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lunes, 18 de febrero de 2019

Herbicidas y Salud Pública. Los herbicidas más utilizados aumentan un 41% las posibilidades de sufrir cáncer

Los herbicidas con glifosato más utilizados aumentan un 41% las posibilidades de sufrir cáncer

  • n nuevo estudio científico entre los pesticidas con glifosato y el linfoma no Hodgkin
  • "Sumando todos los análisis de estudios pasados, incluyendo el nuestro, se demuestra de forma consistente que la exposición a herbicidas basados en glifosato está relacionada con un riesgo mayor de contraer cáncer", señalan los autores
  • Tres de sus autores fueron seleccionados en 2016 por la Agencia de Protección Ambiental de EEUU como miembros de la junta del panel científico de asesoramiento en glifosato


El herbicida RoundUp es uno de los más vendidos del mundo / Mike Mozart
El herbicida RoundUp, un producto de Monsanto, es uno de los más vendidos del mundo / Mike Mozart
Los herbicidas con glifosato aumentan el riesgo de contraer un tipo específico de cáncer. Según un reciente y exhaustivo estudio científico, la probabilidad de enfermar con el linfoma no Hodgkin es un 41% mayor para las personas con mucha exposición a estos extendidos pesticidas. Las pruebas sugieren una "relación concluyente" entre la exposición a herbicidas con glifosato y el mayor riesgo de contraer linfoma no Hodgkin (LNH), señalan los autores del estudio, que piden prudencia en la interpretación de las cifras de riesgo estimado.

Firmado por cinco científicos estadounidenses, el informe contradice a la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), que había declarado seguro al herbicida. El estudio coincide a su vez con los planes de las autoridades de varios países de limitar el uso de productos de uso agrícola con glifosato.

En Estados Unidos, Monsanto y su propietaria alemana, Bayer AG, se enfrentan a más de 9.000 demandas presentadas por personas con LNH que culpan de su enfermedad a los herbicidas de la empresa con glifosato. En agosto llegó el primer fallo de un jurado estadounidense, con un veredicto unánime en contra de Monsanto. La compañía ha presentado un recurso de apelación. El próximo juicio, presentado por otro afectado, comenzará el 25 de febrero. Para el resto del año hay programados nuevos juicios, en un calendario de pleitos que se extiende hasta 2020.
Según Monsanto, ninguna investigación científica fiable demuestra una vinculación concluyente entre el glifosato y el LNH o cualquier otro tipo de cáncer. La empresa alega que cuando la EPA encuentra que "no es probable" que el glifosato provoque cáncer lo hace respaldada por cientos de estudios en los que no se detecta dicha relación.

La compañía acusa de comportamiento deshonesto a los científicos del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer [IARC, por sus siglas en inglés] que en 2015 clasificaron el glifosato como probable producto cancerígeno para los seres humanos. Según Monsanto, no sopesaron de forma adecuada los hallazgos de otros estudios importantes.

Pero el nuevo estudio podría complicar la defensa del herbicida más vendido de Monsanto. Tres de sus autores fueron seleccionados en 2016 por la EPA como miembros de la junta del panel científico de asesoramiento en glifosato. La revista que lo publica, Mutation Research / Reviews in Mutation Research, tiene como redactor jefe al científico David DeMarini, también miembro de la EPA.

Los autores del informe argumentan que su análisis no es comparable a las evaluaciones hechas hasta ahora. Según Lianne Sheppard, coautora del estudio y profesora en el departamento de Ciencias de la Salud Ambiental y Laboral de la Universidad de Washington, "la evidencia de un mayor riesgo de LNH por exposición al glifosato tiene más fundamentos en este artículo que en los análisis previos". "Desde el punto de vista de la salud de la población, hay preocupaciones reales".

Sheppard fue una de las asesoras científicas de la EPA sobre glifosato y formó parte del grupo de consejeros que se quejaron ante la agencia medioambiental por no seguir los protocolos científicos debidos al dictaminar que no era probable que el glifosato causara cáncer. "Eso estuvo mal", dice Sheppard. "Estuvo bastante claro que no siguieron sus propias reglas, ¿hay pruebas de que es cancerígeno? La respuesta es sí".

"Estamos revisando el estudio", afirma un portavoz de la EPA. Bayer, dueña de Monsanto desde el verano de 2018, no ha querido hacer declaraciones. En un comunicado de diciembre, la empresa químico-farmaceútica citaba la valoración de la EPA y sostenía que los herbicidas con glifosato habían sido "extensamente examinados", demostrando ser una "herramienta segura y eficaz para el control de malezas".

Los autores del estudio dicen que en su análisis han examinado todos los informes ya publicados sobre efectos en la salud de las personas, incluyendo el Estudio de Sanidad Agropecuaria, un informe con datos de 2018 financiado por el gobierno [AHS, por sus siglas en inglés].

Para Monsanto, el AHS es una prueba de la falta de vínculos entre el glifosato y el LNH, pero los autores del nuevo informe dicen que al revisar las investigaciones anteriores se concentraron en la población más expuesta al glifosato. Si es cierto que los herbicidas con glifosato causan LNH, los miembros de ese grupo deberían tener un riesgo elevado. Tomar como muestra solo a individuos con mucha exposición al pesticida hace menos probable que otros factores introduzcan ruido en el sistema quitando validez a los resultados, explican. En resumen: si de verdad no hubiera conexión entre el químico y el cáncer, ni siquiera los individuos con mucha exposición deberían registrar tasas anormales en el desarrollo del cáncer.

Además de revisar los informes sobre personas, los investigadores examinaron otros estudios con glifosato, incluyendo muchos realizados sobre animales. "Sumando todos los análisis de estudios realizados hasta la fecha, incluyendo el nuestro, se demuestra de forma consistente el mismo hallazgo clave: la exposición a herbicidas basados en glifosato está relacionada con un riesgo mayor de contraer LNH", concluyen los autores.

