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domingo, 21 de enero de 2018

Sobre el "impuesto al Sol". Así será la batalla qeu se va a librar en Europa este año

Así será la batalla por el 'impuesto al sol' que se va a librar en Europa este año

Los partidarios de poner impuestos al autoconsumo y los que no ya han puesto sus cartas sobre la mesa. A partir de ahora, viene una negociación a tres bandas sin un claro vencedor

Foto: Todas las fuerzas políticas menos PP y UPN se han puesto de acuerdo para impulsar el autoconsumo.
Todas las fuerzas políticas menos PP y UPN se han puesto de acuerdo para impulsar el autoconsumo.
La opinión del Parlamento Europeo conocida esta semana en Estrasburgo era la tercera pata de un banco al que se tendrán que sentar también la Comisión Europea y el Consejo Europeo para que antes de que finalice 2018 todos los ciudadanos del Viejo Continente gocen de unas pautas en materia energética. De esta manera, tendrán la guía que les marque el camino a seguir hacia el objetivo comprometido por todos en 2015: cumplir con el Acuerdo de París de descarbonización total en 2050 que revierta el cambio climático.

Sin embargo, el camino elegido para lograr ese histórico y elevado objetivo común ha sumido a Europa en una batalla política en la que cada país demuestra sus intereses particulares. España, por su parte, también. Pero además, las últimas cumbres comunitarias están aflorando las diferencias internas de España, cuya polémica más evidente es el 'impuesto al sol'. Este gravamen, denominado de forma oficial como 'peaje de respaldo', fue alumbrado en la primera legislatura de Mariano Rajoy. El exministro de Industria, José Manuel Soria, y el entonces secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, trazaron esta normativa que añade un recargo a aquellos usuarios que realicen autoconsumo siempre y cuando estén conectados a la red y tengan una potencia instalada de más de 10 KW.

La medida fue duramente criticada desde algunos sectores de la sociedad mientras que las grandes eléctricas y el operador del sistema se mostraron satisfechos. Una normativa que hoy se sostiene gracias al veto de Ciudadanos con el PP en el Congreso de los Diputados a la proposición de ley que pretendía tumbarlo. El revuelo acabó con denuncias que el Tribunal Supremo ha zanjado desestimando los recursos contra la normativa. La única victoria que lograron los beligerantes del 'impuesto al sol' fue el pasado 2017, cuando el Tribunal Constitucional tumbó el artículo que prohíbe el autoconsumo compartido, después de que la Generalitat de Cataluña hiciera un recurso contra esta normativa, que también obliga a Industria a que el registro de autoconsumidores sea potestad de las Comunidades Autónomas y no del Ministerio de Energía.
Con este panorama nacional, la batalla se ha elevado a Europa. Ambos bandos, los partidarios del tributo y los que no lo son, centran ahora sus fuerzas en lo que suceda en Bruselas, donde este año tendrá que alumbrarse una directiva sobre energías renovables que también tendrá que discutir este punto. Se trata de la madre de todas las batallas por este asunto, ya que lo que salga adelante deberá ser transpuesto a las legislaciones nacionales, con lo que lo que está en juego tendrá mayor rango legal que todo lo aprobado en el ámbito nacional en España hasta ahora.

A mediados de enero, ya están fijadas las posiciones por parte de los actores que deberán negociar. En primer lugar, está el Consejo Europeo. Se trata del organismo que reúne a los máximos responsables políticos de cada país. En este asunto en concreto, a los 28 ministros de Energía de la Unión Europea. El representante de España, Álvaro Nadal, volvió a finales de diciembre contento de la cumbre comunitaria. Según señaló entonces su ministerio: "Es muy positivo el tratamiento del autoconsumo. España comparte la orientación que ha propuesto el Consejo, que refleja claramente que no debe haber discriminación ni subsidios cruzados entre consumidores y que estos deben sufragar los costes del sistema de forma equitativa, independientemente de que autoconsuman o no".

La posición del Consejo es muy importante. Los Estados son quienes financian las iniciativas por lo que su voz se tiene muy en cuenta. Algunas fuentes explican que la posición que fijó en diciembre esta institución estuvo marcada por la urgencia de Estonia, el presidente semestral quería cerrar su etapa al frente del Consejo y algunos estados aprovecharon para apurar sus opciones. También Nadal con el impuesto al sol.

