Los precios de los alimentos y bebidas crecieron un 1,7% frente al aumento del 0,1% del sueldo medio en España
Lo
que nos cuesta llenar la despensa crece cada año 17 veces más que
nuestras nóminas. El año pasado los productos de la cesta de la compra
(alimentos básicos y productos de primera necesidad) se encarecieron un 1,7%, mientras que el salario medio del español permaneció casi igual, con una subida testimonial del 0,1%, según datos del Instituto Nacional de Estadística de 2017.
El
Índice de Precios al Consumo cerró el ejercicio en el 1,1%, pero en el
caso de los productos de alimentación y bebidas no alcohólicas los
precios fueron un 1,7% más caros que un año antes. Nuestro presupuesto
para gastar, sin embargo, fue casi el mismo, pues el salario bruto anual
fue de 22.806 euros. En 2016 había sido de 22.771, lo que revela un
incremento del 0,1%, según la Encuesta Anual de Coste Laboral del citado
organismo.
El coste salarial que refleja el INE comprende las
remuneraciones, en metálico o en especie, realizadas a los trabajadores
por su trabajo. Incluye tanto el salario base, complementos, pagos por
horas extraordinarias y pagos atrasados. Se recoge en términos brutos,
antes de que se le apliquen a esta nómina las retenciones o pagos a la
Seguridad Social.
Las regiones con sueldos más altos
Por comunidades autónomas, las que cuentan con el sueldo medio más alto son Asturias, Cataluña, Navarra y País Vasco, con
cifras que superan los 23.000 euros y llegan a los 26.000 en el caso de
la región vasca. Aquellas cuyos ciudadanos tienen las nóminas más bajas
son Extremadura y Canarias, por debajo de los 20.000 euros anuales.
Dentro de la cesta de la compra hay productos que se encarecieron 80 veces más que el ritmo al que crecieron los salarios.
Es el caso de los aceites y grasas (incluye los distintos tipos de
aceites, mantequillas...). Se encarecieron un 8,7%. En el caso del
aceite de oliva, se trata de un producto que lleva subiendo de precio en
los últimos años, y esto ha impulsado las ventas del de girasol. En
2016, por ejemplo, el precio se disparó un 9% y se situó en los 3,73
euros de media. Sus ventas en volumen, en litros vendidos, cayeron un
3%, según datos de la consultora.
Las frutas frescas fueron otro
de los productos que más se dispararon el pasado año. Subieron un 4,1%.
«Los frescos son uno de los alimentos con mayor demanda, en general, por
el mayor interés que hay por parte del consumidor por productos sanos y
naturales», explican fuentes del sector. Por este mismo motivo, las
legumbres y hortalizas crecieron un 3,3%.
También nos comió un
buen pico de la nómina el pescado. Es otro de los productos que ha
experimentado un comportamiento particular el pasado año. Tanto el
fresco como el congelado es hoy un 3,2% más caro que el año pasado
(subió 30 veces más que los salarios).
Frescos más caros
El
encarecimiento del producto fresco ha hecho que compremos más
congelado. En el primer cuatrimestre de este año los productos
congelados subieron en ventas un 5,1% mientras que los refrigerados lo
hicieron un 9,1%, según datos de la consultora Nielsen.
Al igual
que ocurre con el aceite, todo tiene que ver con el incremento de los
precios. En este periodo el pescado fresco se encareció un 7%. Según la
consultora Nielsen, se trata de una tendencia que lleva tiempo, pues en
2015 consumimos casi un 1% menos de pescado fresco y un 3,5% más de congelado.
La
Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) también detalla en su
último informe sobre precios esta brecha que hay entre el coste extra
que tenemos que pagar para alimentarnos por la subida de precios y el
hecho de que nuestros salarios sigan igual. El observatorio de precios
de la organización ha seguido la evolución de precios de más de 100
productos de alimentación de la cesta de la compra, tanto frescos como
envasados, del fabricante o de marca de distribuidor. Incluye también
productos de droguería e higiene.
Según este observatorio «los
precios han subido con fuerza especialmente en el primer trimestre de
2018». Desde marzo de 2017 hasta el mismo mes de este año el incremento
es del 1,6%, subida similar a la que calcula el INE en 2017. De entre
los que más suben, la OCU destaca el vino tinto de mesa, las manzanas, los limones, el agua mineral y el pollo entero.
No
todos los productos se dispararon. Algunos compensan el dispendio a la
hora de llenar la despensa. Es el caso, según los datos de la OCU, de
las sardinas de lata, los tomates o el whisky. De su cesta tipo de la
compra, se encarecieron el 59% de los productos básicos, frente al 41%,
cuyo precio sí bajó en el último año.
En lo que va de año el IPC
está creciendo a un ritmo interanual del 2,2%. El INE confirmó ayer una
cierta desaceleración en julio -subió un 0,7% menos que en junio-, pero
cerrando la vigésimo tercera tasa mensual positiva consecutiva.
"El pan blanco es uno de los principales problemas que tenemos en España. Cuando ya se tiene sobrepeso, es una bomba"
Es
uno de los cerebros del mayor proyecto científico sobre dieta
mediterránea, sus efectos en la salud y en la obesidad, la gran pandemia
del siglo XXI. Este catedrático de la Universidad de Navarra, profesor
visitante en Harvard, explica cómo lograr una sociedad más sana y alerta
sobre las tácticas agresivas de algunas empresas alimentarias.
SE TARDA MENOS de dos minutos en darse cuenta de que el doctor Miguel Ángel Martínez-González
predica con el ejemplo. Sube a pie las escaleras de la facultad hasta
el segundo piso en el que imparte una clase de bioestadística a futuros
médicos, toma el café sin azúcar y, en un menú de restaurante que ofrece
como alternativa lentejas, pasta y carne, elige sin dudar las
legumbres. Lleva más de dos décadas buscando evidencia científica que
apoye las bondades atribuidas por la tradición a la dieta mediterránea.
