habían hecho además un viaje de ida y
vuelta entre Italia y España durante el cual se falsificaba su documentación.
Dos empresas italianas y una española estaban aliadas en el fraude: una
italiana de la región de Romagna vendía a otra de Arezzo (Toscana) el pescado
congelado, que a su vez se lo vendía a una tercera ubicada en Barcelona. Cuando
la mercancía llegaba a Cataluña, era descongelada y vendida otra vez a Arezzo,
pero ya como pescado fresco. De vuelta en Italia, se le aplicaba un producto
químico prohibido en la UE llamado Whitech-2, compuesto por ácido cítrico,
ácido fosforito y peróxido de hidrógeno, para darle brillo y poder venderlo
luego a los supermercados como recién capturado.
La Guardia Civil española y los Carabinieri
italianos acaban
de desmantelar esta red de fraude alimentario en una operación
internacional, denominada Pulpo V, en la que se han confiscado 30 toneladas de
pescado y 1.600 kilos de Whitech-2 después de seis meses de seguimiento en
ambos países. Eso quiere decir que al menos durante ese tiempo los clientes de
los supermercados italianos que vendían ese pescado fueron engañados y, aún
peor, compraron un producto peligroso para su salud. No porque contenga
Witchech-2 (prohibido por ser una sustancia engañosa, no porque sea
perjudicial), sino porque ha escapado a la cadena de controles oficiales de
seguridad alimentaria. Una de las cadenas de supermercados que lo distribuyeron
en Italia, Esselunga, ha anunciado que se personará como acusación contra la
red.
La Operación Pulpo V es el último fruto de la
creciente colaboración que existe entre los países de todo el mundo para luchar
contra el fraude alimentario, una amenaza que no ha dejado de aumentar en los
últimos años por la globalización del mercado alimentario. Cuantos más viajes y
cambios de mano haga una mercancía, más fácil es que se produzca un fraude,
como demostró el año pasado el escándalo
de la carne de caballo vendida como si fuera ternera, que afectó a una
veintena de países europeos, entre ellos España. Pero el de la carne de caballo
fue solo el caso más sonado de una larga lista menos conocida. “Muchos se
sorprenderían si supieran la cantidad de alimentos y bebidas de consumo diario
que se están falsificando, y el volumen de los decomisos pone de manifiesto que
se trata de un grave problema mundial”, declaró Michael Ellis, jefe de la
Unidad contra el Tráfico de Productos Ilícitos y la Falsificación de Europol,
al presentar el pasado febrero los resultados de Opson III, la última gran
operación internacional: 1.200 toneladas de alimentos ilícitos o que no
cumplían las normas mínimas de calidad y casi medio millón de litros de bebidas
falsificadas incautados en 33 países.
España fue uno de esos países. Entre esas 1.200
toneladas de alimentos incautados se incluían 4,5 toneladas de caracoles. “Los
recolectaba una red criminal organizada en Burriana (Castellón) y los vendía a
criaderos de helicicultura y comerciantes minoristas que los mezclaban con los
caracoles criados legalmente para darles apariencia legal e introducirlos en el
mercado”, explica Manuel Junquera, alférez de la Unidad Técnica de Policía
Judicial de la Guardia Civil, que centraliza toda la información de las
actuaciones del cuerpo. En esa operación, denominada Aspersa, se realizaron 24
detenciones por delitos contra la salud pública, contra los derechos de los
trabajadores y pertenencia a organización criminal.
La categoría más importante de los alimentos
decomisados en Opson III en todo el mundo es la constituida por los pescados y
mariscos, que es la que suele presentar más problemas de conservación y
etiquetado incorrecto. Se confiscaron 685 toneladas por uno de estos dos
motivos y se decomisaron 484.000 kilos de atún con documentación falsa.
Las operaciones Opson —que en griego significa
“comida”—, están coordinadas por Interpol y Europol y empezaron en 2011, aunque
en esa primera edición solo participaron 10 países (entre ellos, España) y el
volumen de decomisos fue muy pequeño. Pero en 2012 se unieron 30 países y se
lograron confiscar 235 toneladas de alimentos y 385.000 litros de bebidas.
La Guardia Civil realizó muchas más operaciones
el año pasado que, por su temática, se inscriben dentro de la Operación Opson
específicamente española. En total, sumando todas estas intervenciones, en 2013
se confiscaron en España 500 toneladas de alimentos y 400.000 litros de
bebidas. “Confiscamos de todo, desde jamones que se hacen pasar por ibéricos
cuando no lo son hasta productos almacenados en malas condiciones, aceite de
oliva, caviar falso. Actuamos en puertos, aeropuertos, almacenes y comercios
minoristas, aunque el objetivo sobre todo es encontrar el origen de las redes y
desmantelarlas”, comenta Junquera.
Un fraude muy común, según Junquera, es el de las
bebidas alcohólicas falsificadas. “Hay grupos que importan de manera ilegal ron
o whisky a granel desde Sudamérica, lo embotellan con etiquetas de marcas
conocidas y lo venden sobre todo a bares y discotecas. Es lo que se conoce como
alcohol de garrafón”, apunta el alférez.
José Vicente Gómez Mateo, jefe del Área de
Calidad Alimentaria de la Comunidad de Madrid, que colabora como asesoría
técnica en algunas operaciones, advierte de que donde más fraude se produce es
en los productos que pueden dar más beneficios. “Es decir, los que son más
caros. El engaño más común es encontrar alimentos etiquetados con calidad
superior a la que realmente tienen o con denominaciones de origen falsas”.
Fuente: El País
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