Zafarrancho en el racho en el
Supremo. A tortazo limpio por la sentencia sobre el impuesto de las hipotecas
El Supremo no para de dar la nota
pareciendo en estado de Shock desde la salida a la luz de las graves revelaciones
de la ministra Delgado en una comida con insignes compadres sobre su
accidentado viaje a Cartagena de Indias (Colombia), lugar de moda en el que se
desarrollaron muchos cursos jurídicos a los que asistieron algunos de nuestros
más insignes juristas. ¿Nadie investiga a fondo los gravísimos hechos narrados
por la ministra en un tono
propio de bar de carretera (con perdón de los bares)?
Ahora es el episodio de la
sentencia sobre el pago del Impuesto de
Actos Jurídicos Documentados el que abre la caja de Pandora, despertando los
instintos más básicos (orgullos, traiciones, venganzas…) desatando una serie de
acontecimientos dramáticos y, a la vez, cómicos, pareciendo tanto un drama de
Shakespeare como una comedia de los Hermanos Marx.
Veámoslos:
Primer acto: La Sección 2ª de la Sala de lo
Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo dicta una sentencia
apartándose de la línea jurisprudencial seguida hasta entonces, decidiendo
que el sujeto pasivo del Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados que grava
la contratación de préstamos hipotecarios es la entidad bancaria prestamista y
no el cliente prestatario. Cunde el pánico y las
acciones bancarias caen.
Segundo acto: El Presidente de la Sala de lo Contencioso
Administrativo de la que depende la
Sección, Luis Díez-Picazo, al día
siguiente de conocerse la sentencia dictada por su Sección 2ª y en una insólita
decisión, avoca al Pleno de la Sala que
preside para determinar si “el giro
jurisprudencial” de la sentencia dictada por la Sección 2ª, “debe ser o no
confirmado”. Las acciones bancarias suben, pero cunde el cabreo generalizado en
la magistratura por el golpe de timón dado.
Tercer acto: Sale
al escenario el Presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lermes, el Jefe. No
sabe nada, no ha hablado con ningún banco. Pide perdón y dice que él sólo sugirió
a Díez-Picazo hacer una nota informativa “para aclarar el alcance de la
sentencia”. El subordinado que le dice que conoció la sentencia dictada por su
Sección “por la prensa”, lejos de obedecer, decidió efectuar la controvertida
convocatoria, pero eso no importa. No va a pedir su dimisión. Estupor entre el
público. Los bancos, y la peña en general, estupefactos.
Cuarto acto: Rebelión de togas. Los magistrados
se solidarizan con los compañeros que dictaron la sentencia puesta en solfa
y se pide
la dimisión del Presidente de la Sala Tercera del Tribunal Supremo . A su vez, cuestionarán
la propia legalidad de la convocatoria decidida por Díez-Picazo planteando
como primer punto a tratar su irregularidad.
Vayan cogiendo palomitas…la función continúa.
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