Según David Savitz, profesor de epidemiología en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Brown, el nuevo estudio está "bien llevado", pero carece de "información nueva en lo esencial". "Yo diría que refuerza la idea de que el tema siga siendo preocupante y que necesita una evaluación, pero no termina de dar una respuesta definitiva a la pregunta".

Artículo publicado en The Guardian y traducido por Francisco de Zárate
Fuente: eldiario.es

martes, 11 de diciembre de 2018

El futuro de los combustibles. Antonio Turiel : "Nos estafan con el diésel: la excusa es que contamina, pero en realidad se acaba"

ANTONIO TURIEL, CIENTÍFICO DEL CSIC 
 
"Nos estafan con el diésel: la excusa es que contamina, pero en realidad se acaba" 
 
El investigador sostiene que nos encontramos a las puertas del 'petrocalipsis' y que los vehículos eléctricos no podrán sustituir las prestaciones de los actuales
Foto: Antonio Turiel, científico del CSIC. (Informativos.net)
Antonio Turiel, científico del CSIC. (Informativos.net)

Algo pasa con el diésel. Durante el último año, y solo en español, se han publicado más de 600.000 noticias que contienen las palabras 'diésel' y 'contaminación'. El combustible estrella desde los noventa —recuerden aquel "diésel gustazo" de Salas y Summers— se ha transformado, a partir del 'dieselgate', en una catástrofe medioambiental contra la que hay que tomar medidas inmediatamente.

Europa, la misma que impulsó las rebajas fiscales al diésel desde finales de los noventa, ahora abronca a España por no equipararlo fiscalmente a la gasolina. Incluso Teresa Ribera, la ministra de Transición Ecológica, adelantó el pasado verano la muerte del combustible: "Durará más, durará menos, pero sabemos que su impacto en partículas y el aire que respiramos es suficientemente importante para ir pensando en un proceso de salida". En consecuencia, España registró en febrero la tasa de matriculación de este tipo de vehículos más baja en 22 años, y desde 2011 ha perdido un 29% de presencia en el parque móvil. Mientras, varios de los principales fabricantes de automóviles ya han anunciado que dejarán de fabricar motores gasóleo a corto plazo. El diésel está sentenciado, al menos en Europa.

Sin embargo, no hay motivos ecológicos que justifiquen la urgente desaparición de este tipo de motores. No, al menos, en comparación con sus versiones gasolina e incluso híbrida, que muestran tasas de contaminación superiores a las de las últimas generaciones diésel. "Nos están engañando. Nos cuentan la milonga de que el diésel es muy contaminante para no decirnos la verdad: que el gasóleo se está acabando y que todos, tanto la industria como los consumidores, tenemos que hacer una transición forzada que no tenemos tiempo suficiente para acometer". 

El científico autor de la frase anterior lleva advirtiendo desde 2012 en su 'blog', Oil Crash, del agotamiento de los combustibles fósiles

El autor de la frase es Antonio Turiel (León, 1970), físico, matemático, doctor en Física Teórica e investigador del CSIC. También es una de las voces más respetadas en materia de aprovechamiento de los recuros naturales. El científico lleva advirtiendo desde 2012 en su 'blog', Oil Crash, del agotamiento de los combustibles fósiles, de los cuales el diésel sería la punta de lanza. Tenía razón. Seis años después, con los precios disparados y la producción de gasóleo en una recesión histórica, Turiel considera que hemos llegado al final de la movilidad tal y como la conocemos.


PREGUNTA. ¿Qué pasa con el diésel? 

RESPUESTA. Que se está agotando. Como reconoció la Agencia Internacional de la Energía, el petróleo convencional llegó a su máximo en 2005, y desde entonces no ha dejado de caer. Lo hemos intentado compensar con el uso de petróleo no convencional, pero nos hemos encontrado con varios problemas: el primero, que es mucho más caro de extraer; el segundo, que no se puede hacer crecer la producción fácilmente, y el tercero, que no sirve para refinar diésel. Por eso su producción de gasóleo ha estado cuatro años estancada y ahora está en decrecimiento, no por la contaminación.
Datos: Jodi-Oil. Elaboración: Antonio Turiel.
Datos: Jodi-Oil. Elaboración: Antonio Turiel.
P. Pero sí es contaminante.

 R. Todos los combustibles fósiles con contaminantes, incluso los no derivados del petróleo. Y es cierto que el diésel tiene unas emisiones de partículas severamente contaminantes, pero esto lo sabemos desde hace 20 años, y lo cierto es que algunos motores nuevos, como el Euro6, contaminan 10 veces menos que los primeros diésel. Se está creando una cortina de humo para ocultar el problema real, que es que no hay diésel y que la industria se va a venir abajo. Nos hablan de transición, pero no hay tiempo, con los plazos estipulados, para hacer ninguna transición. 

P. Una transición en el Titanic, en un escenario de sálvese quien pueda. 

R. La Agencia Internacional de la Energía alertó en un informe reciente de que, de continuarse el ritmo de desinversiones en petróleo que llevan ahora mismo las petroleras, podríamos encontrarnos en 2025 con un desabastecimiento del 37% del mercado, con un 14% en el escenario más optimista, siempre con varios picos de precio en el proceso. Esto es bastante grave: si se cumple, lo pasaremos mal.
Informe de la Agencia Internacional de la Energía.
Informe de la Agencia Internacional de la Energía.
P. ¿Y la gasolina?

R. La gasolina viene detrás, dentro de unos tres o cuatro años. 

P. ¿Qué hay de los motores híbridos, el modelo de transición? 

R. Hay un desconocimiento total en este asunto. Los motores híbridos, en general, contaminan más que los nuevos diésel. Es más, los híbridos están entre los vehículos que más contaminan del mercado, solo hay que echarle un ojo a las tablas. Pero esto el consumidor nunca lo va a comprobar, si le dicen que es poco contaminante, pues ya está. 