Este catedrático de Salud Pública de la Universidad de Navarra, y
desde junio también catedrático visitante de Harvard, es uno de los
cerebros del ensayo Predimed,
el más amplio realizado hasta ahora sobre los efectos de la dieta
originaria del sur de Europa: el seguimiento de una cohorte integrada
por 7.500 participantes reclutados en toda España durante una década ha
demostrado que esta reduce en un 66% los problemas circulatorios, en un 30% los infartos e ictus y en un 68% el riesgo de cáncer de mama.
En el pasillo que hay junto a su despacho del campus en Pamplona,
donde se desarrolla la entrevista, cuelgan de un corcho los trabajos
que su departamento ha publicado recientemente en revistas científicas.
“Es el muro de la autoestima”, bromea. El doctor malagueño, de 59 años,
colabora en diversas investigaciones desde los noventa con la Escuela de
Salud Pública de Harvard, referencia mundial en nutrición. De allí tomó
la inspiración, y los conocimientos, para contribuir a crear no solo el
proyecto Predimed –sus hallazgos
ya se incluyen en las guías nutricionales oficiales de Estados Unidos–,
sino también el SUN, un programa en el que más de 22.000 personas, el
50% de ellas profesionales sanitarios, han puesto a disposición de los
investigadores –de forma continuada desde 1999– datos sobre su salud y
estilo de vida que han servido para decenas de trabajos de
investigación. También ha comenzado recientemente otro proyecto,
Predimed Plus, que persigue demostrar a través del seguimiento de casi
7.000 pacientes obesos durante cuatro años que con la dieta mediterránea
mejorarán su dieta, incrementarán su actividad física y perderán peso.
Ya es un hecho científico: la dieta mediterránea es saludable. Entonces, ¿por qué hay tanto sobrepeso en España?
Mucha gente dice que conoce y sigue la dieta mediterránea. Pero la
realidad es que las generaciones jóvenes han incorporado la
norteamericana. Se come demasiada carne roja y procesada.
No quiero decir que tengamos que hacernos vegetarianos. Pero la
evidencia científica indica que, a medida que se aumenta el porcentaje
de proteínas vegetales sobre las animales, se reduce brutalmente la
mortalidad cardiovascular y por cáncer. La dieta mediterránea, sobre
todo el consumo de aceite de oliva virgen extra, frutos secos, frutas,
verduras y legumbres, es la mejor opción. Después, mejor comer pescado
que carne y, esta, preferentemente de ave o conejo. También conviene
reducir el consumo de azúcar y sal, y llevar una vida menos sedentaria.
Usar más las escaleras y menos el ascensor.
¿Por qué a la gente le cuesta tanto adelgazar?
Primero, porque hay que tener mucha fuerza de voluntad para perder kilos
y no volverlos a recuperar. Pero es que, además, cierta industria
alimentaria ejerce gran presión para poner muchos alimentos a nuestra
disposición a todas horas, a un coste muy barato y en grandes
cantidades. ¿Qué es lo que está más al alcance en las estanterías de los
supermercados? Alimentos ultraprocesados, con gran densidad energética
porque les han metido mucha grasa, azúcar y sal, a veces en contra de la
naturaleza del producto, como pasa con el kétchup. ¿Qué tendrá que ver
la salsa de tomate con él? Y se vende y consume en cantidades
industriales. Además, las raciones grandes y baratas hinchan a la gente.
Vivimos en una cultura de sobrealimentación. Deberían hacerse más
fáciles las opciones más sanas.
Vanessa Montero
Por mucho que la industria quiera tentarla, la gente sabe que todo eso muy sano no puede ser. Nadie les obliga a comerlo.
La mayor parte de las elecciones que hacemos no son muy racionales. El
economista Richard H. Thaler, un referente en la teoría de las finanzas
conductuales, y Cass R. Sunstein, otro experto en economía conductual,
lo explican muy bien en uno de mis libros favoritos, Un pequeño empujón
(Taurus). La gente suele optar por la decisión más fácil, y hay cierta
industria que le da ese pequeño empujoncito. Por eso creo que hay que
poner fácil lo saludable, dar pistas de qué se debe elegir para comer
bien. Son estrategias de salud pública para construir una sociedad más
sana. De tal manera que, por defecto, te ofrezcan pan integral. El
refresco, sin azúcar. Thaler y Sunstein lo llaman paternalismo
libertario. La gente debe ser libre para elegir, pero creo que hay que
informar y proteger contra elecciones que no se piensan mucho y que son
dañinas. Sin forzar. Esto es lo que enseño en medicina preventiva.
El Gobierno acaba de anunciar la creación de una tasa que penaliza el consumo de bebidas carbonatadas. ¿Qué le parece?
Soy partidario de que se subvencionen el aceite de oliva virgen extra,
las frutas y las verduras a base de gravar el consumo de carne roja y
procesada, comida basura y bebidas azucaradas. Así se lanza un mensaje
claro de qué es sano y qué no.
Hablaba antes del pan. ¿Es dieta mediterránea?
Hemos
debatido mucho en torno a este tema. La conclusión a la que hemos
llegado es que el pan blanco es uno de los problemas más graves que
tenemos en España. La gran mayoría lo consume y, además, se hincha.
Conviene saber que es fundamentalmente un almidón, y nuestro cuerpo es
supereficiente transformando el almidón en azúcar. Es como tomar
glucosa. Basta con poner un poco de miga en la boca, enseguida sabe
dulce. ¿Y por qué se molesta la industria en quitar el grano entero?
Porque las harinas refinadas aguantan mejor. Son muy útiles
comercialmente, pero les quitan la parte más nutritiva y que permite que
se absorban los azúcares más lentamente. Le estamos dando a la gente,
con el pan blanco, un combustible de rápida absorción. Y eso,
especialmente cuando ya se tiene sobrepeso, cierta resistencia a la
insulina, es una bomba. Habría que consumir menos y, preferiblemente,
integral.
Proliferan ahora los libros sobre las diversas teorías de qué
alimentos engordan más o menos. Que si las grasas no son tan malas como
se pensaba y el azúcar es la razón de la epidemia de obesidad y
diabetes… ¿Qué es peor, el azúcar o las grasas?
El azúcar es un
gran problema. Se añade en grandes cantidades a los refrescos, zumos y
productos envasados. Los niños se acostumbran a esos sabores extradulces
y, claro, luego no quieren comerse una pera. Pero, por otra parte, está
demostrado que la grasa saturada tiene un efecto negativo sobre la
enfermedad cardiovascular. Tanto las grasas como el azúcar pueden ser
problemáticos.
