Hipotecas multidivisas, un problema tan grave como el de las
preferentes
El Tribunal Supremo considera que
son productos cuyos riesgos exceden de los que tienen los préstamos
hipotecarios y que las entidades financieras estaban obligadas a informar a sus
clientes
Patricia Gabeiras
Las hipotecas multidivisas están
causando un problema social tan preocupante como el provocado por la
comercialización de las preferentes. Sin embargo, su denuncia no ha llegado a
calar del mismo modo en los medios de comunicación. Esta situación, seguro,
cambiará a partir de ahora, ya que el Tribunal Supremo se ha pronunciado por
primera vez sobre estos complejos productos financieros reconociendo que estamos
ante productos cuyos riesgos exceden de los que tienen los préstamos
hipotecarios convencionales y que las entidades financieras estaban obligadas a
informar de dichos riesgos.
Una hipoteca multidivisa es en
apariencia un simple préstamo con garantía hipotecaria en el que, sin embargo,
concurre una diferencia esencial con los préstamos convencionales: no coincide
la moneda efectivamente entregada en concepto de préstamo (euros) y la moneda a
la que queda indexado el préstamo en la propia escritura; normalmente yenes o
francos suizos. Por esta falta de coincidencia, el hipotecado, que además tiene
en el euro su moneda funcional (en la que percibe sus ingresos y paga sus
gastos ordinarios) tendrá que pagar el contravalor en euros del importe fijado
en la divisa. Sea cual sea dicho contravalor, que variará en función de la
evolución que tenga el tipo de cambio euro/divisa.
En la actualidad hay miles de
ciudadanos sepultados bajo las hipotecas multidivisa que no saben qué hacer
para salir del infierno en el que se encuentran. Y no pensemos que son
ciudadanos “listillos” o “especuladores” de esos de los que se dice, de forma
algo insolidaria, que “quieren duros a pesetas”, no, muy al contrario.
Por mi despacho han pasado
personal de la limpieza del Ayuntamiento de Madrid, barrenderos, policías
municipales y nacionales, bomberos, personal auxiliar de los aeropuertos,
pilotos, médicos, etc. En definitiva, colectivos completos de ciudadanos, que
cuentan normalmente con sueldos y nóminas seguras pero con nulos conocimientos
financieros, a los que las entidades financieras se dirigieron en masa para
venderles este producto que finalmente ha resultado ser perverso.
El gancho siempre era el mismo.
El ahorro que la hipoteca multidivisa suponía en el tipo de interés a pagar. El
Libor (tipo de interés al que se referencian las divisas) rondaba por aquella
época el 1%, mientras que el Euribor había alcanzado las cimas más altas de la
historia, llegando a estar el 5%.
El problema estaba, sin embargo,
en lo que los bancos no contaban. Por un lado la mayoría de los hipotecados
desconocían que la fluctuación de la divisa no sólo afectaba a la cuota, sino
que también impactaba en el capital prestado, de tal modo que el saldo vivo en
euros, que se correspondía con la cantidad efectivamente entregada, se
recalculaba diariamente en función de la evolución del tipo de cambio al que se
hubiese indexado el préstamo.
El otro aspecto esencial del que
tampoco informaron, fundamentalmente porque era una información que no llegaba
ni tan siquiera a las sucursales, era que la fortaleza del euro estaba muy
cuestionada por los mercados financieros y que todas las entidades financieras
mundiales estaban anticipando la más que probable revalorización de las divisas
que servían de referencia: principalmente el yen y el franco suizo.
La opinión al respecto era tan
unánime en el sector financiero que se puede afirmar que quien se hipotecó en
divisas en aquellos años lo que estaba haciendo realmente era una apuesta
contra todo el mercado financiero mundial. Apuesta que obviamente se nos
presenta como un despropósito si, como es el caso, afecta a personas que sin
ser expertas están viendo comprometida la vivienda en la que residen con sus
familias.
No obstante, parece que estas
personas van a poder ver, por fin, la salida al infierno en el que han vivido
todos estos años. El Pleno del Tribunal Supremo ha sentado doctrina y reconoce
que una hipoteca multidivisa es realmente un instrumento financiero derivado
muy complejo sometido a las obligaciones de información recogidas en la Ley del
Mercado de Valores y que impone a los bancos la obligación de cuidar de los
intereses de sus clientes como si fueran propios.
Esta obligación significa, en el
caso de las hipotecas multidivisa, que los bancos tendrían que haber informado
de manera inmediata de las previsiones que había sobre la evolución de los
tipos de cambio. De haber contado con dicha información ningún ciudadano en sus
cabales habría aceptado suscribir una hipoteca multidivisa.
A pesar de que en el caso concreto
enjuiciado el Tribunal Supremo no da finalmente la razón al reclamante, pues lo
considera avezado en conocimientos financieros, sí que ha marcado la senda que
permitirá reclamar a todas aquellas personas que en su día suscribieron este
tipo de productos sin el debido asesoramiento y que hasta la fecha han sufrido
en silencio sus dramáticas consecuencias.
Patricia Gabeiras Vázquez es
doctora en Derecho y Master en Finanzas y Banca de Inversión
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/07/24/opinion/1437741353_797150.html
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