P. Entonces avanzamos a toda velocidad hacia la extinción de los hidrocarburos. 

R. ¡No! Vamos más rápido porque consumimos cada vez más energía, pero el pico del petróleo es un proceso que conocemos hace décadas, lo que pasa es que ahora hemos comenzado el declive y no tenemos nada planficado. Su efecto será diferente según los países, porque unos tendrán acceso a más cuota y otros a menos, la pregunta es dónde se situará España. 

R. Si yo me compro un coche diésel mañana, ¿usted cree que me están estafando? 

R. Absolutamente, porque no le están diciendo toda la verdad, como por ejemplo que al final de la vida del coche no va a poder circular por ningún sitio. Pero es que tampoco con un gasolina ni con un híbrido: la Ley de Cambio Climático, que está en tramitación, establece que solo los vehículos eléctricos podrán entrar en el centro de las poblaciones con más de 50.000 habitantes dentro de cuatro años. La obsesión de ahora con los coches es porque está empezando a faltar combustible. 

P. ¿Por qué cree que los gobiernos están engañando a la sociedad? 

R. Porque este es un problema muy difícil de gestionar desde el libre mercado. Si admites que tienes un problema de acceso a un bien, lo que tienes es un problema de racionamiento, que es la antítesis del libre mercado. Es más sencillo venderlo como una regulación del mercado, aunque obviamente es un problema estructural. 

P. Desde luego, las desinversiones de las petroleras están señalando algo. 

R. Esto es público y notorio. Hace poco, Antonio Brufau, presidente de Repsol, dijo que ya no van a invertir en más yacimientos de petróleo porque no es rentable, ahora están comprando centrales eléctricas. Es un fenómeno global, excepto en Estados Unidos, donde Trump se ha empeñado en apuntalar el 'fracking' a costa de acumular una deuda mastodóntica. Las petroleras están perdiendo dinero a manta. Se estima que las 127 compañías de hidrocarburos más grandes del mundo, durante el periodo 2011-2014, el de mayores beneficios, perdían conjuntamente más de 110.000 millones de dólares al año. No me quiero ni imaginar lo que se estarán dejando ahora. 

P. ¿Es el 'fracking' una burbuja? 

R. Hay burbujas especulativas en muchas de las materias primas, pero el 'fracking' es un caso particularmente sangrante. Cuando esa burbuja estalle, lo de 2008 nos va a parecer pequeño. 

R. También sostiene que la industria del automóvil, que supone el 10% del PIB nacional, se viene abajo. 

R. Me consta que algunas compañías de coches están valorando un escenario en el que tengan que reducir en un 95% su producción. La patronal, por su parte, estima que se perderán muchos empleos, ya que la mecánica y el mantenimiento del vehículo eléctrico es mucho más sencillo. Se moverán las líneas de producción a otros lugares y los trabajadores de las plantas acabarán en la calle. A los mecánicos les harán reciclarse e invertir en nueva maquinaria solo para descubrir que habrá menos coches en general y que, los que haya, se estropearán menos. Y los que tengan una estación de servicio que no se dejen engañar, si no les subvencionan la instalación, acabarán perdiendo dinero. Aquí la clave es que vendan menos de cinco millones de litros al año... o que vendan muchísimos más. 

R. Entiendo que esto repercutiría en muchos otros sectores. 

R. Agricultores, constructores, transportistas... e incluso ciudadanos de a pie, que tienen que mentalizarse de esto, de que van a ser peatones de ahora en adelante.
Madrid es líder en matriculación de coches eléctricos. (EFE)
Madrid es líder en matriculación de coches eléctricos. (EFE)

"El coche eléctrico no sustituirá al actual"

P. Tampoco le convence el vehículo eléctrico, nuestra gran salvación. 

R. Es que nunca podrá ser un vehículo de masas. Sus prestaciones, por motivos simples, termodinámicos, nunca, nunca van a ser comparables a las de un motor de combustión interna. Además, siempre va a ser caro de adquirir, porque tiene una electrónica de control mucho más compleja, y plantea dificultades a la hora de cargarlo. Si haces cargas rápidas, que llevan en torno a 20 minutos, disminuirás drásticamente la vida de la batería. Es la entropía, física básica, no creo que eso vaya a cambiar fácilmente. 

P. Pero el coche eléctrico aún está en pañales, se mejorará la tecnología. 

R. Eso es un error común en la sociedad. El coche eléctrico lleva investigándose desde hace casi 100 años, a ver si nos pensamos que los 'rover' que se han enviado a otros planetas funcionan con gasolina. En el caso de la tecnología de las baterías son dos siglos de estudio, desde tiempos de Alessandro Volta. Hemos estudiado sus usos industriales, comerciales... Es un desarrollo que tiene muchísimas décadas y que conocemos a fondo. En este campo cuesta mucho conseguir un avance en términos de rendimiento. Por eso a veces te promocionan el grafeno u otros materiales, pero pocas veces llegan a plasmarse en un modelo comercial. También creemos esto con las energías renovables, que estamos empezando, sin reparar en que los primeros aerogeneradores son de hace 40 años. Son industrias que han entrado en rendimientos decrecientes. 

P. Usted lo explica en su 'blog' aludiendo a un tráiler. 

R. Sí. Si calculas la capacidad de tracción de un tráiler y la densidad de energía que entra por cada kilo, te das cuenta de que un camión que transporte 15 o 20 toneladas va a tener que dedicar el 80% del peso a la batería eléctrica. El motor eléctrico es inviable para vehículos grandes o que necesiten mucha potencia. Y lo peor es que, cuanto más pese el vehículo, el problema se agrava. 

