ENTREVISTA A PEDRO ARCOS, PROFESOR DE LA FACULTAD DE MEDICINA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO Y EPIDEMIÓLOGO
"Embozar
a toda la población en zonas al aire libre, abiertas y rurales es una medida estrictamente política y que no se sostiene"
Fuente: La Nueva España
Marián Martínez
Pedro Arcos es profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Oviedo, especializado en medicina preventiva y salud pública, epidemiología de emergencias y desastres y control de enfermedades transmisibles en emergencia. Expresidente de Médicos Sin Fronteras en España, ha trabajado en control de epidemias en catorce países de Asia, África y América.
–¿Puede hacer un balance del covid-19 en España?
–La epidemia en el nivel de país sigue estando controlada. Pero la situación no es igual en toda España. Hay comunidades como Asturias, Galicia o Santander con baja circu- lación del virus y pocos casos. Y otras zonas como Cataluña, Aragón, Navarra y Valencia con mayor circulación del virus, más casos y brotes de mayor magnitud.
–Explíquese.
–La situación de Cataluña y Aragón es de epidemia, con transmisión abierta transversal entre la población y focos de origen a colectivos de trabajadores temporeros a los que se mantiene hacinados y no les han proporcionado unas mínimas condiciones de vida dignas. En Valencia y Navarra el origen ha sido básicamente en la hostelería y en celebraciones o fiestas multitudinarias sin control por las autoridades. Y en Cataluña, además de lo anterior, la vigilancia epidemiológica y la asignación de recursos de seguimiento y control han sido deficientes.
–Los casos de contagio son ahora menos graves. ¿Ha cambiado el virus?
–No, el SARS-CoV-2 no ha modificado ni su patogenicidad, ni su virulencia. Lo que ha cambiado es el tipo de exposición de la población al virus y también nuestra capacidad de detectar la infección en fase precoz y tratar los casos clínicos. Al principio hubo un nivel de exposición de la población bastante uniforme y ahora quienes más se exponen son jóvenes y adultos jóvenes.Y la infección en este grupo de población es menos grave desde el punto de vista clínico. Eso puede dar la falsa sensación de que el virus ha cambiado.
–Pese a las advertencias, ¿hay relajación?
–No es razonable culpar solo a los ciudadanos. Si examina la situación actual podrá ver que los brotes tienen diferentes causas. Por un lado están los brotes familiares, que son muy difíciles de evitar, pero relativamente fáciles de controlar. Los brotes en la hostelería y el fútbol se deben a que se ha permitido a estos grupos hacer cosas que no se han permitido a otros sectores. En los brotes por botellones y fiestas ha habido una falta evidente de control municipal.
–¿Qué opinión le merece multar a quien no lleve mascarilla en cualquier espacio abierto?
–Es el típico ejemplo de medida populista sin ninguna base científica, de hecho somos la excepción en Europa en cuanto a la adopción de esta medida. Pero algunas autoridades españolas la han adoptado porque es fácil de implementar y sancionar, proporciona una (falsa) sensación de seguridad y de que “todo está bajo control”, y traslada toda la responsabilidad al ciudadano. En realidad lo que hemos conseguido con esta medida (en espacios abiertos) es lo que podríamos denominar el festival de la mascarilla. Hay ahora mismo cientos de miles de personas en España llevando tipos de mascarillas que no filtran virus pero esos ciudadanos creen que están protegidos.
–Las autoridades sanitarias han dicho que es fundamental.
–Lo que es fundamental para el control es mantener una distancia de al menos un metro y medio y lavarse las manos frecuentemente, a ser posible con agua y jabón y no solo poner un poco de gel sobre unas manos sucias. Insisto, la mascarilla, y no cualquier tipo de ella, debe reservarse para espacios cerrados en los que no sea posible mantener la distancia.
–Pues todas las comunidades autónomas, salvo Madrid y Canarias, han implantado la obligatoriedad.
–Embozar a toda la población en zonas al aire libre, abiertas y rurales es una medida estrictamente política y que no se sostiene. No es ni ciencia, ni epidemiología, es pura magia. El problema es que es más fácil implantar una medida coercitiva a nivel individual que controlar los bares o a los hinchas. Ha habido una especie de contagio entre los responsables de las comunidades autónomas en la adopción de esta medida, ninguno quería quedarse atrás por si acaso, no vaya a ser que la población pensara que les temblaba el pulso. A menudo las emergencias revelan los cono- cimientos y la capacidad real de nuestros responsables políticos y gestores y ponen de manifiesto nuestras deficiencias. Esta situación ha mostrado nuestro pobre nivel de prevención y preparación previa, particularmente en los centros sanitarios donde se han ido haciendo planes de emergencia sobre la marcha porque
no existían.
–¿Cómo lo ha hecho Asturias?
–Asturias lo ha hecho muy bien en términos de vigilancia epidemiológica y asistencia sanitaria a los casos. Pero se ha dejado llevar por la histeria obligando a usar mascarilla a todo el mundo. Las estrategias de salud pública deben basarse en la evidencia científica, no en las creencias, porque si no estamos engañan- do a la población y corremos el riesgo de que la autoridad sanitaria pierda su credibilidad.
–Los jóvenes se han convertido en un factor de riesgo por su asistencia a fiestas, discotecas…
–Sí, se han permitido los botellones y también la actividad de locales de ocio sin controlar los aforos, ni las medidas de seguridad. No basta con instalar un taburete a la entrada de un bar con una botellita de gel encima. La responsabilidad es de los ayuntamientos y de los propietarios de los negocios. Cuando hay aglomeraciones son las administraciones locales las que fallan.
–Hay imágenes de playas abarrotadas.
–Los coronavirus se inactivan normalmente por encima de 27 grados. El riesgo en una playa es menor por varios factores: una mayor temperatura, mayor radiación ultravioleta y un viento generalmente más fuerte, que hacen que la carga viral por metro cúbico sea menor y probablemente no se alcancen dosis infectantes. Pero insisto, la clave es mantener la distancia. Y una playa, si está abarrotada y no puede mantenerse una mínima distancia de 1,5 metros, es un riesgo.
–En Asturias no se ha llegado ni al 2% de contagios. ¿Aumenta el riesgo en caso de rebrote?
–Tener una prevalencia tan baja en Asturias, con sólo un 1,8% de la población infectada, es una ventaja para nuestro sistema de asistencia sanitaria que tiene que hacer frente a muchos menos casos que en otras comunidades y corre menos riesgo de verse desbordado. Por otro lado, una prevalencia tan baja de infección significa que en Asturias hay un 98% de población aún susceptible de ser infectada.
–Ya hay vacuna, y en tiempo récord.
–La vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford es la que ha mostrado por el momento una mayor capacidad y rango de protección. Pero ahora hay que producirla en masa, hacerla accesible, distribuirla y elaborar una estrategia de vacunación global. Esto llevará tiempo, aun resolviendo los problemas de disponibilidad, precio y competencia por la demanda. No es un asunto de unos meses.