El eurodiputado socialista, José Blanco.
El eurodiputado socialista, José Blanco.
Sin embargo, no todo lo decide el Consejo, ahora tendrá que vérselas con el Parlamento en los trílogos, que son las negociaciones a tres bandas entre Eurocámara, Consejo y Comisión. Aquí ha jugado un papel determinante José Blanco, exministro socialista y eurodiputado encargado de fijar la posición del Parlamento en materia de renovables. Una de las líneas rojas marcadas por el gallego tenía que ver precisamente con el 'impuesto al sol'. Su proposición "blinda el autoconsumo como un derecho. Los Estados miembros no podrán gravar el autoconsumo de energía si esta permanece fuera de la red y no podrán establecer ningún tipo de recargo como el llamado 'impuesto al sol'. Esta propuesta es opuesta a la del Consejo.

La votación de las dos enmiendas relativas al autoconsumo dio un resultado contundente: 594 votos a favor, 67 en contra y 20 abstenciones. Además la votación dejó algunos titulares. El Partido Popular Europeo votó a favor de la medida propuesta por el miembro del socialismo europeo José Blanco. Todos excepto los populares españoles y húngaros, que votaron en contra. El tema del 'impuesto al sol' es ignorado más allá de los Pirineos. Los más de cincuenta eurodiputados que intervinieron en el debate previo a la votación de la propuesta de renovables no hicieron ni una sola mención a este asunto.
Pese a que el Consejo optó por la tesis de Nadal respecto al autoconsumo, su victoria no está clara. La voz del Consejo suele tener mayor fuerza que la del Parlamento, pero la amplia mayoría que recibió esta propuesta le pondrá las cosas difíciles. El propio José Blanco ha afirmado en reiteradas ocasiones que él no se levantará de la negociación sin resolver este asunto. Otro hándicap para el consejo, explican algunos expertos, es que estará liderado por Bulgaria, quien tiene la presidencia rotatoria los próximos seis meses. Muchos opinan que se trata de un país con poco peso dentro de la Unión y que no tendrá la fuerza que podría ejercer Francia o Alemania.

Con este panorama, cobra especial relevancia el papel que juegue la tercera pata del banco negociador: la Comisión Europea. Y además, tendrá un marcado acento español porque el responsable en la materia es el comisario de Energía y Acción contra el Cambio Climático Miguel Arias Cañete. La actitud que adoptará en los trílogos puede ser determinante y es una incógnita dados los conflictos internos a los que va a tener que enfrentarse.

Blanco le lanzó esta semana un mensaje directo: "Espero que me ayude a sacar adelante el mandato del Parlamento Europeo, que se ha visto reforzado con una amplia mayoría a favor". Sin embargo, a nadie se le escapa que Arias Cañete es miembro del Partido Popular. Que viene del Gobierno de Rajoy y que fue el presidente quien apoyó su candidatura al Ejecutivo comunitario. Sin embargo, procede del ramo de Agricultura y Medioambiente, que está impulsando todo lo que tiene que ver con la lucha con el cambio climático. No obstante, en Moncloa la ascendencia de Álvaro Nadal, quien fue director de la oficina económica y al frente de la cual está ahora su cuñada Eva Valle (mujer de Alberto Nadal), es muy superior a la de sus compañeros del ministerio de Isabel Tejerina.

Miguel Arias Cañete, saluda a la ministra de Agricultura y Pesca, Isabel García Tejerina. (EFE)
Miguel Arias Cañete, saluda a la ministra de Agricultura y Pesca, Isabel García Tejerina. (EFE)
Fuentes conocedoras de la casuística aseguran que Arias Cañete quiere dejar cerrada la directiva de renovables antes del verano, ya que después se arriesga a que quede en manos de otro. Desde alguna compañía ven a Cañete, dado el puesto que ocupa, como un referente contra el cambio climático tras la abdicación de Barack Obama. Sin embargo, el nuevo presidente francés, Emmanuel Macron, está haciendo todo lo posible por liderar esa causa.

Con el Consejo Europeo a favor del 'impuesto al sol' y el Parlamento comunitario claramente en contra, la clave puede estar en manos de Arias Cañete, que tendrá que lidiar entre las presiones que le lleguen de Madrid y la posibilidad de estampar su firma para la posteridad como el comisario que cerró la directiva más ambiciosa en la lucha contra el Cambio Climático, el gran reto mundial que se dieron los estados en el Acuerdo de París. Y entre medias decidir cómo queda el polémico 'impuesto al sol'.