P. Justo al contrario que sucede con las baterías de los móviles. 

R. Claro, pero es que los móviles no son móviles, sino movibles. Su peso lo transportas tú.
Turiel, en su despacho del Institut de Ciències del Mar, en Barcelona. (A. T.)
Turiel, en su despacho del Institut de Ciències del Mar, en Barcelona. (A. T.)
P. ¿Adónde nos lleva todo esto? 

R. En estos momentos se están penalizando desde los gobiernos los motores de hidrocarburos sin desplegar una alternativa real. De modo que esto nos puede llevar a una disminución importante del transporte privado tal y como lo conocemos en favor de pequeños vehículos eléctricos, como los patinetes y las bicicletas. Nos están peatonalizando en masa. 

P. Recuerda, más o menos, a Madrid Central.  

R. Todos estos cierres del centro de las ciudades responden a normativas europeas impulsadas desde Bruselas. Allí me consta que saben perfectamente al problema que se enfrentan. Ni Madrid ni España van a ser las únicas en adoptar estas medidas en los próximos años, a medida que el problema de la escasez de hidrocarburos vaya haciéndose más y más patente. Madrid Central es una medida bienintencionada que solo sirve para aplazar el problema de la contaminación unos cinco años: después tendremos que plantearnos qué hacer con la maquinaria industrial, los taxis, los aviones y los barcos, que son vehículos que no se pueden electrificar. 

P. ¿Usted qué haría para evitar la debacle energética que anuncia? 

R. Es un problema muy serio, porque yo creo que es indispensable la limitación de los combustibles fósiles, y esto implica el racionamiento, que es un término siempre muy desagradable. Limitar la producción no será compatible con el crecimiento, de forma que tendríamos que adaptarnos a una economía del decrecimiento. En cuanto a medidas concretas, lo que yo haría es alimentar los vehículos indispensables (de reparación, de emergencias...) con biocombustibles, de forma que pudieran mantener el motor de combustión interna. Y para la movilidad personal, transporte público y vehículo eléctrico, aquí sí veo un margen de crecimiento importante. Lo importante es alcanzar un acuerdo internacional para establecer cómo y cuándo vamos a hacer la transición... Pero eso requiere una visión a largo plazo, que no es el fuerte de los políticos.

jueves, 18 de octubre de 2018

Obsolescencia programada. A los productos fabricados para romperse se les va a acabar el cuento

A los productos fabricados para romperse se les va a acabar el cuento

Publicado en Retina-El País

La obsolescencia programada nos obliga a entrar en un ciclo sin fin de consumo y desperdicio, pero se plantean otras vías para salir del ciclo comprar-tirar-comprar


Cada historia tiene un comienzo, pero pocas veces se le puede poner una fecha exacta. La de la obsolescencia programada, por increíble que parezca, sí tiene un punto de partida exacto. El 23 de diciembre de 1924 se reunieron en Ginebra los principales fabricantes mundiales de bombillas, entre ellos compañías como Osram, Phillips o General Electric. Allí firmaron un documento por el que se comprometían a limitar la vida útil de sus productos a 1.000 horas, en lugar de las 2.500 que alcanzaban hasta entonces. El motivo, claro está, era lograr mayores beneficios económicos. Había nacido el primer pacto global para establecer de manera intencionada una fecha de caducidad a un bien de consumo.


La bombilla del parque de bomberos de Livermore (California) funciona desde 1901

Este acuerdo oficializaba una nueva era del consumo. A partir de entonces, los fabricantes incorporaron un principio en su modelo de negocio que quedó plasmado en un texto de la revista Printer’s Ink en 1928: “Un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios”. En la década de los cincuenta se le puso un nombre: obsolescencia programada. En unos EE UU en plena expansión comercial, el diseñador industrial Brooks Stevens popularizó el término, que definió de manera elocuente: “Instalar en el comprador el deseo de poseer algo un poco más nuevo, un poco mejor, un poco antes de lo necesario”.

“Aquella obsolescencia era un modelo de clases medias, planteaba un bienestar general, un consumo más generalizado y no reducido a círculos burgueses”, explica Luis Enrique Alonso, catedrático de Sociología en la Universidad Autónoma de Madrid y autor de libros como La era del consumo. Sin embargo, a medida que la tecnología se desarrollaba y alcanzaba mayores niveles de complejidad, la obsolescencia fue separándose de esa visión naïf y positiva del consumo al alcance de todos y el crecimiento económico al que no se le adivinaba un fin. “Ahora es un fenómeno muchísimo más diseminado e integrado, se ha convertido en algo mucho más sibilino y poderoso”, apunta Alonso. El motivo ya no está en los bienes de consumo, sino en nuestra cabeza. 

Estado mental: obsolescencia 

La realizadora alemana Cosima Dannoritzer empezó a trabajar a finales de la década pasada en un documental que abordaba el fenómeno de la obsolescencia programada. “Cuando comencé a interesarme por el tema pensaba encontrar algunas empresas que utilizaban esa práctica para ganar más dinero, pero me di cuenta de que se trata de algo sistémico, que toda nuestra economía depende de ella”, recuerda. Su documental, Comprar, tirar, comprar, estrenado en 2011, proporcionó una visión global sobre los peligros de este ciclo infinito del consumo, y sus consecuencias más allá de nuestros bolsillos. 

Vemos como un derecho tirar un objeto que no funciona 

“La economía del crecimiento difunde un miedo a salir de ese sistema”, afirma Dannoritzer. “Parece que si no existiese ese crecimiento nos volveríamos pobres, que no tendríamos trabajo, casi como una vuelta a la Edad Media… Pero no es verdad. Ha habido otros sistemas antes y habrá otros después”. Luis Enrique Alonso confirma este fenómeno, que varios autores han denominado obsolescencia psicológica o cognitiva. “Hay un discurso de la amenaza muy fuerte: individuos que se van a quedar fuera del sistema funcional si no tienen determinados productos. La obsolescencia ya no tiene ese sentido positivo de llamar al crecimiento y el bienestar, sino que incluye un elemento de exclusión”.

