Antes de consumir un medicamento, lea atentamente el prospecto (si es
que este le informa adecuadamente de los efectos adversos del fármaco).
En el segundo país que más medicamentos consume del mundo, a veces el
remedio es peor que la enfermedad. Los cientos de madres embarazadas a las que en los años 60 se les recetó talidomida -originariamente,
un somnífero- como remedio para las náuseas puede que repasaran las
contraindicaciones. O puede que no. Da lo mismo, ya que ningún documento les advirtió de que sus bebés iban a nacer con malformaciones físicas congénitas.
La Asociación de Víctimas de la Talidomida (Avite) cuenta actualmente con 287 socios en España, aunque la cifra de afectados vivos sea probablemente superior. Grünenthal, el laboratorio alemán que compró a los nazis
'el invento', ha asumido pública y mundialmente la responsabilidad por
los daños derivados de la fabricación, distribución y consumo de los
medicamentos con talidomida que produjo. Y sin embargo, la Audiencia Provincial de Madrid ha anulado este miércoles,
medio siglo después, el pago de una indemnización a los afectados, al
considerar los hechos como prescritos. Avite reclamaba el mismo dinero
que recibieron los afectados en Alemania.
De hecho, hace un año, el juzgado de Primera Instancia número 90 de Madrid ya había condenado a
la farmacéutica al pago a cada uno de los afectados de 20.000 euros por
cada punto porcentual de minusvalía que les hubiera reconocido la
Administración. “Han jugado con nosotros”, afirma Rafael Basterrechea,
vicepresidente de Avite. “No queremos ser ni más ni menos que
nadie. Defender lo que es justo, que se reconozca la verdad: que todavía
hoy existen muchas personas con elevados grados de minusvalía por culpa
de una farmacéutica y un Estado que lo amparó”.
La talidomida no es el único caso. El Agreal,
un fármaco destinado a eliminar los sofocos derivados de la menopausia
cuyo principio activo es la veraliprida, “lejos de quitar los sofocos,
provocó una serie de trastornos, depresiones, Parkinson y dependencia”, afirma Santiago Díez, abogado de varias de las afectadas. España suspendió en 2005 su comercialización, y la Agencia Europea del Medicamento recomendó en 2007
su retirada en todo el continente. “Los riesgos de la veraliprida [...]
son mayores que sus beneficios”, declaró el organismo comunitario en
nota de prensa.
Sus víctimas se han organizado en torno a la asociación Agreal Luchadoras, y son más de mil las demandas interpuestas en nuestro país contra Sanofi Aventis,
la farmacéutica que lo fabricó. El caso ha llegado al Tribunal Supremo y
al Constitucional, que han ratificado las condenas. Díez, sin embargo,
matiza que el Estado no ha pagado por permitir la comercialización del
producto. “Cuando metes a la Administración de por medio, es como si la
justicia se cubriese con un velo”.
Dolor vs. infarto de miocardio
La 'superaspirina' Vioxx, fabricada por el gigante Merck y
ampliamente prescrita para combatir diferentes tipos de dolores, acabó
siendo causa de coágulos, ataques al corazón y accidentes
cerebrovasculares. En España el medicamento pasó prácticamente
desapercibido. Sí que hubo una sentencia del juzgado de Primera
Instancia número 56 de Madrid que condenaba al laboratorio
estadounidense a pagar 50.000 euros a una paciente que sufrió un infarto
cerebral tras tomar Vioxx durante más de dos años.
En Estados
Unidos, sin embargo, este antiiflamatorio no esteroideo ha tenido mucho
más recorrido judicial. Allí la multinacional alemana se ha enfrentado a
decenas de miles de demandas y ha puesto sobre la mesa 4.850 millones
de dólares para zanjar el pleito.
Desprotección contra el papiloma vs. parálisis y convulsiones
El
24 de agosto de 2007, el Gobierno central autoriza la comercialización
de la vacuna contra el virus del papiloma humano y propone a las
comunidades autónomas su inclusión en el calendario vacunal. Hay dos
vacunas para el virus del papiloma humano, Cervarix (de GlaxoSmithKline) y Gardasil (de Sanofi Pasteur MSD). Alicia Capilla, presidenta de la Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma (AAVP),
asegura que desde que se empezaran a utilizar, en 2008, en el sistema
sanitario español tiene constancia de al menos 737 notificaciones de
efectos adversos al uso del producto. Médicos especialistas han apuntado
en encuentros internacionales sobre la materia que el aluminio podría
ser el causante de estos efectos.
En la asociación cuentan con
cientos de casos de mujeres jóvenes que han sufrido problemas
neurológicos, parálisis e incapacidad para andar, interrupción de la
menstruación, convulsiones, síncopes, ataxia. Hay, incluso, dos casos
sospechosos de muerte provocada por la vacuna. “¿Por qué no se reconocen
los efectos adversos? -se pregunta Capilla- Pedimos que se investigue y
se encuentren tratamientos”.
Francisco Almodóvar, del bufete Almodóvar & Jara,
especializado en casos de daños por medicamentos, explica que “todas
las vacunas producen acontecimientos adversos, pero el ciudadano nunca
tiene acceso al prospecto”. En el caso de la vacuna contra el papiloma,
Almodóvar -quien descarta ser un “activista anti-vacunas”- no entiende,
dadas las características de esta enfermedad (se produce por varios
tipos de virus que las vacunas no cubren en su totalidad, los beneficios
reales de la vacunación no se conocerán hasta dentro de varias
décadas...), las razones por las que Cervarix y Gardasil han sido
incluidas en el calendario vacunal.
Su socio en el bufete, el bloguero y autor del libro Traficantes de Salud, Miguel Jara,
destaca el desconocimiento de la población española a la hora de
denunciar estos casos y vaticina los que están por llegar a nuestro país
y que acabarán en escándalo. A juicio de Jara, los anticonceptivos Yaz y Yasmin de Bayer o el anillo vaginal NuvaRing serán, junto a la vacuna contra el papiloma, los siguientes en la lista de fracasos de la industria farmacéutica.
Fuente: El Confidencial
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