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miércoles, 17 de enero de 2018

Sobre una economía centrada en el bien común. Entrevista a Christian Felber, profesor universitario y activista

Christian Felber: “No hay que ganar menos dinero, sino consumir menos”
El País
 
A Christian Felber (Salzburgo, 1972) le gusta hacer el pino. En mitad de una conferencia, se pone con los pies en alto para deleitar al público. Ventajas de ser bailarín, además de escritor y divulgador. Tiene estudios de filología hispánica, sociología y políticas, y da clase en la Universidad de Economía y Negocios de Viena. Felber defiende un cambio radical en el modelo económico, la llamada “economía del bien común”. Entre otros postulados, este austriaco defiende la sustitución del Producto Interior Bruto (PIB) como unidad de medida de la riqueza por otro indicador, el Balance del Bien Común, que prima valores como la justicia social, la dignidad humana o la sostenibilidad medioambiental. Otras propuestas de Felber consisten en limitar los ingresos de los individuos y poner límites a la propiedad privada (que un individuo no pueda acumular posesiones por encima de 10-30 millones de euros). En cuanto a la banca, es partidario de limitar el tamaño de las entidades para que, llegado el caso de una crisis, puedan quebrar sin necesidad de ser rescatadas. Y regular sus créditos, para garantizar que vayan a inversiones reales y beneficiosas.

Sus postulados no están exentos de críticas: ¿cómo se mide el bien común? ¿tiene legitimidad un Estado democrático para limitar la capacidad de la gente de ganar dinero? Se le acusa de promover el estatismo y el intervencionismo, y se compara su modelo con una especie de comunismo disfrazado, a lo que Felber responde que su propuesta incluye ideas tanto del comunismo como del capitalismo, pero con límites, y siempre en una “democracia soberana en la que el pueblo marque las pautas”.

Miembro de Greenpeace y confundador de la organización antiglobalización Attac en Austria, es autor de libros como Economía del bien común (Deusto, 2012) o Salvemos el euro (Anaya, 2013). A mediados de octubre participó en un congreso organizado por el Consejo General de Trabajo Social en Mérida, donde tuvo lugar esta entrevista. 

PREGUNTA. Aboga por medir el éxito ético en lugar del éxito económico en las empresas. ¿Cómo?

RESPUESTA. El éxito suele medirse de acuerdo con el alcance de los fines y no con la disponibilidad de los medios. Aristóteles diferenciaba dos formas de entender y practicar la economía. En la oikonomía el fin es el bien común, la buena vida para todos, para lo que el dinero solo es un medio. Si el dinero se convierte en el fin, por definición no es economía sino crematística: el arte de enriquecerse. En ese caso el éxito se mide de acuerdo con indicadores financieros y monetarios, como los beneficios y el PIB. En una economía de verdad, donde el objetivo es el bien común, el éxito se mide según el alcance del fin: producto del bien común, balance del bien común (para empresas) y examen del bien común (para inversiones). La ciencia económica está completamente equivocada y se ha deslizado hacia el capitalismo. 

P. Hace seis años que se puso en marcha su modelo, ¿qué resultados palpables ofrece?
 
R. Hay 500 empresas que ya aplican el balance del bien común. Pertenecen a todas las ramas y tienen todo tipo de formas legales: entidades privadas, sin ánimo de lucro o públicas de distintos tamaños. Desde la unipersonal a las de varios miles de empleados. Se han implicado 50 municipios en Europa, algunos más en Chile; unas 200 universidades están elaborando proyectos de investigación y enseñanza. Ya se ha creado la primera cátedra en la Universidad de Valencia; y hay tres escuelas técnicas superiores en Austria y Alemania que han realizado el balance del bien común, al igual que la Universidad de Barcelona. En España hay varias empresas que siguen el modelo, como Can Cet, la Fundación Guttman y la Agencia de la Juventud, en Barcelona. Además de cuatro regiones europeas: la Comunidad Valenciana, Salzburgo (Austria), Baden-Wüttemberg (Alemania) y Tirol del Sur (Italia). 
 
P. ¿Qué resultados ofrecen las empresas que lo han puesto en marcha? 
 
R. Hay hoteles que empiezan a reducir la oferta de carne en el menú, muchas empresas reemplazan coches de gasolina por eléctricos. Hubo un bufete de abogados que aumentó el salario de la secretaria al darse cuenta de la diferencia que había con respecto al del director. En varias empresas se ha aumentado la participación de la plantilla en las decisiones estratégicas e introducido un mayor grado de democracia interna. Hay otras en las que se han duplicado las solicitudes de empleo, por ejemplo en Alemania, porque los trabajadores quieren trabajar en este tipo de empresas a pesar de que no tengan bonificaciones económicas.

P. ¿Por qué prefieren ganar menos? 

R. Porque la remuneración que más cuenta para los trabajadores es la ética. Encontrar un sentido a lo que hacen, no causar daños medioambientales, primar las relaciones dentro de la empresa y con el entorno. Esto contribuye a la felicidad. Los trabajadores se sienten más apreciados porque pueden participar en las decisiones. 