La publicidad ha jugado un papel clave en este cambio en nuestra psique que nos empuja a querer, por ejemplo, ese smartphone nuevo sin plantearnos siquiera si el que ya tenemos todavía funciona. “Si ves los anuncios de hace dos o tres generaciones, vendían que su producto era mejor, que su coche era más rápido, pero ahora a veces ni te muestran ese producto. Vinculan los objetos y la función que tienen a nuestras inseguridades”, explica Dannoritzer. “Dentro de este contexto, hemos aceptado como algo normal el hecho de tirar un objeto cuando ya no funciona. Lo vemos como un derecho: yo lo puedo tirar y alguien se tiene que ocupar de esos residuos. Y no es tan fácil si pensamos en el futuro y lo que puede pasar con nuestro planeta”. La directora alemana apunta a otra de las consecuencias de la obsolescencia, quizás la más apremiante y amenazadora. 

Montañas de basura

En 2025 se generarán 53,9 millones de toneladas de desechos procedentes de productos electrónicos, según la Oficina Internacional de Reciclaje (Bureau of International Recycling). Pero gran parte de esa chatarra no está a nuestra vista, sino en lugares como Agbogbloshie, una zona cercana a Accra (Ghana) que se ha convertido en un inmenso vertedero al que van a parar esos teléfonos, ordenadores o electrodomésticos que dejaron de funcionar y que era más sencillo reemplazar que arreglar. Otros países como Pakistán son el destino final de los 41 millones de toneladas de basura electrónica que generamos cada año, según Naciones Unidas.


El vertedero de Agbogbloshie (Ghana) es uno de los lugares más contaminados del mundo.

“La economía del crecimiento y la obsolescencia programada no funciona a largo plazo porque no podemos acelerar siempre, hay un tope de recursos, de energía”, advierte Dannoritzer. “Es un sistema que funcionaba bien en la década de 1920, en los años 30, 40… pero no es algo que se pueda mantener. O nos quedamos sin recursos y energía o llenamos el planeta de basura innecesaria”. En su documental Comprar, tirar, comprar, el economista Serge Latouche, partidario de la ideología del decrecimiento, lo expresa de manera más gráfica: “Con la sociedad del crecimiento vamos todos en un bólido que ya nadie pilota, que va a toda velocidad y cuyo destino es un muro”. 

La lucha empieza por el diseño de cosas que se puedan arreglar  

“La obsolescencia programada está íntimamente relacionada con el modelo de crecimiento, que es depredador del medio ambiente”, asegura Luis Enrique Alonso. “Da la impresión de que si se instauran medidas más restrictivas se ralentiza el crecimiento, algo que puede tener un coste político”, prosigue el catedrático de Sociología. “Cada vez tenemos más referencias y modelos posibles de convivencia, más racionales y sostenibles y, sin embargo, impera el corto plazo de la política económica, que solo toma el crecimiento del PIB como referencia. La supervivencia de las políticas económicas y de los propios gobiernos se rigen por esos indicadores”.
“La lucha empieza ya con el diseño de los productos, con conseguir que se diseñen cosas que se puedan arreglar”, defiende Cosima Dannoritzer. “Por ejemplo, es muy difícil que puedas cambiar ahora tú mismo una batería de ordenador. También deberíamos tener más información. Disponer, entre otros, de una etiqueta que te diga cuánto dura un producto, o cuánta energía se ha empleado para confeccionarlo. Deberíamos tener ese derecho”. 

Salir de la rueda 

Cuando los fabricantes de bombillas se reunieron en Ginebra en 1924, una de esas sencillas fuentes de luz llevaba ya 23 años alumbrando de forma ininterrumpida un parque de bomberos de Livermore, en California. Hoy, esa bombilla sigue encendida 117 años después, convertida en una atracción turística local, pero también en el símbolo de la posibilidad de crear productos mucho más perdurables que lo que dicta el mercado obsolescente. 

“Es necesario un nuevo pacto social en el que se incluyan unas reglas de juego más racionales, y que no parezca que el consumidor final es el que tiene que arreglar todo el desaguisado”, explica Alonso. Lo cierto es que la concienciación sobre los efectos de la obsolescencia va creciendo, no solo entre los ciudadanos. Francia es el país de la Unión Europea que se ha tomado más en serio la lucha contra la obsolescencia, estableciendo penas de hasta dos años de prisión y multas de 300.000 euros a las empresas que violen las leyes de defensa del consumidor. 

Laetitia Vasseur es la cofundadora de HOP, siglas de Halte à l’Obsolescence Programmée (Alto a la obsolescencia programada). Su organización ha trabajado como grupo de presión para que legisladores y empresas rechacen un modelo económico basado en producir objetos tremendamente perecederos. “Antes de las últimas elecciones en Francia, les preguntamos a todos los candidatos sobre su programa en materia de obsolescencia programada”, cuenta Vasseur. “Ahora trabajamos junto al Gobierno para fomentar iniciativas de economía circular”.


30.000 personas trabajan en este vertedero de Nueva Delhi, que recibe ordenadores o móviles de toda la India

Una de las reivindicaciones de HOP pasa por que los fabricantes ofrezcan mayor información sobre sus productos al consumidor. “Sobre todo, que se ponga de manifiesto la durabilidad de esos bienes de consumo, de manera que el consumidor pueda comparar y elegir aquellos productos que duran más”, prosigue Vasseur. “Esta propuesta fue aprobada por el Gobierno y ahora estamos trabajando en su implementación”.

