Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 16 de noviembre de 2017.
El artículo hace una crítica de
los establishments político-mediáticos existentes a los dos lados del
Ebro, es decir, en España y en Catalunya, los cuales están utilizando
las banderas para ocultar su responsabilidad por la enorme crisis social
y por la corrupción masiva en sus partidos.
Durante los diez años del periodo
conocido como la Gran Recesión (que para millones de personas ha sido la
Gran Depresión) el bienestar social y calidad de vida de las clases populares de España han alcanzado unos niveles de deterioro que deberían
ser el principal elemento en el discurso y debate político del país y
en la cobertura mediática de la realidad española. Y en cambio, no lo
son. El monotema hoy en el establishment político-mediático del país es
el conflicto entre los nacionalismos, el españolista liderado por el
Partido Popular, presidido por el Sr. Mariano Rajoy, y el catalanista,
liderado por el gobierno de Junts Pel Sí, presidido por el Sr.
Puigdemont, dirigente del partido hegemónico en el gobierno (el PDeCAT)
que ha gobernado Catalunya (con el nombre de Convergencia) durante la
mayor parte del período democrático. Ambos partidos están hoy siendo
investigados por casos de corrupción que implicarían financiación ilegal
(caso Gürtel en el PP o caso Millet en CDC), juicios que no aparecen ni
en las primeras páginas de los rotativos ni en lugares destacados de
los mayores canales televisivos ni de las cadenas de radio.
En realidad, en Catalunya el caso Millet
y sus conexiones con la financiación ilegal de CDC ni siquiera aparecen
en las últimas páginas de los rotativos catalanes, en la televisión
pública TV3, o en los canales privados. Y en España hace unos días el
inspector jefe de la UDEF (Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal),
encargada de la investigación del caso Gürtel, declaró en el Congreso de
Diputados (en respuesta a las preguntas que le hicieron en una sesión
de la comisión de investigación sobre la presunta financiación irregular
del PP) que el presidente de España, el Sr. Rajoy, había recibo dinero
negro (en sobres) de la Gürtel. Y a pesar de la enorme importancia de la
noticia, ningún gran periódico español (El País, El Mundo, el ABC, La Razón, La Vanguardia o El Periódico, entre otros) lo publicó en portada
al día siguiente. He vivido un largo tiempo en Suecia, Reino Unido y
EE.UU., y he trabajado en varios países, y no me imagino que si tal
hecho hubiera ocurrido en cualquiera de ellos no hubiera sido la noticia
del día. En cambio aquí, en España (incluyendo Catalunya), se ignoró,
mostrando, una vez más, la escasa calidad de la democracia española y de
sus mayores medios de comunicación.
La falsedad de la supuesta recuperación
Según los últimos datos disponibles, el
desempleo en España ha permanecido elevadísimo en los llamados “años de
la recuperación”. En 2016 el promedio fue un 18%, uno de los más
elevados de la Unión Europea. En realidad, tal porcentaje sería incluso
mayor si no fuera porque 1,7 millones de españoles (jóvenes en su gran
mayoría) han abandonado el país en busca de trabajo. Hoy España es uno
de países que exporta mayor número de jóvenes al año. Y lo que es
incluso más alarmante es que nada menos que el 43% de las personas
desempleadas (que están en paro) llevan más de un año buscando empleo.
Incluso el FMI (Fondo Monetario Internacional) ha alertado de la
situación, que merece llamarse catastrófica, en la que este grupo se
encuentra. En realidad, cerca del 30% de españoles están riesgo de
pobreza (casi un tercio de la población española, situación que en
Catalunya es casi idéntica).
Una de las causas mayores de este
crecimiento de la pobreza de la población es el gran deterioro del
mercado laboral, que ha configurado un gran crecimiento del desempleo y
de la precariedad, con una bajada de la tasa de ocupación sin
precedentes en la época democrática. El porcentaje de la población
ocupada cayó un 20% desde 2008 a 2013. Y los salarios han descendido un 10% durante los años de la crisis 2008-2015. La mayoría de puestos de
trabajo creados son temporales y precarios.
Como consecuencia de ello, las
desigualdades han aumentado de una manera alarmante. España (incluyendo
Catalunya) es uno de los países que tienen mayores desigualdades en la
Unión Europea. Las rentas del 20% de la población con más renta son nada
menos que 7,5% superiores a las del 20% de la población con menor
renta, un record en la UE.
El enfado popular frente a los establishment político-mediático españoles y catalanes
Las encuestas muestran que este gran
deterioro social es la preocupación mayor que señala la población De
hecho, el desempleo lleva ocupando ya por muchos años el número uno de
la lista de inquietudes y problemas que tiene la población española,
incluyendo la catalana.
Otro tema grave en España es la
corrupción generalizada, que alcanza su máxima expresión en el partido
gobernante en España, el PP, y en Catalunya en Convergència Democràtica,
renombrada como Partit Demòcrata de Catalunya (PDeCAT), que ha
gobernado treinta de los treinta y siete años de autonomía, primero en
alianza con Unió Democrática (UDC) y desde 2012 con ERC. Estos partidos
(PP y CDC) han estado en el centro de la corrupción, reflejo del
maridaje que ambos partidos tienen con los poderes fácticos financieros y
económicos que ejercen una enorme influencia en los mayores medios de
información, tanto públicos como privados. Ambos gobiernos han impulsado
las mayores leyes neoliberales (desde las reformas laborales a las
fiscales, pasando por las presupuestarias), incluyendo las que causaron
las políticas de recortes del gasto público social que han causado la
Gran Crisis Social.