P. ¿Hay ejemplos en España? 

R. En la Comunidad Valenciana se preparan dos leyes que buscan crear un registro con las empresas que sigan estas reglas más éticas, fomentar inversiones que primen la transformación ética, dar incentivos legales a quienes sigan estos criterios. Por ejemplo, dándoles prioridad en la contratación pública o reduciendo los impuestos que gravan sus productos para que sean más competitivas. En Cataluña, son entidades y organizaciones tan diferentes como una empresa de inserción laboral y el distrito de Horta-Guinardó en Barcelona. 

P. Defiende que las empresas que no sigan el modelo sean penalizadas. 

R. El objetivo es que se invierta la tendencia actual y que los productos éticos sean más económicos, conseguir un mercado inteligente y ético en lugar de uno capitalista. Que se prime a estas empresas para la contratación pública, con condiciones crediticias en los bancos del bien común, libre comercio para las empresas más justas y prioridad en proyectos de investigación científica. Es el sueño de Adam Smith. El éxito de la empresa es el éxito de la sociedad, y no hay que medirlo con criterios financieros sino en términos de dignidad, de solidaridad, de justicia, de democracia. Es decir, sólo cuando una empresa contribuye al éxito de la sociedad puede ser exitosa, lo que significa que no puede duplicar beneficios a costa de recortar plantilla, discriminar a las mujeres, destrozar el medioambiente o corromper la política. 

P. Si se hiciera un reparto más equitativo de la riqueza, probablemente europeos como usted deberían ganar menos. 

R. No sé si todas las culturas quieren ganar más. En Bután, según las estadísticas del Banco Mundial, viven en pobreza extrema pero les va bien. Cuando se les pregunta ‘¿Quién te va a ayudar si necesitas algo’, la respuesta es: ‘Todo el mundo’. Eso es una seguridad social total. Lo que sí está claro es que los europeos tenemos que reducir nuestro consumo medioambiental. Si tú o yo consumimos cinco veces más recursos medioambientales de los que el planeta aporta por persona, vivimos a costa de la libertad de los butaneses. No tendríamos que ganar menos, sino consumir menos.


 

lunes, 4 de diciembre de 2017

¿Democracia=Libre Mercado?. Entrevista a Wendy Brown

“Hoy la democracia simplemente se equipara a la existencia de mercados libres, abiertos y desregulados”, entrevista a Wendy Brown

Autores: IGNASI GOZALO-SALELLAS / ÁLVARO GUZMÁN BASTIDA / HÉCTOR MUNIENTE

Andy Brown, Nueva York, 30 de Noviembre de 2017

Tras rastrear de la mano de David Harvey los flujos del capital por el mundo y su impacto en la política, el clima y la sociedad, la serie Qué hacer. EE.UU en la era Trump avanza con la entrevista a la politóloga Wendy Brown. Brown es una de las analistas más refinadas del neoliberalismo. Situando el foco en fenómenos tan dispares como las grandes empresas tecnológicas de Silicon Valley, la Universidad, la pérdida de soberanía popular, las dietas alimenticias o el muro fronterizo prometido por Trump, Brown nos ofrece múltiples ejemplos de los largos tentáculos del proyecto neoliberal y de los estragos que tal expansión provoca. Sin embargo, donde Harvey observaba continuidad y profundización neoliberal en la elección de Trump, Brown descubre una nueva versión "autoritaria, proteccionista y nacionalista” del mismo régimen. No deberíamos, pues, dar por acabado el neoliberalismo.

"Hoy la democracia simplemente se equipara a la existencia de mercados capitalistas libres, abiertos y desregulados, solo a veces combinados de manera mínima con elecciones modestamente libres" 

En el libro coral ¿Democracia en qué estado? usted habla de cómo la democracia se ha convertido de alguna forma en un significante vacío, y pone como ejemplo la figura de Barack Obama. ¿Puede explicar mejor esta aparente ambigüedad y cuándo comienza este proceso?

Lo que me preocupa de la democracia hoy en día cuando me refiero a ella como un significante vacío, y del peligro que conlleva que sea un significante vacío, es que eso permite que se la apropien, que la enarbolen o la manipulen con fines de todo tipo. Hoy la democracia simplemente se equipara a la existencia de mercados capitalistas libres, abiertos y desregulados, solo a veces combinados de manera mínima con elecciones modestamente libres. El concepto mismo de democracia y sus principios básicos –igualdad, libertad, soberanía popular– se ha resignificado en un sentido orientado al mercado. De ese modo, la igualdad simplemente significa el derecho a competir los unos con los otros, en un mundo de ganadores y perdedores. La libertad, de nuevo, pasa a significar simplemente libertad de la regulación, la libertad de cada uno para hacer lo que quiera como ciudadano individual o como un pedazo de capital. Y la soberanía popular se vuelve algo incoherente, porque el neoliberalismo no deja espacio para que la gente se gobierne, en lugar de limitarse a expresar sus preferencias. 