En otros casos, su acción es incluso más directa. A comienzos de este año, HOP demandó a distintos fabricantes tecnológicos, entre ellos Apple y Epson. A la empresa de impresoras la acusan de provocar que sus máquinas dejen de funcionar de manera intencionada por la introducción de un chip que limita su vida útil, algo que también se expresaba en el documental Comprar, tirar, comprar. “Queremos que este tipo de empresas reaccionen y cambien su política”, afirma Vasseur. “Y estamos empezando a ver un cambio de mentalidad en muchas de ellas”.

En España no se han tomado apenas medidas para combatir esta práctica 

“En España no se han tomado apenas medidas para combatir esta práctica”, explica Enrique García López, del departamento de comunicación de la OCU. La Organización de Consumidores y Usuarios ha puesto en marcha una campaña informativa contra lo que llaman obsolescencia prematura, con consejos para que el usuario la evite. “Por ejemplo, que elijan productos diseñados de forma que no haya piezas de calidad deficiente, o que el precio de los consumibles no sea superior al del producto nuevo”. Otras asociaciones, como la catalana Millor que Nou [Mejor que nuevo], promueven la reparación de aparatos y el intercambio como alternativa a generar mayor número de desechos tecnológicos.

Esa economía circular es una de las iniciativas que también están siendo apoyadas por la Unión Europea. Según la Eurocámara, las marcas de tecnología deben permitir que se extraigan las piezas de sus productos para ser reemplazadas; por ejemplo, las baterías de los móviles. También se plantea la creación de una etiqueta para productos fáciles de reparar. Sin embargo, en una época en la que la vida útil de los aparatos se reduce cada año, no parece una tarea fácil.

Mientras la legislación avanza en paralelo a la concienciación pública, cada decisión importa. “Siempre digo que cada uno puede cambiar pequeñas cosas”, cuenta Cosima Dannoritzer. “Si me quedo mi móvil un año más no me va a arruinar la vida, y si todos hacemos lo mismo se tirarían menos móviles”. Ya no solo se trata de algo que afecte a nuestra economía doméstica, sino quizás a nuestra supervivencia.

sábado, 13 de octubre de 2018

En España, poner una jarra de agua en la mesa es un problema para algunos hosteleros


Así es, mientras que en otros países ni siquiera se discute el derecho al consumo de agua del grifo a la hora de comer en un restaurante ("tap water" se oye frecuentemente en todos los restaurantes de Londres; en París, hasta en los buenos restaurantes existen jarras de agua a disposición de los comensales) , aquí algunos hosteleros sacan la "brocha gorda" a la hora de argumentar en contra de esta sensata medida que beneficiaría a los consumidores españoles (a los que todavía les da vergüenza pedir agua del grifo en restaurante) y al medio ambiente, al reducir considerablemente los envases utilizados para embotellar el agua.

Los argumentos esgrimidos son de variado pelaje: desde el reconocimiento de que poner agua "gratis" (se olvidan que el que se sienta en una mesa a comer paga inexorablemente lo consumido) les supone pérdidas hasta el grotesco razonamiento que asimila el derecho del comensal a elegir el agua que consume con la situación de ocupación de mesas por tribus de turistas que sólo exijan su vaso de agua del grifo sin que el hostelero pudiera negarse a esa exigencia. Otros argumentos más "finos" esgrimen que dar agua del grifo al cliente que lo pida....sería inconstitucional.Penoso.

Todavía me acuerdo de la cruzada contra la Ley anti-tabaco, que ha salvado miles de vidas, fundamentalmente en el sector de la hostelería en los que los trabajadores se veían constantemente expuestos al humo del tabaco,  y que  ha sido la Ley más importante en materia de Salud Pública en España.

Esta es la noticia. 
A tortas por el agua gratis: los hosteleros ven "insultante" que les obliguen a poner jarras 

Unidos Podemos registró días atrás una propuesta no de ley para que bares y restaurantes estén obligados a ofrecer agua del grifo. La patronal se rebela: "Es inconstitucional" 

Los hosteleros andan a la gresca con la OCU y Facua y sobre todo con Unidos Podemos por lanzar una proposición no de ley para que bares y restaurantes ofrezcan agua gratis a quien la pida. Aseguran que nunca se ha negado un vaso de agua a nadie y creen que convertir en obligacion lo que hoy es una cortesía solo puede perjudicar sus negocios. "No conozco ninguna iniciativa, jamás, que haya pedido a una actividad productiva que regale su trabajo. Se nos puede sugerir, casi todos los bares te la dan si la pides, pero que por ley nos obliguen a regalar nuestro trabajo, diría que es hasta inconstitucional", protesta José Luis Yzuel, presidente de la Federación Española de Hostelería (FEHR). Del otro lado responden: "Ya hay que tener poca visión comercial para no saber convertir el agua gratis en una forma de captar clientes", afirma Rubén Sánchez, portavoz de la asociación de consumidores Facua.

La ley que obligaría al sector de la hostelería a ofrecer agua gratis es un asunto que colea desde hace más de un año, con diversos intentos a nivel autonómico que solo han cuajado en Navarra. Días atrás, Unidos Podemos dio un paso al frente y registró una proposición no de ley en el Congreso de los Diputados, es decir, instó al Gobierno a exigir a restaurantes y bares de toda España que ofrecezcan agua del grifo a quien la pida. La formación morada recoge así el guante de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que a finales de agosto lanzó la campaña #PideJarraDeAgua para concienciar a la población y recoger firmas.

Los hosteleros andan a la gresca con la OCU y Facua y sobre todo con Unidos Podemos por lanzar una proposición no de ley para que bares y restaurantes ofrezcan agua gratis a quien la pida. Aseguran que nunca se ha negado un vaso de agua a nadie y creen que convertir en obligacion lo que hoy es una cortesía solo puede perjudicar sus negocios. "No conozco ninguna iniciativa, jamás, que haya pedido a una actividad productiva que regale su trabajo. Se nos puede sugerir, casi todos los bares te la dan si la pides, pero que por ley nos obliguen a regalar nuestro trabajo, diría que es hasta inconstitucional", protesta José Luis Yzuel, presidente de la Federación Española de Hostelería (FEHR). Del otro lado responden: "Ya hay que tener poca visión comercial para no saber convertir el agua gratis en una forma de captar clientes", afirma Rubén Sánchez, portavoz de la asociación de consumidores Facua.