La industria dice que no hay que demonizar alimentos, que hay que comer de todo.
No se ha demostrado científicamente que comer una amplia variedad de
alimentos sea mejor que restringir algunos. Pero, al productor de carne
de vacuno, ¿qué le va a interesar decir? Pues que no hay que demonizar
ningún alimento. La industria tiene muchos más recursos que las autoridades de salud
pública para lanzar estos mensajes. Ha pasado antes. Algunas empresas de
alimentación han usado tácticas similares a las que usó la industria
tabacalera. Como pagar a científicos para que dijeran que el tabaco no
perjudicaba la salud tanto como se creía. Se llegó a decir que los
cánceres de pulmón incipientes producían el deseo de fumar para calmar
el dolor. También se ha empleado dinero para desprestigiar a los
epidemiólogos que trabajamos en nutrición.
¿Comparar la industria alimentaria con la del tabaco no es un poco desproporcionado?
Hace dos años se publicó un informe en PLoS Medicine con los documentos internos
de la industria del azúcar de los años cincuenta y sesenta. Allí se
constata que se sabía perfectamente que era la causa de la caries
dental. En aquellos documentos internos se detalla cómo pagaron a
científicos para que sembraran la duda sobre todo lo que pudiera
perjudicarlos. Los expertos en marketing que aconsejaban a las
empresas azucareras fueron contratados después por las del tabaco, que
imitaron estas estrategias. Por otra parte, sí es destacable que en los
últimos años ha habido movimientos responsables dentro de la propia
industria alimentaria para retirar las grasas trans [las más dañinas] de sus productos, usar edulcorantes que no sean calóricos y reducir el contenido de sal.
Vanessa Montero
¿Usted ha aceptado dinero de la industria?
En
dos ocasiones. La primera, en un momento en que nos negaron todos los
fondos y la cohorte SUN dedicada al estudio de hábitos alimentarios
corrió peligro de desaparecer. Aceptamos una oferta de Danone para ver
los efectos metabólicos del yogur sobre la obesidad. Fueron unos 40.000
euros en 2013. Concluimos que el consumo de yogur reducía el riesgo de
obesidad, pero también dijimos que el consumo de fruta lo reducía aún
más. Después de publicar el estudio acabamos nuestra colaboración con
ellos y les pedí que no me llamaran más.
¿Si publicó lo que quiso, por qué rechazarlos?
Es
una presión muy sutil. Me invitaron a que fuera a un simposio en Boston
para hablar de nuestros descubrimientos con el yogur. No me gusta
aparecer en un congreso de la mano de una industria concreta. Considero
que es mejor para todos que los investigadores sean independientes.
¿No ha recibido dinero de los productores de aceite de oliva?
No. La segunda ocasión fue el Consejo Internacional de Frutos Secos
quien nos pagó. Participamos en una convocatoria pública competitiva
para financiar Predimed Plus porque repartíamos frutos secos entre los
participantes. Obtuvimos un proyecto de 50.000 euros para dos años,
menos del 3% del dinero que recibimos durante esa época. Ahora, la
totalidad de nuestra financiación es pública: fondos estadounidenses,
españoles y europeos.
Hay investigadores que aceptan dinero de la industria.
Es un tema delicado. En 2013, nuestro trabajo publicado en PLoS Medicine concluía
que era cinco veces más probable que los estudios realizados con
financiación de cierta industria concluyeran a favor de esas empresas.
También es interesante contrastar cualquier estudio que haya recibido
dinero de compañías de alimentación con otros independientes y
compararlos. No se puede fiar uno solo de investigaciones financiadas
por los interesados. No se puede ser juez y parte. Otra posibilidad
sería que la industria aportara ese capital a un fondo anónimo y que no
tuviera capacidad para decidir qué proyectos se van a financiar. Por
otro lado, las agencias públicas tendrían que incrementar sus
inversiones en epidemiología nutricional. La alimentación interesa a
toda la población.
La obesidad es ya una epidemia de alcance global.
Es
la gran pandemia del siglo XXI, y va a provocar el hecho insólito de
que en las sociedades desarrolladas retrocedamos en expectativa de vida.
En Estados Unidos acabamos de saber que ya ha pasado. Un macroestudio
reciente realizado en Israel muestra que incluso la gente cuyo peso está
dentro de la normalidad, pero en la parte alta, rozando el sobrepeso,
sin ser aún obesos, tiene un mayor riesgo
de mortalidad cardiovascular. La OMS asocia la obesidad con 15 tipos de
cánceres. Eso tiene un impacto en la calidad de vida. Por eso estamos
haciendo el ensayo Predimed Plus, para ver si con dieta mediterránea no
solo se está más sano, sino también más delgado.
Solo en presencia de una dieta insana, la genética se relaciona con la obesidad. Por supuesto, el papel de los padres es clave
¿La obesidad es genética?
Es hereditaria, porque las
costumbres se pueden pasar de padres a hijos, pero el componente
genético no puede explicar la pandemia actual. En Harvard hicieron un estudio
muy interesante en 2012: tomaron 32 genes relacionados con la obesidad y
vieron qué pasaba cuando se tomaban bebidas azucaradas. Si no se
consumían refrescos azucarados, la genética no predecía nada. Es muy
llamativo. Solo en presencia de una dieta insana, la genética se
relaciona con la obesidad. Por supuesto, el papel de los padres es
clave, y el de la escuela, los profesionales sanitarios, los medios y la
cultura del entretenimiento.
¿Hasta dónde puede llegar la medicina preventiva?
Empecé a formarme como cardiólogo, pero enseguida me di cuenta de que me
gustaba actuar antes, la epidemiología, los grandes números. En los
noventa, la medicina preventiva era insignificante en España. Ha ido
ganando prestigio gracias a la medicina basada en la evidencia
científica. Antes el médico se fiaba de su inspiración, de su ojo
clínico, de su experiencia. Ahora hay investigaciones que afirman que
tras estudiar a 10.000 pacientes, esto es lo que suele pasar. Ha
cambiado el lenguaje de la medicina.