"La captura de la democracia por parte del neoliberalismo supone un problema grave. Reina la certidumbre, entre los intelectuales neoliberales y los políticos, de que los mercados deciden mejor que la gente"


Cuando analiza el uso de tal concepto, usted propone por un lado los casos de Berlusconi o Bush, pero por el otro a pensadores como Derrida y Balibar o bien tradiciones políticas como el comunismo italiano o el movimiento palestino Hamas. ¿Quiere decir con esto que la democracia es un concepto legitimador o más bien una constante forma de borrar significados previos u originales?

La captura de la democracia por parte del neoliberalismo supone un problema grave. Reina la certidumbre, entre los intelectuales neoliberales y los políticos, de que los mercados deciden mejor que la gente. Las democracias, pues, deben limitarse a encontrar al mejor gestor de los mercados que engloba un país. Así, no debe sorprendernos una de las tendencias más claras de los cuarenta años de despliegue del neoliberalismo: cada vez más empresarios entran en política, persuadiendo a la población de sus capacidades en base a su experiencia en los negocios. Trump, sin duda, encarna eso como nadie. Se presenta diciendo: “Soy el mejor negociador. Sé cerrar tratos mejor que nadie. Conviene recordar que el Primer Ministro de Tailandia, en los años noventa se autoproclamó literalmente el Director Ejecutivo (CEO) de Tailandia. Y no lo dijo en broma.

"Hemos tenido una serie de sentencias del Tribunal Supremo que, basándose en razonamientos jurídicos neoliberales, han permitido la entrada de financiación corporativa y capital financiero para, en esencia, comprar nuestras elecciones"


Su extenso trabajo en el ámbito de la ciencia política se ha basado en elaborar, entre otros conceptos, una teoría del neoliberalismo o, como usted lo denomina, la “razón neoliberal”. Para ello, sitúa al filósofo francés Michel Foucault como el punto de irradiación de una ideología que llegará en la actualidad a ámbitos como la educación universitaria, la ley o los gobiernos. ¿Nos puede poner ejemplos concretos en el caso de Estados Unidos? 

Algunas de las maneras concretas en las que la neoliberalización ha avanzado hasta afectar también a la democracia incluyen, por ejemplo, las maniobras sucesivas para privatizar bienes anteriormente públicos. Hay muchos casos en EE.UU, aunque quizá uno de los mejores ejemplos sea la privatización de las universidades públicas, algo que también ha sucedido en gran parte de Europa. Otro ejemplo es la privatización de los parques, que siguen siendo accesibles al público, pero se financian con cuotas al usuario. Si quieres acceder al parque, tienes que pagar. Quizá lo más importante en tanto a que atañe a la democracia en sí misma, y de nuevo con EE.UU como ejemplo, es la inundación del proceso electoral con dinero de las grandes corporaciones. Hemos tenido una serie de sentencias del Tribunal Supremo que, basándose en razonamientos jurídicos neoliberales, han permitido la entrada de cantidades ilimitadas de financiación corporativa y capital financiero para, en esencia, comprar nuestras elecciones.

"Hay que pensar más allá: el neoliberalismo no entiende de partidos. Hay neoliberales de izquierdas y neoliberales de derechas (...) Estamos ante un mundo muy moderno, socialmente progresista, gay, en cierto modo feminista, que hace guiños a la multiculturalidad y sin embargo es consumadamente neoliberal, contrario a la intervención del estado y favorable a los mercados y el gran capital financiero" 

Un aspecto relevante de su teoría es que esta ideología ha llegado a transformar tanto los principios fundamentales de las instituciones democráticas liberales como la de los imaginarios democráticos más radicales. 

Hay que pensar más allá: el neoliberalismo no entiende de partidos. Hay neoliberales de izquierdas y neoliberales de derechas. Es algo que sabemos desde Mitterrand en Francia, pasando por Blair en Inglaterra y los Clinton en EE.UU. Ellos también basaron su experiencia, su reputación y su legitimidad en ser buenos privatizadores, expertos en negociar acuerdos, y en ser lo que aquí llamamos ‘empollones de la política’. Es importante que recordemos que en EE.UU fue Bill Clinton el que, según sus propias palabras “terminó con el estado del bienestar tal y como lo conocíamos”. Fue el fin del estado de bienestar, anunciado a bombo y platillo por los Clinton mientras hacían gestos simbólicos hacia cuestiones de justicia social.
Y luego está en este país lo que podemos llamar el ‘neoliberalismo de Silicon Valley’. El centro global de la innovación tecnológica y la creatividad es un mundo decididamente neoliberal. Cree en la desregulación absoluta, la privatización, la libertad individual y las grandes cantidades de capital riesgo. Estamos ante un mundo muy moderno, socialmente progresista, gay, en cierto modo feminista, que hace guiños a la multiculturalidad y sin embargo es consumadamente neoliberal, contrario a la intervención del estado y favorable a los mercados y el gran capital financiero.