La ley que obligaría al sector de la hostelería a ofrecer agua gratis es un asunto que colea desde hace más de un año, con diversos intentos a nivel autonómico que solo han cuajado en Navarra (ver art. 24 de la Ley Foral 14/2018 de Residuos) . Días atrás, Unidos Podemos dio un paso al frente y registró una proposición no de ley en el Congreso de los Diputados, es decir, instó al Gobierno a exigir a restaurantes y bares de toda España que ofrecezcan agua del grifo a quien la pida. La formación morada recoge así el guante de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que a finales de agosto lanzó la campaña #PideJarraDeAgua para concienciar a la población y recoger firmas.

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viernes, 31 de agosto de 2018

Información al consumidor sobre consumo de combustible y emisiones de CO2 de automóviles, a partir de mañana se aplicará la WLTP, nuevo procedimiento de medición.




A partir de mañana todos los vehículos ligeros que se matriculen en la Unión Europea deberán ajustarse al nuevo procedimiento de medición de consumo y emisiones en vehículos ligeros, la WLTP (World Harmonised Light Vehicles Test Procedure).

Con ello se trata de conseguir una medición más exacta que ofrezca cifras más reales y ajustadas a la cantidad de combustible consumido y emisiones de CO2.

La Recomendación (UE) 2017/948 de la Comisión, de 31 de mayo de 2017, relativa al uso de los valores de consumo de combustible y de emisiones de CO2, recoge que el WLTP proporcionará unas condiciones de ensayo más estrictas y unos valores de consumo de combustible y de emisiones de CO2 más realistas en beneficio de los consumidores. Los requisitos relativos a la información de los consumidores deben incluir la manera en que quedará garantizado el acceso a esa información mejorada a fin de permitir la comparabilidad necesaria de dicha información. También establece que “para garantizar que los consumidores comprendan perfectamente las implicaciones del cambio al WLTP, todas las partes interesadas deben organizar campañas de información o colaborar en ellas a fin de explicar las repercusiones del nuevo procedimiento de ensayo sobre los valores de consumo de combustible y de emisiones de CO2. En dichas campañas de información deben participar autoridades públicas, organizaciones de consumidores, organizaciones medioambientales y no gubernamentales, asociaciones de conductores y la industria del automóvil”.

El WLTP cuya implantación se aceleró tras el escándalo del “Dieselgate”, arrojará unos resultados mucho más reales en cuanto a las mediciones de valores de consumo y emisiones. La situación anterior distaba de ser coherente toda vez que la organización International Council on Clean Transportation (ICCT) alertaba de que el consumo de los vehículos nuevos en Europa se situaba de media un 42% por encima de lo que homologaba el fabricante. Ello implicaba un gasto adicional de 400 euros al año en combustible para los usuarios. En cuanto emisiones de CO2 la situación no era menos escandalosa, arrojando las mediciones efectuadas menos de la mitad de las emisiones reales. Estas diferencias de consumo entre el valor homologado y el real se producían al medir en laboratorios -y no en conducción real-  los datos indicados por las industrias automovilísticas, datos que luego son trasladados a los consumidores.

Esta discordancia de valores es lo que trata de atajar la  a que el dato indicado por el fabricante se mide en laboratorios y no en conducción real. Y esto es lo que trata de solucionar la WLTP que proporcionará información más precisa  fiable al consumidor ya que las pruebas se efectuarán en condiciones de ensayo más realistas.

Sin embargo, no todo son ventajas ya que una consecuencia de la aplicación del nuevo método de medición será que los vehículos, al arrojar mayores cifras de consumo, pasaran a tributar en un tramo más alto en el impuesto de matriculación, afectando por ello a su precio de venta. 

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jueves, 30 de agosto de 2018

Nueva alarma entre los ecologistas asturianos por las emisiones de contaminantes cancerígenos

 

A pesar de las reiteradas advertencias a lo largo del verano, los ecologistas denuncian que continúan sin ver medidas concretas para atajar la preocupante dinámica de emisiones en las principales ciudades asturianas. Ayer se registró un nuevo record cuando se incrementaron las emisiones de benceno un 1.100%.



La Coordinadora Ecoloxista d’Asturias y el Colectivo Ecologista de Avilés han denunciado un nuevo episodio de los alarmantes niveles de contaminación a los que se ve sometida la región. Según denuncian en un comunicado, en la tarde de ayer mientras miles de personas acudían a un evento en el centro Niemeyer, las emisiones del cancerígeno benceno se dispararon un 1.100 %.

En la estación de Llaranes que es la única que da datos en continuo del benceno en la comarca, que está a contraviento y por tanto no mide la realidad de la contaminación, se pasó de 0,76 µg/m3 de benceno a un valor de  14,32 µg/m3  y presentaba ayer por la tarde  una media de las últimas 24 horas de 5,8 µg/m3 .

Hay que recordar que el valor de referencia anual en las guías de la Organización Mundial de la Salud (OMS) está 1,7 µg/m3 de media anual, la tolerante  normativa española está en 5 µg/m3  de media anual para este peligroso contaminante. La Comisión Europea recomienda un valor de 0 para este contaminante. 
La exposición excesiva al benceno es perjudicial para el sistema inmunitario, aumentando las probabilidades de contraer infecciones y posiblemente disminuyendo las defensas del cuerpo contra el cáncer.

