La codicia de la banca propició la concesión de hipotecas a insolventes
Las antiguas cajas captaron a extrabajadores de la construcción, ahora en paro
El problema se ha desbordado. Ni los gestores bancarios más
pesimistas podían suponer que la locura inmobiliaria, el paro, las malas
tasaciones, la ley hipotecaria y la falta de rigor concediendo créditos
hipotecarios conducirían a dramas humanos tan terribles en los
desahucios como los que se están viendo estos días. Las entidades
preparan soluciones para atajar un asunto que les ha golpeado de lleno
en su reputación. Algunas admiten ahora que buena parte de los
desahuciados de ahora debían haber sido inquilinos de un piso, pero
nunca propietarios. Un poco tarde para admitir errores.
Esa locura tiene cifras. Desde el comienzo de la crisis en 2008 se
han abierto 350.000 casos de lanzamientos, que es como se denominan
judicialmente a los desahucios, aunque solo 172.000 se han ejecutado,
según fuentes bancarias. De estos, una parte son primeras residencias,
mientras que el resto son viviendas en la playa, en la montaña, garajes,
locales comerciales y naves industriales. Quedan 178.000 casos más que
están en procedimiento judicial y es sobre los que quiere actuar con
urgencia el Gobierno.
Aunque las entidades financieras no son partidarias de detallar
cuántos pisos adjudicados acumulan en sus carteras, ya se conocen
algunos datos. El banco malo,
denominado sociedad de Gestión de Activos procedentes de la
Reestructuración Bancaria (Sareb), ha hecho público que recibirá 89.000
viviendas y 13 millones de metros cuadrados de suelo de las antiguas
cajas nacionalizadas: Bankia, CatalunyaCaixa, Novagalicia y Banco de Valencia.
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