Se solía decir que un buen médico era alguien mayor, con experiencia.
Era una visión subjetiva. Ahora tiene una base más objetivada,
cuantificada, rigurosa, científica, pero nunca debe faltar el afecto
humano al paciente y la atención personalizada.
¿No podemos acabar obsesionándonos con la prevención?
La gente confunde la medicina preventiva con los tratamientos precoces o
los chequeos. Pero lo principal es el estilo de vida y la dieta. La
vida es simple, al menos en teoría: no fumar, estar delgado, tener
actividad física, comer sano y controlar la presión arterial, el
colesterol y la glucosa. Si se tienen bajo control estas cosas, se
reduce en un 76% la mortalidad cardiovascular.
Hoy en día, con un simple análisis de sangre o saliva se puede pronosticar un cáncer en una persona totalmente sana.
Esa medicina preventiva tiene aplicaciones que son habas contadas. Es
muy poca gente la que puede beneficiarse ahora mismo. No hay recursos.
En cambio, comer más lentejas y menos carne está al alcance de toda la
población desde ya mismo.
Hay un empeño en hacer que la gente viva muchos más años.
La calidad de vida es fundamental. Y mucha se pierde por las
enfermedades neurodegenerativas. Estamos investigando el efecto de la
dieta mediterránea en demencias como el alzhéimer y el párkinson y hemos
empezado a ver que también es beneficioso. Calculo que en un año se
publicarán los resultados. Creo que va a ser un bombazo.
El precio de la Tarifa de Último Recurso (TUR) aplicable
al suministro doméstico de electricidad -aplicable a más de 17 millones de
usuarios- ha descendidoun 2,29% a
partir de este lunes para más de 17 millones de consumidores mientras que el
precio de la bombona de butano registrará un descenso del 4,6%.
A continuación, las disposiciones que regulan el precio actual de la TUR y del precio del gas licuado envasado.
Resolución de 27
de septiembre de 2012, de la Dirección General de Política Energética y Minas,
por la que se establece el coste de producción de energía eléctrica y las
tarifas de último recurso a aplicar a partir del 1 de octubre de 2012.
Primero.
Aprobar los precios del coste de
producción de energía eléctrica que incluirán las tarifas de último recurso a
partir de 1 de octubre de 2012, fijando sus valores en cada periodo tarifario,
expresados en euros/MWh, en los siguientes:
a) Tarifa de último recurso sin
discriminación horaria y con discriminación horaria de dos periodos:
– CE0 = 76,58
Euros/MWh.
– CE1 = 81,84 Euros/MWh.
– CE2 = 55,62 Euros/MWh.
b) Tarifa de último recurso con
discriminación horaria supervalle:
– CE1 = 82,85
Euros/MWh.
– CE2 = 65,97 Euros/MWh.
– CE3 = 49,07 Euros/MWh.
Los parámetros utilizados para el
cálculo de dichos valores son los recogidos en los anexos de la presente
resolución.
Segundo.
Aprobar los precios del término de
potencia y del término de energía activa de las tarifas de último recurso
aplicables a partir del 1 de octubre 2012, fijando sus valores en los
siguientes:
– Término de potencia:
TPU = 21,893189 Euros/kW y año.
– Término de energía: TEU.
• Modalidad sin discriminación
horaria:
TEU0= 0,145578
Euros/kWh.
• Modalidad con discriminación
horaria de dos periodos:
TEU1= 0,178438
Euros/kWh.
TEU2= 0,059070
Euros/kWh.
• Modalidad con discriminación
horaria supervalle:
TEU1= 0,179448
Euros/kWh.
TEU2= 0,070800
Euros/kWh.
TEU3= 0,050795
Euros/kWh.
Tercero.
Lo dispuesto en el apartado primero
y segundo de la presente resolución será de aplicación para los consumos
efectuados a partir de las cero horas del día 1 de octubre de 2012.
Cuarto.
Contra la presente Resolución cabe
interponer recurso de alzada ante el Secretario de Estado de Energía, en el
plazo de un mes, de acuerdo con lo establecido en la Ley 30/1992, de 26 de
noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común, modificada por la Ley 4/1999, de 13 de
enero, y en el artículo 14.7 de la Ley 6/1997, de 14 de abril, de Organización
y Funcionamiento de la Administración General del Estado.
Resolución de 24 de septiembre de 2012, de la Dirección General de
Política Energética y Minas, por la que se publican los nuevos precios máximos
de venta, antes de impuestos, de los gases licuados del petróleo envasados, en
envases de capacidad igual o superior a 8 kg., e inferior a 20 Kg., excluidos
los envases de mezcla para usos de los gases licuados del petróleo como
carburante.
Primero.
Desde las cero horas del día 1 de
octubre de 2012, el precio máximo de venta, antes de impuestos, de aplicación a
los suministros de gases licuados del petróleo envasados en recipientes de
capacidad igual o superior a 8 kg, e inferior a 20 kg de contenido de GLP, a
excepción de los envases de mezcla para usos de los gases licuados del petróleo
como carburante, será de 106,4506 c€/kg.
Segundo.
Los nuevos costes de
comercialización sin impuestos, tenidos en cuenta en el precio indicado en el
apartado primero y calculados según la Orden ITC/776/2009, de 30 de marzo, que
en su artículo único modifica el apartado cuarto de la Orden ITC/1858/2008, son
de 44,4848 c€/kg.
Tercero.
Los precios máximos de aplicación
para los suministros de los gases licuados del petróleo señalados en la
presente Resolución se aplicarán a los suministros pendientes de ejecución el
día de su entrada en vigor, aunque los pedidos correspondientes tengan fecha
anterior. A estos efectos, se entienden por suministros pendientes de
ejecución, aquellos que aún no se hayan realizado o se encuentren en fase de
realización a las cero horas del día de entrada en vigor de la presente
Resolución.
Cuarto.
Contra la presente resolución, y de
acuerdo con lo dispuesto en los artículos 107 y siguientes de la Ley 30/1992,
de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común, y en el artículo 14.7 de la Ley
6/1997, de 14 de abril, de Organización y Funcionamiento de la Administración
General del Estado, puede interponerse recurso de alzada ante el Secretario de
Estado de Energía en el plazo de un mes a partir del día siguiente al de su
publicación.