Los picos de contaminación atmosférica disparan los ingresos hospitalarios en Asturias por enfermedades respiratorias de acuerdo a un estudio epidemiológico realizado por la consejería de Sanidad del Principado de Asturias y presentado el año 2016. Dicho estudio es concluyente y viene a demostrar que la Consejería de Infraestructuras viene falseando la realidad cuando niega la contaminación del aire y sus efectos en la salud de los asturianos. “El Principado en su coladero del nuevo protocolo de la contaminación no ha regulado los picos de contaminación de ningún contaminante, ha excluido el benceno entro los regulados, a pesar de que  los investigadores y médicos reconocen la gravedad que suponen estos picos, una demostración de la falta de interés en la salud de la gente del Gobierno Regional”, denuncian desde los colectivos ecologistas.


miércoles, 22 de agosto de 2018

La calidad del aire de Asturias. Mentiras y medias verdades



La semana pasada en su visita a la Feria de Muestras de Gijón -y sin que aparentase delirio alguno causado por el calor imperante o intoxicación por excesiva ingesta de bebidas alcohólicas- el Viceconsejero de Medio Ambiente, Benigno Fernández Fano afirmó que  "Los asturianos respiramos aire enmejores condiciones que los alemanes, los madrileños y los barceloneses" asegurando que "La calidad del aire en el área central es muy buena. Sólo tenemos problemas puntuales en algunas zonas". 

Esa afirmación sería cierta si se considerase el aire de la zona rural de Asturias y se comparase con el de las grandes ciudades de Alemania, Madrid o Barcelona; ahora bien, si se analizan los parámetros de contaminación aérea de la zona central de Asturias, en la que se sitúa el 80 % de la población, dicha afirmación es toda una provocación, partiendo de la base de que el Sr. Viceconsejero de Medio Ambiente no puede ignorar los escalofriantes datos en cuanto a la contaminación del aire que respiramos en la zona central de Asturias.

Asi, no puede desconocer que el año pasado la media en cuanto a niveles de benceno (potente cancerígeno) de la estación de Trubia -Oviedo-  fue de 5,06 microgramos por metro cúbico, cuando el valor de referencia anual en las guías de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 1,7 de media anual.

Tampoco que el 14 de febrero de 2018, se llegó a un pico de 26,6 µg/m3 de benceno no siendo infrecuente los días en que los niveles de benceno y tolueno se disparan.

En cuanto a la contaminación por dióxido de azufre, tampoco puede ignorar que todas las estaciones del concejo de Oviedo superaron el limite de 20 µg/m3 en 24 horas fijado por la OMS, destacando 31 días con desbordes en Tudela Veguín y 27 días en Olloniego. En cuanto a la contaminación por óxidos de nitrógeno también se superó ese límite numerosos días en las estaciones de La Corredoria (76 días) y El Cristo (38 días). En el caso de partículas de menos de 10 micras de polvo, cenizas, hollín..., las PM10, las estaciones de La Corredoría, El Cristo, el Naranco, Olloniego y Tudela Veguín superaron el valor recomendado como máximo por la OMS.

En fin, en Gijón la situación de contaminación resulta tan evidente que la propia Comisión Europea ha amenazado con sancionar a España por el elevado nivel de micropartículas en el aire y la propia Administración autonómica ha alertado a las personas que respiran con dificultad a evitar "actividades al aire libre que impliquen esfuerzo físico".

Desde luego, viendo estos datos sobre las zonas en las que se asientan la mayoría de la población no estamos en Asturias para lanzar voladores,  ni para presumir de una calidad del aire envidiable.

Esas atrevidas afirmaciones han sido evaluadas por la Coordinadora Ecoloxista d´Asturias quien, ha emitido el siguiente comunicado de prensa:

El Principado vuelve a mentir sobre la calidad de aire que respiramos

Los ciudadanos asturianos afectados por la contaminación del aire ante las sorprendente declaraciones del Viceconsejero de Medio Ambiente del Principado, nos sentimos consternados al oírles hablar de la “muy buena” calidad del aire en Asturias, comparándonos con otras zonas de Europa o ciudades como Madrid y Barcelona con sus propios problemas de contaminación, muy diferentes a los asturianos, muy alejados de los malos valores que padecemos  en partículas de menos de 10 micras y de benceno, de acuerdo a los datos oficiales que se pueden ver en la calidad del aire de España y de Europa.

 También, nos sorprende que presenten una nueva aplicación para ver la contaminación en las estaciones medioambientales de Asturias llamada AsturAire y un protocolo de contaminación, la cual deja mucho que desear en vista de la su falta de objetividad.  La app nos da el promedio de contaminación cada 24 horas pero solo de algunas estaciones, quedando fuera la mayoría de ellas, que son de organismos (Puertos del Musel y de Avilés), ayuntamientos (Gijón) y empresas pero cuyos datos deben ser públicos, porque hay muchos concejos asturianos que no tienen ninguna estación publica de control y si de otros organismos, a pesar de la evidente contaminación que sufren no se sabe lo que les sucede en AsturAire, como es el caso de; Corvera, Carreño, Gozón, Navia, Llanera, Morcin.  En el caso del protocolo anti contaminación no tienen en cuenta los picos de contaminación.

Recordamos que investigadores a la Universidad de Harvard, igual que investigadores en Madrid, Barcelona y Asturias, nos han mostrado que los picos de contaminación o los niveles diarios mucho más bajos de las directrices de la UE o de la OMS repercutan en la salud de los ciudadanos. Así que desde aquí aprovechamos para pedir que esta aplicación se actualice por horas, y se tenga opción de ver los valores de días anteriores, para poder hacer un buen estudio de la calidad del aire.  Es más, creemos que los funcionarios del medio ambiente en Asturias deberían seguir la evidencia científica más atentamente en vez de dar mensajes tranquilizadores que no tienen ninguna base en ciencia y solo sirve cubrir el problema. Creemos que ya es hora de que se tome en serio el bien más preciado que tenemos los ciudadanos, la salud.

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