 "Nos imaginamos que somos libres pero, en realidad, nunca hemos estado más autorregulados" 


Se refiere también al aspecto espiritual o subjetivo del neoliberalismo. ¿Podría desarrollar esta idea? 

Hay otro aspecto importante del neoliberalismo, que es la transformación de uno mismo, o del sujeto. En cierta medida, no tiene demasiado que ver con la monetización, sino con todo un abanico de prácticas que incluyen, por ejemplo, las dietas que miden las calorías, el ejercicio, la educación, el ocio, el contabilizar la cantidad de hierro y otros nutrientes que ha ingerido uno. Calcular si tal o cual inversión en la educación reportará mayores beneficios para nuestro capital humano. Todo esto nos hace cómplices, y a menudo partidarios de las políticas de privatización y desregulación, pero también hace de sujetos altamente gobernados. Nos imaginamos que somos libres pero, en realidad, nunca hemos estado más autorregulados. 

Señala que los muros entre naciones son hoy en día el mejor ejemplo de cómo la disminución de la soberanía de los estados en el nuevo escenario de poder global genera una nueva ansiedad nacionalista...  

Mi manera de leer este fenómeno no es tanto que los muros mantengan a raya las diferentes cosas que ciertos países quieran excluir, como el terrorismo, las armas, las drogas, la inmigración, etc. Más bien, sirven para movilizar un imaginario particularmente nostálgico del pasado de una nación. Trump es muy eficaz a la hora de movilizar esa respuesta racializada y xenófoba a los efectos de la globalización, igual que hacen la mayoría de los políticos de derecha. Marine Le Pen, el partido Alternativa para Alemania, todos los partidos de extrema derecha consiguen desviar los males de la globalización y el neoliberalismo hacia la figura del inmigrante oscuro, criminalizado y terrorista. “America first”, “América primero”, “América para los americanos”, y todo el resto son agentes contaminantes. Destruyen nuestra comunidad, la imagen de lo que somos. 

¿Puede explicar en qué es diferente lo que representa el muro de Trump del antiguo muro de Berlín, por ejemplo? 

Lo que hace Trump cuando dice que “no se puede tener un país sin frontera” es dirigirse precisamente a una triple ansiedad o miedo por parte de sus votantes: primero, que los trabajos desaparecen porque se los llevan a otros lugares; después, que los inmigrantes entran en masa para robar el trabajo de la población autóctona; y finalmente, que la amenaza del terrorismo y del crimen también se cuela por la frontera, y que se supone que el muro detendrá todas esas tendencias. El ejemplo perfecto es el muro fronterizo entre EEUU y México, que en realidad no ha cambiado la cantidad de inmigrantes. Esa cantidad sube y baja dependiendo de la demanda de fuerza de trabajo indocumentada en EE.UU. Pero sirve para construir un imaginario de nación. Imaginamos que somos una nación blanca sitiada por riadas de inmigrantes no deseados, drogas y todo lo demás, y que levantamos una barricada contra eso para proteger nuestra existencia civilizada y purificada. 

¿Podemos afirmar, entonces, que Trump representa un giro proteccionista que da por acabado la hegemonía ideológica del neoliberalismo? 

Trump está atrapado por la clásica encrucijada neoliberal-neoconservadora, que por un lado pretende recortar impuestos, y por tanto los ingresos del estado, y por otro lado tiene un plan de inversiones en infraestructura descomunal, tanto a nivel militar como de construir el nuevo muro. Los pequeños elementos protofascistas de una economía política construida en torno a un proyecto nacionalista basado en la construcción de infraestructuras a gran escala, el levantamiento del muro y demás están a punto, pero la base económica sigue atrapada por la lógica neoliberal de recortes, privatización y desregulación, de modo que no funcionará. Los verdaderos principios no pasan por cuestionar el valor máximo del mercado. Lo que buscan es volver a afianzar las economías neoliberales a nivel nacional. Esta versión concreta de un neoliberalismo autoritario, proteccionista y nacionalista que vemos hoy en día no supone el fin de la neoliberalización. Pero sí creo que estamos, sin duda, ante un nuevo capítulo.

domingo, 3 de diciembre de 2017

Un cortometraje para reflexionar. Sobre la "felicidad" ("Happiness") de Steve Cutts