¿Tomaría usted voluntariamente isopreno, crotonaldehído o tolueno? ¿Y
cotinina o hidroquinona? Seguramente no, y haría bien, porque son
compuestos cancerígenos. Pero sin saberlo los ingieren diariamente el
30% de españoles que fuma, ya que se encuentran en los cigarrillos,
según ha comprobado un grupo de la Universidad de Alicante, que ha
publicado los resultados en Food and Chemical Toxicology.
Los investigadores –que no han querido detallar el desglose por
marcas- ponen la atención en que de los más de 3.000 compuestos que se
inhalan con un cigarrillo, solo tres –alquitranes, nicotina y monóxido
de carbono- están limitados por ley, mientras que del resto no se dice
nada. Y de estos, claramente perjudiciales, hay gran variedad entre
marcas.
Además, no hay una relación entre los compuestos regulados y los
otros. Es decir, una persona puede haber elegido una marca pensando que
es más sana porque tiene menos alquitrán, y resultar que la
concentración de alguno de los otros productos es de la más alta. “No
hay que asumir, por tanto, que un cigarrillo que genere más alquitranes
vaya a ser más tóxico que otro que produzca menos”, apunta María Isabel
Beltrán, una de las autoras del trabajo.
El estudio, realizado mediante máquinas de fumar que recogen el humo y
las partículas, también registró una gran variabilidad entre los
productos regulados. “Al comparar con otros estudios se ha encontrado
que el nivel de monóxido de carbono de los cigarrillos españoles es
medio-alto” respecto a los de otros países.
Respecto a la nicotina, varía 0,28 a 0,61 miligramos por cigarrillo.
Es decir, se puede doblar de una marca a otra, aunque dentro de los
niveles legales. “Realmente la nicotina, aunque es la responsable de la
adición, no es lo más peligro de los cigarrillos”, ha dicho Beltrán a la
web de información científica SINC.
“De los más de tres mil compuestos que lleva el tabaco hay otros mucho
peores, como el cianuro de hidrógeno, el 1,3-butadieno o algunos de las
familias de los aldehídos, las nitrosaminas y los fenoles”.
Los investigadores también han estudiado sistemas para reducir la
inhalación de algunas de estas sustancias. Se trata de catalizadores que
podrían incorporarse al tabaco para que los absorbieran. Uno de ellos,
conocido como Al-MCM-41, reduce un 23% las emisiones de monóxido de
carbono y más de un 40% las de nicotina. “La estructura tridimensional
de este material —una arcilla con óxidos de silicio y aluminio— permite
la formación de cuevas donde quedan retenidos los compuestos de
cadena larga”, dice Beltrán, quien confirma que el sabor del tabaco
apenas se ve afectado y que algunas grandes compañías ya han mostrado
interés por la patente de este nuevo catalizador.
video recomendado: la composición de un cigarrillo
Reproducimos algunos preceptos mencionados que regulan el derecho de los consumidores a una información correcta y suficiente en el uso de productos y servicios.
Texto refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios
Artículo 12. Información a los consumidores y usuarios sobre los riesgos de los bienes o servicios.
1. Los empresarios pondrán en conocimiento previo del consumidor y
usuario, por medios apropiados, los riesgos susceptibles de provenir de
una utilización previsible de los bienes y servicios, habida cuenta de
su naturaleza, características, duración y de las personas a las que van
destinados, conforme a lo previsto en el artículo 18 y normas
reglamentarias que resulten de aplicación.
2. Los productos químicos y todos los artículos que en su composición
lleven sustancias clasificadas como peligrosas deberán ir envasados con
las debidas garantías de seguridad y llevar de forma visible las
oportunas indicaciones que adviertan el riesgo de su manipulación.
Artículo 17. Información, formación y educación de los consumidores y usuarios.
1. Los poderes públicos, en el ámbito de sus respectivas
competencias, fomentarán la formación y educación de los consumidores y
usuarios, asegurarán que estos dispongan de la información precisa para
el eficaz ejercicio de sus derechos y velarán para que se les preste la
información comprensible sobre el adecuado uso y consumo de los bienes y
servicios puestos a su disposición en el mercado.
Artículo 18. Etiquetado y presentación de los bienes y servicios.
1. El etiquetado y presentación de los bienes y servicios y las
modalidades de realizarlo deberán ser de tal naturaleza que no induzca a
error al consumidor y usuario, especialmente:
Sobre las características del bien o servicio y, en particular,
sobre su naturaleza, identidad, cualidades, composición, cantidad,
duración, origen o procedencia y modo de fabricación o de obtención.
Atribuyendo al bien o servicio efectos o propiedades que no posea.
Sugiriendo que el bien o servicio posee características
particulares, cuando todos los bienes o servicios similares posean estas
mismas características.
2. Sin perjuicio de las exigencias concretas que se establezcan
reglamentariamente, todos los bienes y servicios puestos a disposición
de los consumidores y usuarios deberán incorporar, acompañar o, en
último caso, permitir de forma clara y comprensible, información veraz,
eficaz y suficiente sobre sus características esenciales, en particular
sobre las siguientes:
Nombre y dirección completa del productor.
Naturaleza, composición y finalidad.
Calidad, cantidad, categoría o denominación usual o comercial, si la tienen.
Fecha de producción o suministro y lote, cuando sea exigible
reglamentariamente, plazo recomendado para el uso o consumo o fecha de
caducidad.
Instrucciones o indicaciones para su correcto uso o consumo, advertencias y riesgos previsibles.
3. Sin perjuicio de las excepciones previstas legal o
reglamentariamente, las indicaciones obligatorias del etiquetado y
presentación de los bienes o servicios comercializados en España deberán
figurar, al menos, en castellano, lengua española oficial del Estado.
Resolución de 29 de junio de 2012, de la Dirección General de Política Energética y Minas, por la que se publican los nuevos precios máximos de venta, antes de impuestos, de los gases licuados del petróleo envasados, en envases de capacidad igual o superior a 8 kg. e inferior a 20 Kg., excluidos los envases de mezcla para usos de los gases licuados del petróleo como carburante.
