Artículo publicado en Atlántica XXII
Concentración de los afectados de Idental delante de Xunta Xeneral, en junio. Foto / Iván G. Fernández |
Severino Espina Fernández / Licenciado en Derecho. Miembro del Conceyu por Otra Función Pública n´Asturies
El cierre de las clínicas Idental, dejando en la calle a cientos de trabajadores y a miles de clientes con pagos realizados por servicios odontológicos básicos y urgentes que nunca se realizarán, está revelando con toda crudeza la carencia de protección eficaz de los ciudadanos con menos recursos.
El cierre de las clínicas Idental, dejando en la calle a cientos de trabajadores y a miles de clientes con pagos realizados por servicios odontológicos básicos y urgentes que nunca se realizarán, está revelando con toda crudeza la carencia de protección eficaz de los ciudadanos con menos recursos.
Salud bucodental, un mercado
El origen del problema tiene lugar por el incumplimiento de las previsiones recogidas en los artículos 43 y 49 de la Constitución en el que se reconoce a todos los ciudadanos el derecho a la protección de la salud, derecho que para ser efectivo (se copia a continuación lo recogido en la Exposición de Motivos de la Ley 14/1986, General de Sanidad) “requiere de los poderes públicos la adopción de las medidas idóneas para satisfacerlo”.
Ese derecho, en el caso de los cuidados sanitarios que afectan a la
salud bucodental y a diferencia de otros países europeos en los que
existe un sistema sanitario público garantizado universalmente, en
España no existe. Esto es, el sistema sanitario público español no
ofrece las prestaciones básicas para atender adecuadamente la salud
bucodental de los ciudadanos. Esto hace que un gran número de personas,
las más desfavorecidas, no puedan acceder a unos servicios fundamentales
de cara a garantizar su salud y mejorar su calidad de vida –no estamos
hablando de cuidados estéticos, sino cuidados básicos como son la
reparación de piezas dentales dañadas, implantación de prótesis que
permitan recuperar la función de masticación, etc- teniendo el resto de
la ciudadanía que sufragar el cuidado de su boca a costa del presupuesto
familiar o, en mejor de los casos, a través de un seguro médico pagado
por la empresa en la que trabajen.
Esta falta de cobertura sanitaria hace que el mercado de la atención
bucodental sea eso: un mercado liberalizado en el peor de los
sentidos y en el que la regla de la oferta y la demanda sea el patrón
que dicte la actuación de las empresas implicadas (no sólo dentistas,
sino también el cúmulo de actores que se desenvuelven en el sector:
empresas dedicadas a prótesis, especializadas en implantes, laboratorios
suministradores de medicamentos y material sanitario y auxiliar,
etc).
Fraude sanitario
Ello conduce a otro elemento a considerar en la crisis de Idental que puede aplicarse a cualquier sector sanitario liberalizado: el control de dichas actividades. Este control, teóricamente, está garantizado por la legislación que ofrece multitud de disposiciones al respecto abarcando la regulación de aspectos puramente sanitarios como publicitarios o en materia de defensa de los intereses económicos de los consumidores y usuarios.
Fraude sanitario
Ello conduce a otro elemento a considerar en la crisis de Idental que puede aplicarse a cualquier sector sanitario liberalizado: el control de dichas actividades. Este control, teóricamente, está garantizado por la legislación que ofrece multitud de disposiciones al respecto abarcando la regulación de aspectos puramente sanitarios como publicitarios o en materia de defensa de los intereses económicos de los consumidores y usuarios.
La normativa básica sanitaria estatal se encuentra en la Ley 14/1986,
de 25 de abril, General de Sanidad (art. 27 –control administrativo de
la publicidad y propaganda comercial-, art. 29 –necesidad de
autorización administrativa de funcionamiento-, art. 30 –obligación de
inspeccionar y controlar todos los establecimientos sanitarios, sean
públicos o privados, así como las actividades de promoción y publicidad
de los mismos-) y en el Real Decreto 1907/1996, de 2 de agosto, sobre
publicidad y promoción comercial de productos, actividades o servicios
con pretendida finalidad sanitaria cuyos artículos 6 y 7 regulan la
publicidad y la información de los centros o establecimientos
sanitarios, debiendo éstas ajustarse deberá ajustarse “a criterios de
transparencia, exactitud y veracidad y evitará cualquier sesgo que pueda
causar perjuicio a la salud o seguridad de las personas o a las
legítimas expectativas de una información correcta y precisa en materia
de salud y asistencia sanitaria”.