La ocultación del tema social por parte del tema nacional
Estos partidos, que coinciden en la
mayoría de sus políticas económicas y sociales (debido a su pertenencia a
las familias políticas conservadores y neoliberales), lideran los
movimientos nacionalistas de signo contrario y cuyo conflicto
(deliberadamente diseñado) ha ido centrando el debate político, creando
tensiones, con el objetivo altamente exitoso de ocultar su
responsabilidad tanto en la aplicación de las políticas neoliberales
(causantes, repito, de la Gran Crisis Social) como en la corrupción
masiva de sus partidos. Como consecuencia de ello, este mes, por primera
vez, la preocupación por el tema del conflicto España-Catalunya por
parte de la población ha sido mayor que el de la corrupción (último CIS
disponible), mostrando que han sido exitosos en su intento de dejar en
segundo plano mediático la crisis social y la corrupción. Como indiqué
al principio, el llamado Tema Nacional ha ocultado y ha hecho
desaparecer el Tema Social. Ello ha ido acompañado de un incremento de
la distancia y desconfianza entre las clases populares y los
establishments político-mediáticos, lo cual puede determinar una gran
abstención que favorecería a las fuerzas conservadoras y neoliberales
que ejercen una gran influencia en los medios de información. Vean TVE
(en Madrid) y TV3 (en Barcelona) y verán lo que indico.
Esta desmovilización podría revertirse
en España bien a través de la movilización de las banderas (defendiendo
la unidad de España frente a su ruptura), como están intentando hacer
nacionalistas españolistas, o mediante la denuncia social, reajustando
el eje del conflicto para que se transite de un conflicto nacional a un
conflicto social, recuperando el eje izquierda/derecha, algo de difícil
realización pues el PSOE se ha convertido en pieza clave del bloque del
nacionalismo españolista y ERC lo ha pasado a ser del bloque
nacionalista catalanista; el primero apoyando al PP y al 155, y el
segundo apostando por la independencia unilateral.
La situación en Catalunya
Esta distancia hacia el establishment
político-mediático existe también en Catalunya, aunque en grado algo
menor, como consecuencia de la percepción -promovida por los
independentistas- que la crisis social se debe a la pertenencia de
Catalunya a España. De ahí la impresión que si Catalunya se separara de
España, podría elaborar políticas públicas destinadas a resolver la
crisis. Tal argumento, sin embargo, ignora que dichas políticas fueron
aprobadas en las Cortes Españolas por los dos partidos, el PP y el
PDeCAT, que hoy lideran el conflicto de las banderas. Ambos partidos
nacionalistas (el españolista y el catalanista) pertenecen a la
sensibilidad conservadora y neoliberal que ha impuesto tales políticas.
Que debería hacerse
En realidad, hoy tanto el Estado como la
Generalitat de Catalunya tendrían que haber hecho casi lo opuesto a lo
que han estado haciendo. El problema mayor de España y Catalunya es la
enorme desigualdad en la distribución de las rentas; las rentas del
capital han ido creciendo muy rápidamente a costa de una gran reducción
de las rentas del trabajo, creando un enorme problema de falta de
demanda doméstica, causa de la escasa ocupación, problema acentuado con
el descenso del gasto público y de la inversión. Hoy incluso el FMI
admite que los salarios son demasiado bajos y la austeridad ha sido
excesiva. Y a pesar de ello los economistas del PP, del PSOE, de ERC y
del PDeCAT continúan en la ortodoxia neoliberal.
Hoy se debería producir un aumento de
los salarios y un gran crecimiento de la ocupación, con políticas de
creación de empleo en áreas muy deficitarias tales como la transición
energética, la economía verde y el Estado del Bienestar. Y el Estado
tendría que gastar mucho más, como bien señala Mark Weisbrot. El
gobierno español debería endeudarse más, pues los intereses de los bonos
(a 10 años) son solo un 1,6%, inferiores a la inflación. El Estado
debería invertir en más empleo y un buen empleo en las áreas sociales.
Pero muestra el grado de derechización del país, consecuencia del
dominio del tema nacional, que se consideren “radicales”, “antisistema” u
otras frivolidades propuestas típicamente reformistas encaminadas a
empoderar a las clases populares para corregir el enorme desequilibrio
que hoy existe entre las fuerzas político-mediáticas del capital frente a
las del trabajo. La enorme visibilidad del tema nacional ha empoderado a
las derechas en España y debilitado a las izquierdas, que deberían
enfatizar el tema social redefiniendo el tema nacional, indicando que el
punto central de cada nación son los intereses de las clases populares,
que son la mayoría de la población, para las cuales el tema social –su
calidad de vida y bienestar social- es el tema más importante. Se tiene
que desarrollar un patriómetro que pueda medir el grado de patriotismo y
compromiso identitario de una fuerza política midiendo cómo contribuyen
sus intervenciones a la felicidad de las clases populares. Y ahí las
fuerzas conservadoras y neoliberales ya han mostrado sus grandes
insuficiencias. La evidencia de que en España los “súper patriotas” a
ambos lados del Ebro son también los más corruptos y los que han
aplicado las políticas antisociales es abrumadora. Así de claro.
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