Desde las cero horas del día 1 de julio de 2012, el precio máximo de venta, antes de impuestos, de aplicación a los suministros de gases licuados del petróleo envasados en recipientes de capacidad igual o superior a 8 kg e inferior a 20 kg de contenido de GLP, a excepción de los envases de mezcla para usos de los gases licuados del petróleo como carburante, será de 111,5645 c€/kg.
GAS NATURAL
Resolución de 28 de junio de 2012, de la Dirección General de Política Energética y Minas, por la que se publica la tarifa de último recurso de gas natural.
Los precios sin impuestos de la tarifa de último recurso de suministro de gas natural que estarán en vigor desde las cero horas del día 1 de julio de 2012, serán los indicados a continuación:
Tarifa
Término
Fijo
(€/Cliente)/mes
Variable
c€/kWh
TUR.1
Consumo inferior o igual a 5.000 kWh/año
4,35
5,929151
TUR.2
Consumo superior a 5.000 kWh/año e inferior o igual a 50.000
kWh/año
8,99
5,263951
La tarifa a aplicar a los consumidores de gases manufacturados por canalización situados en territorios insulares, desde las cero horas de 1 de julio de 2012, es la que se indica a continuación:
Tarifa
Término
Fijo
(€/Cliente)/mes
Variable
c€/kWh
T.1
Consumo inferior o igual a 5.000 kWh/año
4,35
5,929151
T.2
Consumo superior a 5.000 kWh/año e inferior o igual a 50.000 kWh/año
8,99
5,263951
T.3
Consumo superior a 50.000 kWh/año e inferior o igual a 100.000 kWh/año
58,49
4,664902
T.4
Consumo superior a 100.000 kWh/año
175,92
4,364402
ELECTRICIDAD
Resolución de 28 de junio de 2012, de la Dirección General de Política Energética y Minas, por la que se establece el coste de producción de energía eléctrica y las tarifas de último recurso a aplicar a partir del 1 de julio de 2012.
Los precios del coste de producción de energía eléctrica que incluirán las tarifas de último recurso a partir de 1 de julio de 2012, fijando sus valores en cada periodo tarifario, expresados en euros/MWh, en los siguientes:
a) Tarifa de último recurso sin discriminación horaria y con discriminación horaria de dos periodos:
CE0 = 80,20 euros/MWh.
CE1 = 84,24 euros/MWh.
CE2 = 64,49 euros/MWh.
b) Tarifa de último recurso con discriminación horaria supervalle:
CE1 = 83,91 euros/MWh.
CE2 = 72,33 euros/MWh.
CE3 = 58,00 euros/MWh.
Los precios del término de potencia y del término de energía activa de las tarifas de último recurso aplicables a partir del 1 de julio 2012, son los siguientes:
− Término de potencia:
TPU = 21,893189 euros/kW y año.
− Término de energía: TEU.
• Modalidad sin discriminación horaria:
TEU0= 0,149198 euros/kWh.
• Modalidad con discriminación horaria de dos periodos:
TEU1= 0,180838 euros/kWh.
TEU2= 0,067940 euros/kWh.
• Modalidad con discriminación horaria supervalle:
TEU1= 0,180508 euros/kWh.
TEU2= 0,077160 euros/kWh.
TEU3= 0,059725 euros/kWh.
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El informe aprobado por el Parlamento Europeo
pide a la Comisión
Europea medidas para reducir a la mitad para 2025 el
desperdicio de alimentos tirados a la basura. Entre las medidas propuestas, los
eurodiputados consideran que los Estados miembros deberían permitir que los
comerciantes reduzcan el precio de los alimentos frescos por debajo del coste
de producción cuando estén próximos a la fecha límite para la venta.
El Parlamento Europeo ha adoptado en sesión
plenaria un informe exige a la Comisión Europea que se proponga medidas
para reducir antes de 2025 a
la mita los alimentos desperdiciados. A los eurodiputados les preocupa
que todos los días se tire una cantidad considerable de alimentos en perfecto
estado. El informe también sugiere establecer objetivos específicos
para los Estados miembros de prevención de los residuos alimentarios. Los eurodiputados de la
Comisión de Agricultura exigieron estas medidas en noviembre de 2011.
Las medidas propuestas a la Comisión incluyen la
optimización de los envases, es decir, la diversificación del tamaño de
los envases para ayudar a los consumidores a adquirir cantidades adecuadas.
En este sentido, la industria agroalimentaria debe analizar las ventajas de
ofrecer más productos a granel y de tener más en cuenta los hogares unipersonales.
Los eurodiputados también proponen introducir cursos de educación sobre
alimentos en todos los niveles de enseñanza, incluida la secundaria.
Asimismo consideran que el etiquetado con doble fecha (fecha
límite para la venta y fecha límite de consumo) también puede ayudar a reducir
el desperdicio de comida.
Los datos publicados por la Comisión Europea
muestran que la generación anual de residuos alimentarios en los 27 Estados
miembros asciende a 89 millones de toneladas, es decir, 179 kilos por habitante.
El informe también pide reorientar los programas de distribución de
alimentos entre las personas más desfavorecidas de la UE, de suministro de
leche a escolares y de fomento del consumo de fruta en la escuela, con el
objetivo de evitar el desperdicio de alimentos. En la UE viven 79 millones de
personas por debajo del umbral de la pobreza. Además, 925 millones de personas
en el mundo corren riesgo de desnutrición.
Un agujero en la
bolsa de la compra
Cada español
desperdicia 163
kilogramos de comida al año
La basura es el
destino de un tercio de los alimentos que se producen
Una señora mayor, encorvada, se acerca al montón
de frutas que se amontonan en los pasillos de un céntrico mercado de Madrid.
Son las que se van a tirar porque están pasadas y ya no se pueden vender. No
importa, la mujer, con una bolsa colgada del brazo y las manos enfundadas en
unos guantes de plástico, inspecciona el género y selecciona las piezas que se
llevará a casa. A la bolsa. La imagen no es nueva, pero en los últimos años se
ha convertido en una estampa cada vez más frecuente. Los cubos en los que los
supermercados tiran los productos a punto de caducar son un punto de encuentro
en la madrugada para aquellas personas que no tienen recursos, y cada vez son
más.
Mientras algunos están dispuestos a comer lo que
recogen de los contenedores, el resto de la sociedad despilfarra alimentos que
serían perfectamente consumibles, nada menos que 179 kilogramos al
año de media en Europa. Pese a que muy pocos accederían a tirar una de las
bolsas de la compra según llega a casa del supermercado, los europeos tiramos
al año 89 millones de toneladas de alimentos comestibles, como denuncia un informe del Parlamento Europeo. España desperdicia una
media de 163 kilos por persona, lo que suma 7,7 millones de toneladas al año.
En términos absolutos es el sexto país que más comida tira después de Alemania
(10,3), Holanda (9,4), Francia (9), Polonia (8,9) e Italia (8,7).
Toda la cadena alimentaria es responsable de este
derroche, desde la producción hasta la mesa, aunque son los particulares los
que más desperdician, un 42% del total. “La falta de conciencia, un mal
empaquetado y la confusión con las fechas de caducidad son las causas detrás de
este derroche”, apunta Salvatore Caronna, eurodiputado responsable del documento.
“En un momento en el que más de 70 millones de personas sufren la pobreza en
Europa tenemos que encarar y solucionar este problema”, pide Caronna.
Productores
e industria agroalimentaria
El primer eslabón de la cadena alimentaria son
los productores y la industria agroalimentaria. Según el informe del Parlamento
Europeo en esta fase se pierden el 39% de alimentos. Lorenzo Ramos, presidente
de la
Unión de Pequeños Agricultores
(UPA), asegura que en el campo no se tiran alimentos, salvo en situaciones
de crisis cuando el mercado de hunde. La más reciente fue la de la E.coli,
el verano de 2011, que acabó con toneladas de pepinos y hortalizas de
temporada en el contenedor porque la alerta sanitaria lanzada desde Alemania
lastró los precios y el consumo de estos vegetales. “Nosotros normalmente
recogemos y entregamos todo”, afirma. “Son las centrales hortofrutícolas las
que hacen el escandallo -selección del género apto para la venta - y dicen
qué porcentaje de frutas no cumplen los requisitos”. Los hortalizas que no
pasan el examen, una especie de certamen de belleza, no acaban en los
mostradores de la fruterías, pero tampoco regresan al productor, dice Ramos.
“O realmente sí que las venden aunque no nos las paguen, o las tiran”.
A Francisco González no le hacen falta grandes
crisis para tirar la mitad de su producción de acelgas en Villa del Prado, al
suroeste de Madrid. “Cuando el precio está muy bajo, a 20 o 30 céntimos el
kilo, no cubro ni los costes de producción y aguanto las hojas en la mata a ver
si sube”. Pero si el precio no sube pronto, a las hojas de sus acelgas les
empiezan a salir unas pequeñas manchas marrones. “Se podrían comer, pero esto
no se vende”, dice González mientras muestra un fajo de hojas moteadas que
acaba de cortar. Así que las recoge para que no se pudran en la mata y las
tira. El problema para este agricultor, que cada vez planta menos en sus 20.000 metros cuadrados
de tierra, es que los jóvenes ya no comen verduras. Y si caen las ventas, caen
los precios y aumenta el desperdicio. “Es una pena con la de gente que pasa
hambre”, se lamenta González mientras recuerda la cantidad de gastos que tiene
trabajar el campo y lo poco que él mismo gana.
Las acelgas (la verdes y sanas) del agricultor
acabarán unos días después de su recogida en un mostrador o en el menú de
cualquiera de los 85.230 restaurantes de España. En sus cocinas se desperdician
más de 63.000 toneladas de comida al año –el doble que dos décadas-, según un informe de Unilever Food Solutions avalado por la Federación Española
de Hostelería y Restauración (FEHR). Según el estudio, el 60% de este
derroche es producto de una mala previsión a la hora de hacer la compra. Otro
30% se desperdicia durante la preparación de las comidas y solo el 10% es lo
que los comensales se dejan el plato, es decir, los verdaderos desperdicios.
Iniciativas
y propuestas en el sector de la restauración
Grandes cadenas de restauración, como el Grupo Vips,
cuentan con sistemas informáticos para calcular las cantidades de cada plato
que venden al día, lo que les permite estimar la cuantía necesaria de comida
que se va a preparar antes de realizar el pedido. “Para reducir la cantidad de
desperdicios también recurrimos al happy hour: los productos frescos
que no tienen devolución (sándwiches, ensaladas, wraps, pastelitos,
etcétera) se venden a un precio único de 1,50 euros a partir de las 23.00”, comentan fuentes del
grupo. Pero los restaurantes familiares, de menú del día, tapas y cañas, no
cuentan con esos recursos y tiran de experiencia. “Vamos más al día, pero unas
veces nos sobra y otras nos falta”, explica el responsable de un restaurante de
una zona industrial en el extrarradio de Madrid.
José María Rubio, presidente de la FEHR, cree todas fases en las
que se desperdicia serían mejorables. “Deberíamos ser capaces de inculcar al
sector que no se debe tirar comida y que la frase de que hay mucha gente pasando
hambre no se quede en un decir”. Para Rubio este problema debe abordarse desde
una triple perspectiva: “Primero desde el punto de vista ético, porque hay
mucha gente que no tiene para comer; segundo, porque en dos décadas se ha
duplicado el volumen de desperdicios y hay que ser socialmente responsables con
el medio ambiente; y tercero, por razones económicas”. El sector pierde en
alimentos mal aprovechados 255 millones de euros al año.
Con una buena previsión se reduciría este
derroche, según Rubio. También los alimentos que se pierden durante las
preparaciones se podrían aprovechar: “Los restos de verduras para hacer purés,
las espinas de pescado para salsas, y los sobrantes de frutas para mermeladas”.
Otro tema son las cantidades de comidas que se quedan en los platos. Rubio
llama a la reflexión: “Si te devuelven la mayoría de los platos con la mitad de
la comida, lo correcto sería bajar la ración, el precio y con ello, los
desperdicios”.