Sin embargo, la realidad va por otros derroteros. El desmantelamiento
de los servicios públicos que ha sufrido España en los últimos 10 años,
la falta de recursos personales y, asimismo, una actuación
político-administrativa tendente a mirar con recelo los controles
administrativos, acusándolos de ser cargas inútiles que lastran el
funcionamiento eficaz de la economía, han hecho mella en los servicios
administrativos con competencias en el control de centros y servicios
sanitarios.
Las Administraciones Públicas que deberían velar por la protección
eficaz de los usuarios de estos servicios parecen plegadas a un sistema
económico basado en buscar la competencia empresarial a toda costa en el
que el derecho a la salud ya no resulta un valor fundamental a
garantizar, originando un caldo de cultivo propicio a empresas
sanitarias “low cost” que buscan maximizar beneficios a costa de reducir
la calidad de los servicios al mayor límite posible contratando al
personal en condiciones precarias y escatimando al máximo los medios
materiales empleados. A ello se suma una publicidad masiva basada en
ofrecer unos servicios innovadores con una reducción notable de precios
en comparación a las clínicas tradicionales y con posibilidad de ser
fácilmente financiados. La bomba, está así, cebada.
Salud y cartera
Como conclusión, volvemos al título del artículo: ciudadanos desprotegidos y poderes públicos inoperantes. La desprotección del ciudadano en el caso Idental ha sido monumental no sólo por el fiasco económico de la empresa que deja un reguero de deudas y miles de clientes sin concluir servicios ya abonados sino también, como broche final, por la angustiosa incertidumbre lanzada ahora sobre el riesgo de contraer enfermedades contagiosas debido a la mala praxis higiénica desarrollada.
Salud y cartera
Como conclusión, volvemos al título del artículo: ciudadanos desprotegidos y poderes públicos inoperantes. La desprotección del ciudadano en el caso Idental ha sido monumental no sólo por el fiasco económico de la empresa que deja un reguero de deudas y miles de clientes sin concluir servicios ya abonados sino también, como broche final, por la angustiosa incertidumbre lanzada ahora sobre el riesgo de contraer enfermedades contagiosas debido a la mala praxis higiénica desarrollada.
No puede resultar admisible que los ciudadanos no reciban una
atención sanitaria adecuada en centros que deberían haber sido
controlados rigurosamente. Tampoco es de recibo que se repita la
tradicional ceremonia que se realiza por parte de las Administraciones
una vez estallada la crisis. Me refiero a que todas las Administraciones
sectorial y territorialmente competentes que son muchas (piénsese en
las Administraciones Autonómicas Sanitarias más las correspondientes en
materia de Defensa del Consumidor, todo ello sin perjuicio de los
Ayuntamientos con competencias en la materia) hacen alarde de realizar
actuaciones en defensa de los afectados sin considerar que la mejor
actuación hubiese sido la intervención que no se hizo: un control
eficaz.
Ahora se lee que una Administración aconseja recopilar los documentos
firmados, otra recomienda pagar los créditos a la financiera, mientras
que otras no…, se recomienda reclamar por burofax, otras entienden que
cabe acudir a la Agencia Española de Protección de Datos…, se dan
consejos, se recopilan datos, estadísticas, se trata a los usuarios como
lelos mareándolos de trámites y expectativas, sin que llegue ninguna
solución eficaz.
Al final, detrás de tantas vueltas (nadie menciona el seguro de
responsabilidad civil que a toda empresa prestadora de esta clase de
servicios debería exigírsele), la solución tradicional española: si hay
suerte, se contrata un buen abogado o alguna asociación de consumidores
actúa, se acudirá a la Justicia y, en el mejor de los casos y tras un
largo periplo judicial, se recuperará parte del dinero o se logrará una
mínima indemnización.
No existe protección y, todavía peor, no estamos seguros que
episodios como Idental puedan volverse a repetir con otro tipo de
servicios básicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario