
El desplome del crudo apenas repercute en el bolsillo
de los españoles, que ven cómo más de la mitad del precio que pagan
para repostar su vehículo está vinculado a los impuestos. Sólo el IVA
subió del 18% al 21% en 2012
ALICIA IBARRA-PÚBLICO
MADRID.- El precio del barril de petróleo ha caído un 41% en un año, mientras que la gasolina sigue costando 1,13 euros por litro, solo dos céntimos menos que hace un año, y el precio medio de un litro de gasóleo sólo ha bajado un 12%. Así ha evolucionado el precio del Brent desde
inicios de 2015 hasta este mes de enero, fecha en la que el barril de
crudo ha llegado hasta los 30 dólares, su nivel más bajo desde abril de
2004 (este jueves, su cotización ha cerrado en los 31,02 dólares por
barril).
Pero, ¿por qué cuando se hunde el precio del petróleo no notamos que salga más barato llenar el depósito?. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) define este fenómeno de nuestro país como "efecto cohete-pluma",
es decir, el precio del carburante sube como un cohete cuando lo hace
el petróleo pero baja despacio como una pluma cuando cae. Un hecho que
influye a los consumidores, pues un 10% del presupuesto de las familias en España se destina a combustible y en la inmensa mayoría de ellas (77%) hay como mínimo un coche, según datos del INE.
Para Enrique García, portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU),
esta descompensación de precios está provocada por un mercado de
carburantes en España formado por un oligopolio, en manos de muy pocas
empresas y con capacidad para influir en el precio. En países europeos como Francia los precios se moderan porque la competencia es mucho mayor, de hecho, más de la mitad del carburante se vende en supermercados e hipermercados.
Por su parte, el director general de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), Álvaro Mazarrasa,
considera que esta diferencia de precios se basa en que los carburantes
sí tienen impuestos –diferentes en cada país– mientras que el crudo no,
por lo que no pueden compararse dichas subidas y bajadas. "Los
carburantes no dependen del petróleo sino de las cotizaciones
internacionales, cuyo valor cambia a diario, impactando más en el
bolsillo del consumidor", señala.
Cotización, impuestos y tipo de cambio: así se fija el precio
En Europa, cada país aplica unos impuestos diferentes,
muchos de ellos superiores a los que tenemos en España que rondan el
54%-58%, por lo que comparar el precio final del combustible con
impuestos no marcaría correctamente las diferencias en la Unión Europea.
Sin embargo, en el precio antes de impuestos
España queda como uno de los 10 países más caros, detrás de Francia, Reino Unido o Alemania, que lideran los primeros puestos de la lista.
Más de la mitad del precio que pagan los españoles a la hora de repostar está
vinculado a los impuestos, según datos de la
Comisión Europea. Entre ellos están:
el impuesto especial, que solo el Gobierno puede cambiar y que mide una cantidad fija en céntimos de euro/litro;
el tramo autonómico, un impuesto especial que varía según la CCAA y que puede suponer casi un 5% de diferencia;
el IVA, un impuesto fijo que subió hasta el 21% en 2012; y
los costes intermedios, como transporte o refinerías, que han crecido enormemente y por los que la CNMC ha abierto expedientes por
supuestos pactos de precios y abuso de poder.

Las cotizaciones en los mercados al por mayor
funcionan en dólares y condicionan el precio que los consumidores pagan
en las gasolineras porque dependen de la oferta y la demanda de petróleo
a nivel mundial y del tipo de cambio. Concretamente, España compra en los mercados del Mediterráneo y del Norte de Europa, paga en dólares y luego realiza cambio de divisas.
En enero de 2015 un dólar valía 0,86 euros , mientras que en enero de 2016 vale 0,91 euros, según datos del Banco Central Europeo.
Esta apreciación del dólar frente al euro supone que las variaciones en
el precio a la hora de repostar pueden verse reducidas. No obstante,
"aunque en la actualidad el dólar se ha apreciado frente al euro, la
bajada del precio es tan grande que no es excusa para que eso no se
traslade a los consumidores", critica el responsable de la OCU.
Un respiro para el déficit comercial español
Cuando el dólar está fuerte, la cotización de
materias primas también tiende a bajar, de ahí la caída monumental del
precio del Brent. En este sentido, el exceso de oferta del
petróleo por parte de todos los productores (tanto de la OPEP que son
los grandes suministradores del mercado, como de Rusia o Arabia Saudí) y la poca demanda de países en crisis también ha influido en que el precio del crudo se hunda tanto en apenas un año.
Esto ha beneficiado a España,
que gracias a la caída de precios ha corregido su déficit comercial.
Esto se debe a que nuestro país, muy dependiente del consumo de
hidrocarburos importados, porque el autoabastecimiento es solo del 0,3%
sobre el total, ha podido comprar todos los productos cuyo precio está
ligado a este indicador con una rebaja.

Por este motivo se pudieron inyectar casi 14.500 millones de euros a la economía en importaciones de crudo, haciendo que la renta disponible de las familias creciera en 2015 un 1,1% en términos anuales. Además, el hundimiento del petróleo, según el director general de la AOP, también ha producido la bajada del IPC en España
-en 2015 del 0%- y una reducción de los costes energéticos para la
industria, que se ve beneficiada al poder impulsar su actividad y
aumentar su contratación.
El último informe de
Energy Information Administration (EIA) explica que el precio del barril de Brent
seguirá en caída en 2016 y no será hasta mediados del año que viene cuando vuelva a subir y a equilibrarse el mercado internacional.
Sin
embargo, parece que los beneficios que supone la bajada del precio del
petróleo para la economía estatal no llega al bolsillo de los
consumidores, que ni ven impulsada la actividad empresarial y laboral,
ni pueden ahorrar al llenar el depósito debido, sobre todo, a los
impuestos.
Además, las medidas para el desarrollo y el crecimiento de las energías alternativas como las renovables y las inversiones en eficiencia energética se han visto reducidas en los últimos años ante el abaratamiento del Brent.