El otro destino de los alimentos es el mostrador
de los comercios, como Dimas y Pepi en el Mercado Maravillas de
Madrid. Sus dueños, que dan nombre al local, han visto cómo han caído las
ventas en los últimos años: “Yo calculo que vendo la mitad que antes de la
crisis”. Por eso compra menos, pero tiene que llenar el mostrador y algunas
frutas empiezan a ponerse feas. Este frutero ha optado, como otros, por poner
unas canastillas bajo el expositor con frutas variadas a 40 céntimos. Aunque no
lo pone en ningún cartel, los compradores habituales lo saben. “Si es que están
buenísimas”, dice una señora mientras paga una de esas cestas de naranjas cuyo
precio original era de 99 céntimos el kilo.
La mayoría de comercios de este mercado, el más
grande abierto al público de la capital, asegura que intentan no tirar sus
productos porque si no “no salen las cuentas”, repiten. Como Constantino De
Anta, dueño de una carnicería. “Cuando veo que la carne se seca se la doy a una
mujer que viene pidiendo los viernes por la tarde”, dice De Anta. Los sábados,
además, una ONG de ayuda a drogodependientes, la Fundación Reto,
recoge los alimentos que donan los comerciantes de este mercado en el centro de
Madrid. Muchas tiendas querrían hacer lo mismo, pero las organizaciones de
acción social no siempre tienen los medios para recoger todo lo que les
ofrecen.
Envases
que no se ajustan a las necesidades del consumidor y etiquetado confuso
El final del viaje de cualquier alimento, fresco
o procesado, son los consumidores, los mayores derrochadores de toda la cadena
(42% del total). Responsables de una mala planificación pero víctimas de
envases que no se ajustan a sus necesidades y un etiquetado confuso. “Hay que
ponerles las cosas más fáciles a los consumidores”, pide Enrique García,
portavoz de la Organización de
Consumidores y Usuarios (OCU). “No hay una variedad suficiente de formatos
y las etiquetas no indican bien cómo conservar los alimentos”, afirma García,
que también reconoce que hace falta más educación y conciencia por parte de
los compradores. La recomendación de la
OCU es tan sencilla como hacer una lista antes de la compra
para no acabar adquiriendo lo que no se necesita.
Laura Garrido, de 29 años, vive sola en un
apartamento de Madrid y reconoce que desaprovecha “bastante”. A menudo abre su
frigorífico y ahí está esa lata de maíz que empezó hace días. Olvidada. Lo que
le sobró ahora tiene moho, así que lo tira. “Los botes tienen demasiada
cantidad para una ensalada y terminan condenados a la basura ya que su vida
útil desde la apertura es muy corta”, se lamenta. A Garrido le encanta que la
fruta fresca se pueda comprar en piezas individuales “ya que asegura un precio
razonable independientemente de la cantidad que compre”. Pero el resto de
alimentos los compra envasados. Cuando encuentra bandejas para un comensal, son
muy caras. “Por menos cantidad de comida pagas lo mismo que si compraras en
formato familiar”.
“Hay que poner en valor el papel del envase”,
reconoce Paloma Sánchez Pello, directora del departamento de medio ambiente de la Federación de
Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB). “Es fundamental para que el
consumidor compre la cantidad correcta”. Según Sánchez Pello la industria
trabaja para mejorar el aprovechamiento de las materias primas, pero aún tiene
margen en lo que a empaquetado se refiere.
Un error
frecuente: confundir la fecha de consumo preferente con la de caducidad
Un error muy frecuente, que también influye en
que los particulares desperdicien innecesariamente, es confundir la fecha de
consumo preferente con la de caducidad. La primera se refiere a la fecha en la que
es recomendable haber consumido el producto y a partir de la cual pierde alguna
de sus cualidades organolépticas (olor, sabor, vitaminas, propiedades) pero que
sigue siendo comestible. La segunda indica el momento a partir del cual el
producto podría estar en mal estado y suponer un riesgo para la salud. Un 18%
de los europeos declaró no entender esta diferencia en una encuesta. En España
poner una fecha u otra es decisión del productor, pero la Comisión Europea
trabaja en una directiva para instaurar un doble etiquetado con fecha límite de
venta y fecha de caducidad, y así evitar que se tiren alimentos que podrían
haberse consumido después de su fecha preferente. Fuentes del ministerio de
Sanidad aseguran que cualquier iniciativa de la UE para clarificar las fechas en el etiquetado
“será bienvenida”.
Los excedentes, mejor en un Banco de
Alimentos
No son pocas las empresas, que conscientes del
drama del hambre, han optado por donar sus excedentes en vez de tirarlos. La
red de Bancos de Alimentos de
España no dan abasto para gestionar la gran cantidad de alimentos que les
llega: más de 90 millones de kilos en 2011, según la federación que los agrupa.
“No estamos preparados para recoger todo, necesitamos más infraestructuras,
camiones, cámaras de frío”, afirma el presidente del Banco de Alimentos de Madrid,
Javier Espinosa.
Pese a que el investigador y activista Tristram
Stuart, autor de Despilfarro, acusa en su libro a los
supermercados de rechazar el 30% de la fruta y verdura por cuestiones
estéticas, Espinosa no cree que haya irresponsabilidad por parte de las
distribuidoras. “No vale decir que no son solidarios, es que es muy complicada
la organización”, puntualiza. En un día normal de actividad, en las naves del
Banco de Alimentos al norte de la comunidad, hay una centena de voluntarios
trabajando para seleccionar, organizar y repartir la comida que les llega,
aunque sea febrero y el frío siberiano agarrote las manos.
En el departamento de clasificación, tres
personas ataviadas con mono azul inspeccionan las mermas que les llegan, es
decir, todas esas latas abolladas o cajas de puré medio rotas que no se pueden
vender. “¡Pero la comida está en perfecto estado!”, indica una de las
voluntarias. Montones de productos con marca o arroz, leche, cebollas,
mandarinas, muchas mandarinas, llenan las interminables estanterías del almacén.
Así, sí.
Acceder aquí al Informe Caronna (“Propuesta de Resolución del Parlamento Europeo
de sobre cómo evitar el desperdicio de alimentos: estrategias para mejorar la
eficiencia de la cadena alimentaria en la
UE”).