HAPPINESS, DE STEVE CUTTS


                                           
                                         


y una breve explicación : los ratones de Skinner


jueves, 23 de noviembre de 2017

En víspera de una crisis financiera, todo parece ir bien



Eric Toussaint Portavoz de CADTM Internacional 

A menudo, en víspera de una crisis financiera, todo parece ir bien. Algunas señales son por ejemplo completamente engañosas. El crecimiento económico parece alentador cuando en realidad está fundado en gran medida en una fiebre especulativa en ciertos sectores. Las quiebras son limitadas, los balances de las empresas parecen sólidos. Recordemos las notas triple A concedidas por las agencias de notación a la firma norteamericana Enron en 2000 antes de que la empresa quebrara, dando la señal de partida para la crisis de las punto-com de 2001-2002. Recordemos las notas triple A atribuidas a los productos estructurados ligados al mercado de las subprimes en 2006-2007. Recordemos las declaraciones tranquilizadoras de Alan Greenspan, director de la Reserva Federal de los Estados Unidos entre 1987 y 2006, en vísperas de la crisis de las subprimes. Afirmaba que los riesgos estaban tan bien diseminados en el sistema y tan bien cubiertos por los CDS (Credit Default Swap, especie de seguros contra los riesgos de impagos) que ninguna crisis estaba a la vista. El FMI, en su informe anual de 2007, pretendía que todo estaba tranquilo y que el crecimiento económico era sólido.

La situación en 2017 hace pensar en situaciones de precrisis en las que todo parece estar bajo control y durante las que los dirigentes políticos hacen declaraciones tranquilizadoras. La situación actual se parece de una cierta forma a lo que ocurrió en 1987. Se había conocido un alza fuerte de los mercados bursátiles y una subida importante de las obligaciones de empresas privadas (las obligaciones de empresas, corporate bonds en inglés, son títulos financieros emitidos por las empresas privadas para financiarse, son promesas futuras de reembolsos a cambio de fondos).

Hay sin duda una diferencia importante entre la situación actual y la de hace 30 años: algunos bancos centrales (el Banco de Japón, el BCE, el Banco de Inglaterra…) poseen una parte de las corporate bonds[1] y es un elemento de estabilidad pues no corren el riesgo de vender catastróficamente en caso de comienzo de pánico en el mercado privado de obligaciones. La FED, por el contrario, no las ha comprado aún. El año pasado, viendo que el mercado de las corporate bonds corría el riesgo de implosionar en el futuro, su directora general anunció que la FED podría eventualmente ponerse a comprar pero no se ha tomado ninguna decisión hasta hoy. Ahora bien, es el mercado americano el más desarrollado y el que corre más riesgos.

Por otra parte, la FED posee una cantidad enorme de productos estructurados que ha comprado para ayudar a los bancos a afrontar las consecuencias de la crisis de 2008. La FED poseía en octubre de 2017, 1770 millardos de dólares de productos estructurados ligados al mercado inmobiliario (Mortage Backed Securities, MBS)[2]. La FED sabe muy bien que, en caso de intentar revender en un próximo futuro estos productos tóxico, correría el riesgo de provocar un hundimiento del valor de los títulos que tendría un efecto en cadena con quiebras como resultado. 

Los factores de la crisis: las deudas privadas en el corazón del problema 

En 2017 asistimos a la prosecución de una importante subida de las capitalizaciones bursátiles que comenzó hace varios años. Se trata de una subida en gran medida especulativa estimulada por las recompras de acciones y la política de dinero fácil seguida por los bancos centrales. La burbuja bursátil acabará por estallar.

Asistimos igualmente a una fuerte subida del volumen de las deudas de las grandes empresas privadas  (aumento de 7800 millardos de dólares de las deudas de las empresas privadas no financieras entre 2010 y 2017 en los Estados Unidos). Se desarrolla una burbuja especulativa en el mercado de los corporate bonds. Los junk bonds (obligaciones de empresa de alto riesgo) son muy buscadas pues producen un alto rendimiento.

Se añade el relanzamiento de una burbuja del crédito privado al consumo en el sector del automóvil en los Estados Unidos. El volumen de las deudas en el mercado del automóvil de ese país supera los 1200 millardos de dólares, un aumento del 70% desde 2010. El número de impagos  ha comenzado a aumentar y ha alcanzado el 7,5% del total. En consecuencia, los grandes bancos que controlan el 30% de ese mercado intentan reducir su exposición a una burbuja que corre el riesgo de estallar[3].

En los Estados Unidos, la deuda estudiantil ha superado los 1350 millardos de dólares en 2017 y el porcentaje de impagos alcanza a más del 11%[4]. Una burbuja inmobiliaria se ha formado en Canadá[5]. La deuda de las familias en los Estados Unidos ha superado a comienzos de 2017 el nivel que había alcanzado en 2008 antes de la quiebra de Lehman Brothers. El volumen total de la deuda de las familias se acerca a los 13 000 millardos de dólares. Sin embargo, los impagos son inferiores a lo que eran en 2008-2009.

A escala internacional, aunque el discurso dominante afirme que los bancos han saneado profundamente sus cuentas y que están preparadas para afrontar una degradación de la situación,  hemos asistido estos últimos cuatro años a la prosecución de los rescates de bancos privados importantes, en particular en Europa (Austria, Portugal, Italia, España…). La solidez de su balance es completamente relativa y sus fondos propios reales no superan en general el 5% e incluso hay grandes bancos por debajo de esa ratio. Uno de los problemas más importantes de los bancos: el aumento de los impagos en su cartera de créditos (lo que se llama los NPL, los non performing loans). La importancia de los NPL lastra la situación de la mayor parte de los bancos italianos y ha provocado la quiebra en España del Banco Popular en mayo de 2017.

Recordemos que antes de las quiebras de numerosos bancos en 2008-2009, el sector mostraba beneficios elevados. Lo mismo ocurre hoy.

La subida del endeudamiento privado en China es también un factor potencial de crisis. La prensa dominante que atrae la atención de la opinión pública en esta dirección no se equivoca completamente aunque está claro que prefiere desviar la atención de los elementos de crisis que afectan directamente a las economías occidentales.

Del lado de las grandes empresas privadas occidentales, como hemos mostrado en un artículo precedente 6 comentarios , el recurso al endeudamiento es masivo. Desarrollan a fondo operaciones estrictamente financieras y especulativas endeudándose.

Por otra parte, a nivel mundial, las empresas del sector de la siderurgia se ven confrontadas a una sobreproducción. Las grandes empresas petroleras mundiales muestran una subida de sus beneficios pero hay que preguntarse si la subida del precio del barril de petróleo a 60 dólares (observada en octubre-noviembre 2017) no está también provocada en parte por una especulación sobre los stocks y compras futuras. El sector del automóvil conoce una sobreproducción aunque las ventas han recuperado un curso ascendente en gran medida favorecido por compras a crédito. 

El coste de la protección contra el riesgo ha alcanzado un nivel históricamente muy bajo 

Asistimos por parte de las grandes empresas capitalistas a tal apetito por correr riesgos que el coste para protegerse contra la posibilidad de un impago ha alcanzado un nivel extremadamente bajo. Es contrario al principio de precaución pero es completamente normal en la lógica capitalista. Dado que numerosos capitalistas (Apple y otros) buscan comprar títulos financieros de alto riesgo (junk bonds), las empresas frágiles que los emiten pueden proponer rendimientos más bajos que si la demanda de sus títulos fuera escasa. Así, los rendimientos ofrecidos sobre los junk bonds disminuyen, lo que no quiere decir en absoluto que tengan menos riesgos que antes. El precio de esos títulos deseados aumenta, el rendimiento ofrecido baja y el “mercado” considera que el riesgo disminuye, lo que es contrario a la realidad. En los Estados Unidos, en octubre de 2017, una empresa que quería protegerse contra un impago debía pagar un seguro (un Credit Default Swap, CDS) de un montante de 5,44 dólares para cubrir un riesgo de 1000 dólares en títulos financieros de riesgo. En 2008, en el momento de la crisis, había que pagar 27,80 dólares para cubrir el mismo riesgo.

Esto recuerda las triples A concedidas por las agencias de notación a los productos estructurados subprimes justo antes de la crisis.

Es también señal muy clara de una voluntad de asumir riesgos a fin de aumentar los rendimientos a corto plazo. Esta situación de seguridad aparente puede trastocarse rápidamente como nos enseña la historia del capitalismo.

Fuente: Diario Público

NOTAS
[1]    El BCE tenía, en octubre de 2017, 357 millardos de euros de corporate bonds, de los cuales 236 eran covered bonds, es decir, los títulos menos seguros. Fuente consultada el 9 de noviembre de 2017:  https://www.ecb.europa.eu/mopo/implement/omt/html/index.en.html#cspp   El BCE tiene un tercio del mercado europeo de los covered bonds (ver Financial Times del 27/07/2017)
[2]    Fuente consultada el 9 de noviembre de 2017: : https://www.federalreserve.gov/releases/h41/current/h41.pdf
[3]    Financial Times, “US consumer debt pile deters big banks from $1.2tn car-loan market”, 30 mayo 2017.
[4]    Federal Reserve Bank of New York
[5]    Financial Times, “Canada’s housing rally owes a debt to Europe”, 27 julio 2017